Gustavo Yuste: “La verdadera poesía, el verdadero arte, siempre propone preguntas, nunca respuestas”
El poeta Gustavo Yuste acaba de publicar Turistas perdidos. Una historia en prosa poética que se sostiene en los recuerdos. Tres capítulos: nostalgia, melancolía y un vacío silencioso que empuja a la pregunta.
Turistas perdidos (Penguin Random House – 2023) es el nuevo libro de Gustavo Yuste. Un texto que fue encontrando su forma mientras se iba escribiendo y que, poco a poco, fue revelándose al autor mientras experimentaba con la prosa poética.
“Cuando se me reveló que lo que me estaba interesando era más la historia y cómo contarla que el juego con el lenguaje o con las imágenes que propone más la poesía, me di cuenta de que iba para el lado de la novela. Después apareció el truco narrativo de contarla en un tiempo invertido, es decir, ir del presente al pasado y no al revés. Y, luego, fue encontrar el tono que logre respetar el juego poético” explica Gustavo Yuste sobre cómo llegó al texto recién editado.
-La historia está contada en tres partes, las tres en forma distinta y con ese juego en el tiempo. Me da la sensación de que fue un gran trabajo de diseño y corrección…
- Fue todo muy arduo: ver cómo unir las tres partes sin que pierda coherencia, que no se pierda el interés, sobre todo teniendo en cuenta que el lector desde el principio sabe cómo termina la historia, no hay más misterio que revelar, pero creo que ahí me ayudó mucho la poesía.
-¿Cómo te ayudó?
- A que no me importe tanto la trama en sí misma, sino cómo contar esa trama y cómo perderse en esos juegos. Después está el desafío de siempre de cómo hablar del amor y del desamor que son dos caras de la misma moneda y de lo cual se ha dicho mucho. En este caso el protagonista está hablando desde el final y, para mí, lo interesante siempre es pensar que el amor es eterno en este sentido: pensar que, aunque se termine, siempre queda con nosotros ese recuerdo y, sobre todo, lo bueno. Cualquier tipo de amor, no solo de pareja, cualquier forma me parece interesante. Creo que con el paso del tiempo lo bueno termina brillando más que lo malo. Lo malo sí es la respuesta inmediata, pero hay algo ahí, después de la melancolía, que hace que brillen mucho más los buenos momentos compartidos, que son los que nos vamos a llevar para siempre. Si te fijás, el protagonista nunca tiene rencor. Y eso fue una enseñanza que me terminó dejando a mí el libro. Creo que el tiempo es bastante justo con las cosas, siempre termina poniendo todo bastante en su lugar o relativamente en su lugar.
- Ahora, más allá de todo eso, a mí me parece que el tema no es el desamor, al menos no el principal. Aparece más el silencio, el vacío creo. ¿Cuál es para vos el tema de la novela?
- Está bien eso que decís, porque hay otro tema, además del tema del desamor que es el más evidente, que yo elegí de manera más consciente y otro que se fue revelando con las lecturas de otros. Para mí, el tema consciente de la novela, el que yo quería proponer, era la pérdida, el sentimiento de pérdida. Ese estar perdido, por eso el título Turistas perdidos. La desorientación, cómo manejarse cuando uno está totalmente desorientado en la vida. Yo tengo en claro que los sentimientos no son la verdad, sino son una parte de la verdad o una forma de interpretar la verdad. Y si partimos de esa base, entonces, en realidad siempre vamos a ser una suerte de turistas perdidos en nuestra propia vida. Para mí, ese era el tema principal. Alguien que está muy desorientado con su propia vida, con la separación, con lo que pasó y lo que va a pasar. El otro tema que se me terminó revelando de manera inconsciente, gracias a las lecturas, fue el silencio. Cuando él revisita su pasado habla bastante del silencio. Eso siempre me pareció lo más interesante y divertido de escribir.
-Me quedé pensando en ese juego que planteaste. Perdido no es lo mismo que desorientado, que no es lo mismo que desesperado, perdido no es igual a desesperado. A veces disfrutás estar perdido, aparece ahí la figura del flâneur, de perderse a propósito para reencontrar algo.
- Tomo esto que decís del flâneur. Es una figura bastante interesante y que también en alguna parte está, tanto en la primera como en la última parte del libro, cuando él intenta salir de la casa y da vueltas y trata de perderse en el barrio para conocerlo, para cambiar de aire y cómo se conocen al final. Hay algo del flâneur y del movimiento que es bastante claro en el texto y también para pensar que nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra vida está siempre en movimiento.
Gustavo Yuste, ante todo, es poeta. Para cada respuesta elige bien las palabras y le da un tono personal. Hasta para hablar de Turistas perdidos dice poesía. Hablamos del desamor y hablamos del vacío. La pérdida como algo infranqueable. La poesía como algo cuestionador.
“Uno pierde y abandona la búsqueda de una verdad, de un sentido único con lo que escribe. Eso es un riesgo muchas veces en poesía. A veces el poeta se confunde mucho con el profeta, con esto de yo si escribo sobre el amor vengo a decir cómo es el amor y qué es y no es. Para mí, un poeta nunca debería hacer eso. Un artista en general nunca debería hacer eso, porque la verdadera poesía, el verdadero arte, siempre propone preguntas, nunca propone respuestas. Lo único que termina llevando es a una empatía el poema y la empatía es muchas veces perecedera, no dura mucho tiempo. Lo que escribe el poeta, y lo que busca, es generar que yo me haga preguntas, me incomode y me desacomode un poco. Entonces, ese texto va a tener un efecto mucho más interesante en el lector. Va a ser algo que abra, no que cierre. Nunca responde la poesía, eso es de otras disciplinas” sostiene Yuste.
De ahí, casi como una poética, sale también parte de su prosa. Turistas perdidos plantea preguntas. No solo sobre la suerte y las decisiones de alguien cruzado por el desamor, también sobre la vida y esa fuerza que todo el tiempo nos empuja a detenernos. Turistas perdidos la contrarresta con los recuerdos, ese combustible motivador que terminan ordenando nuestra existencia.
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