El horror de una violación en primera persona: "Voy a tener que convivir con este trauma para siempre"

Aldana Álvarez habla por primera vez con 0223 tras la reciente detención del hombre de 70 años que fue su tutor en la adolescencia. Cuenta detalles estremecedores de los abusos que dice haber sufrido día tras día, desde los 14 hasta los 19. “Este tipo está muy mal de la cabeza pero sabe perfectamente lo que hace”, apunta.

Aldana quiere evitar que al hombre que denuncia le den el arresto domiciliario. Fotos: 0223.

22 de Abril de 2022 15:18

Por Redacción 0223

PARA 0223

“Prefiero que me viole un conocido a que me viole un desconocido”. Así dice Aldana Álvarez que pensaba cuando era adolescente, cuando comenzó a vivir el infierno sexual en la casa de su tutor, el único refugio que le quedó después del cáncer que repentinamente se llevó a la mamá. El profundo contexto de vulnerabilidad, agravado por constantes maniobras de manipulación y sometimiento físico y psicológico, fue lo que la llevó a concebir un pensamiento tan aberrante, a normalizar, de alguna manera, las violaciones que sufría día tras día.

“En ese momento yo pensaba que al menos él me dejaba ir a la escuela y me daba un techo y una comida, mientras que otro podía violarme y hasta matarme. Porque él todo el tiempo me decía que yo sola no iba a sobrevivir, que yo sola no servía para nada, que nadie me iba a querer como él y que yo era la perversa que lo llevaba a pegarme y hacerme todo lo que me hacía”, cuenta la chica, en una cruda entrevista que le concede a 0223.

El camino que la condujo a la Justicia de Mar del Plata para denunciar las aberraciones fue muy largo y tortuoso. Sin tener dónde ni con quién ampararse, dice que “muchísimas veces” intentó suicidarse. También dice que en una oportunidad se atrevió a contar parte de la pesadilla en la escuela, a través de una compañera, pero asegura que no encontró mayor respaldo en los directivos de la institución. Hablar no era nada fácil para ella: no solo por temor a las amenazas de muerte – Aldana señala que el tutor tenía armas en el domicilio – y otras represalias, sino por el cariño paternal que le inspiraba la figura del hombre en un principio.

“Mi primer beso fue con este tipo”, revela, y recuerda: “Entró a la noche a mi habitación a tocarme, a decirme que me deseaba y encima que me besó así de golpe, cuando yo le dije que lo veía como mi papá, me agarró de la cabeza y me revoleó contra el piso. Se enojaba porque él me cuestionaba que le dijera eso e insistía en que no era un violador porque que yo ya era una mujer”.

De tantas veces que lo escuchó, Aldana realmente se creyó  responsable, con culpa por ese presente de horror, hasta que empezó a reaccionar y tomar conciencia gracias a algunos videos de psicología que vio en YouTube. “Yo sabía que estaba mal pero cuando vivís con un abusador así, con alguien que todos los días te está bardeando y diciendo lo peor, llega un punto que te convence y que te hace pensar que tiene razón, que la vida funciona así”, explica.

Por su edad, el hombre denunciado podría recibir pronto el beneficio de arresto domiciliario.

Así, con veinte años y mucho valor, la chica reunió fuerza necesaria y denunció a su tutor – hoy, tiene setenta años  –, quien fue detenido por agentes del Gabinete de Delitos Sexuales en la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) en el barrio San José, en inmediaciones de Independencia y Roca, a principios de mes, tras la investigación penal que pronto impulsó la titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº1, Florencia Salas.

La primera vez

Aldana denuncia que los abusos finalizaron a los diecinueve y comenzaron cuando tenía catorce: dice que desde esa edad, él controlaba sus actividades en forma cada vez más exhaustiva y que de noche o madrugada entraba a la habitación a manosearla. “Un día que fuimos a una plaza me explicó en el auto que él me deseaba, que gratuitamente no me iba a mantener, y a la noche siguiente entró desnudo a mi habitación, con una copa de vino en la mano, me dijo textualmente ‘abrite de patas que te voy a violar’, me tiró a la cama y me pidió que me sacara la ropa. Yo lo hice, entre en pánico, y tuve tanta resistencia que él al final no pudo hacer nada”, asegura.

A los quince, sin embargo, el acusado lanzó un “ultimátum” y le advirtió, según lo que sostiene la denunciante, que la iba a dejar en la calle si no se acostaba con él, así que ella accedió. “Cuando íbamos a la habitación, ya no daba más, me había bloqueado toda, estaba re tensa y él lo notó; empecé a llorar y él me decía que no llorara, que eso lo desconcentraba y le hacía mal. Como me puse nervioso, me dio Alplax y tomé eso en cada uno de los encuentros que teníamos hasta que lo normalicé en un punto donde me despersonalizaba, que es lo que me pasa cada vez que entro en una situación de pánico y la cabeza se me va para cualquier lado”, afirma.

“La primera vez pensé que me iba a tener que entregar y que ahí se terminaba, que iba a tener que bloquear esa única experiencia para siempre, pero al día siguiente me vino a buscar de nuevo para la segunda vez. Yo le dije que no quería y él me empezó a decir que era una puta, que me entregaba por plata, que si no fuera una puta esto podría ser una relación, y se recontra enojó conmigo. Lo traté de controlar pero no pude porque lo único que lo ‘tranquilizaba’ era violarme y así lo normalicé”, expresa.

Aldana visibiliza su denuncia para que la sociedad también aprenda a "ver y reconocer" a un abusador. Fotos: 0223.

Desde entonces, según lo que denuncia Aldana, los abusos sexuales se repitieron cada 24 horas, una o varias veces al día. “Todo dependía de lo que él quisiera. Si era un domingo, también podía ser a la tarde y al a noche”, comenta, y agrega: “Cuando cumplí dieciséis, me pidió que yo empezara a dormir con él. Me decía los fines de semana de ir a dormir con él y si le decía que no, me cagaba a palos pero si le decía que sí, estaba todo bien. Pero el próximo finde tenía que seguir igual”.

El gran engaño

En el marco de la causa que lleva adelante la fiscal Salas, surgió la información de que el hombre denunciado había logrado gestionar el cobro de una pensión ligada al padre biológico de Aldana por haber cumplido funciones en la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Para los investigadores y para la chica, sobre todo, el dato no resulta menor ya que ella nunca sospechó que ese ingreso le hubiese permitido independizarse. Es decir que, de haber tenido verdadero conocimiento del dinero, ella habría tenido recursos para escapar de la casa de Chile al 3200 mucho tiempo antes. 

“Él siempre me dijo que me mantenía de su bolsillo pero era mentira porque toda la plata la sacó de la pensión de mi papá”, enfatiza la víctima, que busca que las autoridades judiciales también profundicen una investigación civil al respecto: “Lo mínimo que me merezco es que me devuelva absolutamente todo lo que me robó. La salud mental ahí quedó pero lo material sí lo puedo recuperar y me corresponde. Además de la pensión, este tipo se quedó con muebles y los ahorros de mi mamá”.

La domiciliaria

Por la edad que tiene el imputado, hay grandes probabilidades de que la Justicia le conceda la posibilidad de transitar esta etapa del proceso, hasta que eventualmente se defina un juicio y condena, en la casa, con una tobillera. Por esta fecha, el sospechoso permanece alojado en el penal de Batán pero Aldana es consciente de que el arresto domiciliario puede ser una medida inminente y su salida de la cárcel la mantiene en estado de alerta.

“Yo cuento mi historia en los medios para que esto no pase. No porque le tenga miedo sino porque este tipo se merece morir en la cárcel. Hubo muchas otras víctimas que no se atrevieron a hablar. Recién ahora, la ex de él, con la que tuvo cuatro hijas, se atrevió a hablar en base a lo que me pasó a mí. Me da mucha bronca… ¿por qué tengo que respetar sus derechos cuando él jamás respetó los míos? ¿Por qué tengo que respetarlo cuando él me arruinó la vida? Es muy contraria la ley; no sé a quién se supone que protege en realidad”, apunta.

Con 20 años, Aldana se encuentra estudiando Derecho y busca resignificar un pasado de horror en un futuro de oportunidades. Fotos: 0223.

Y más allá de la condición de la edad, la denunciante insiste en que el acusado “es plenamente consciente” de sus actos. “Es un tipo que está muy mal de la cabeza pero sabe lo que hace y lo que dice y cómo obtener lo que quiere de los demás. Si estás dentro de su burbuja, te podés creer muchas cosas que te dice pero cuando salís te das cuenta que no es nada ni nadie y que se crea una versión de sí mismo”, revela.

Abrir los ojos

Mientras intenta sortear las imborrables huellas del pasado, la chica construye su presente pensando en el futuro y por eso, con el apoyo del novio, hoy pone todos los esfuerzos en continuar con sus estudios de Derecho en la facultad. “Lo que antes era un escape se convirtió en una ansiedad. Me cuesta concentrarme pero me gusta la carrera. Sigo teniendo ataques de pánico pero tengo una pareja que me soporta en todo, que es una persona excelente y que hace que las cosas sean, dentro de todo, mucho más fáciles”, valora.

Aldana dice que con su impactante denuncia no solo busca lograr una condena efectiva para su abusador sino que pretende abrir los ojos de la sociedad para que “sepa ver y reconocer” a los violadores. “El problema pasa cuando la gente normaliza ciertas conductas y empieza a preguntar por qué uno tarda tanto en denunciar. Mantener una denuncia así implica un desgaste emocional y mental muy grande porque hay que bancarse comentarios agresivos de gente que no entiende nada, que dice que ya pasó pero no pasó nada porque el trauma de una violación te queda de por vida”, insiste, y lamenta: “En mi caso, lo único que me queda es aprender a convivir con este trauma”.