Un mundo como este: una novela que nació de una breve nota sobre la soledad humana

Un mundo como este es la primera novela de la marplatense Catalina Méndez, una historia de ciencia ficción donde lo que importa son los vínculos entre los seres humanos y la búsqueda de un sentido al universo. La novela se presentará el próximo 19 de julio en Chacabuco 3591.

Catalina Méndez: "En esta novela, por lo menos, intento hablar siempre de cómo te relacionas con el otro, más que del espacio".

13 de Julio de 2025 14:10

“Lo empecé a ojear y lo dejé”, dice Catalina Méndez con respecto a la llegada de su primera novela, Un mundo como este (El gato y la caja – 2025). Luego agrega: “No lo voy a leer más, no lo quiero seguir. Ya está, ya es del mundo…”.

Se nota el entusiasmo y, sobre todo, la alegría que siente al recibir las devoluciones de sus primeros lectores.

Un mundo como este surgió en 2020 como una tesis que no debía superar las 120 páginas. Cumplió aquel objetivo y luego comenzó a recorrer otros caminos, hasta llegar a su edición como novela. La autora confesó que todo comenzó a rodar a partir de una breve nota en su celular: “Fue una idea, yo tenía que arrancar a escribir la tesis, entonces estaba medio ‘bollando’ entre mis ideas y cosas, hasta que encontré una notita que había anotado en el celular, que la tengo todavía, que hablaba sobre la soledad humana, la soledad de la Tierra en realidad, en el espacio. Y pensé: ¿cómo sería si hacemos contacto con otra civilización, alguien de afuera, pero no nos podemos encontrar porque estamos muy lejos o no tenemos los recursos? Es decir, podemos hacer contacto, pero no podemos vernos. Después me di cuenta de que empecé a escribir esto en pandemia, porque fue en febrero de 2021 y cuando anoté esa notita, creo que fue en noviembre de 2020, algo así. Entonces, después me di cuenta de que venía un poco con esas inquietudes de la soledad, del aislamiento, de que estábamos en contacto, pero siempre lejos. Así que esa es la idea que arrancó todo. Para mí, la ciencia ficción es una excusa para hablar, en realidad, de las relaciones humanas. En esta novela, por lo menos, intento hablar siempre de cómo te relacionas con el otro, más que del espacio. Después sí, aparecieron el espacio, la agencia, el desierto, las naves; todo eso viene después, pero arranca con esa soledad del ser humano. Tiempo después me di cuenta de que la pandemia estaba muy metida en esa soledad que sentíamos. Estábamos conectados, estábamos juntos, pero estábamos aislados”.

—Me quedé pensando en esto del género, lo que elegiste está bien alejado de la ciencia ficción dura, es más bien aquella que se preocupa por el ser humano y por sus circunstancias. Hay algo de Bradbury en la historia. ¿Sos alguien que visita el género como lectora?

—La verdad es que no. No me gusta mucho la ciencia ficción. Igual, arranqué tarde en mi vida, porque lo hice en 2000, más o menos. A mí me marcó mucho mi carrera de Arte de la Escritura. Ahí cursábamos Género y podías elegir policial o ciencia ficción, y yo elegí ciencia ficción. Cursé con Ricardo Romero y él fue la persona que me introdujo formalmente en la ciencia ficción. Ahí leímos un poco de todo, pero ahí arranqué yo a leer algo del género. A mi papá le gusta mucho Bradbury, me lo quiso recomendar muchas veces, hasta que lo tuve que agarrar yo sola, pero sí, cuando leí Crónicas Marcianas dije: “Qué pena que no lo leí antes”. Tiene una filosofía similar, algo no tangible, donde más o menos se tocan. Pero la ciencia ficción me sirvió, me divertía mucho jugando con las reglas del género, porque si bien las rompo y se desarman y se arman, hay mucho de los estereotipos, los sistemas, esa cosa medio militarizada que tiene la agencia, que también viene de muchas ciencias más duras, más clásicas, y me sirvieron esas reglas como para decir: “Bueno, este es el mundo que tengo y me sirve como contexto para que después los personajes y la historia hagan un poco lo que quieran”.

Un mundo como este se presenta como: “Una novela sobre el espacio exterior, pero con los pies en la tierra".

—¿Has escrito otras cosas, sobre todo poesía? ¿Puedes vincular esta novela con alguno de tus textos anteriores?

—Sí, tiene algo. Yo veo que, en esta novela, que transcurre en Jujuy, en un salar, en una agencia espacial, aparece mucho el mar. Aparece el mar de alguna manera; yo creo que tiene que ver con que yo vivía en Buenos Aires, en pandemia, me volví a Mar del Plata, y volví a entrar en contacto con el mar, que era algo que yo tenía como “ido” de mi vida cotidiana, pero de repente al estar afuera fue muy valioso, entonces empezó a aparecer el mar en la novela. Y creo que eso sí viene de la poesía, tengo un poemario, que no va a ver la luz del día nunca, pero que escribí en pandemia, donde anhelaba mucho el mar. Y después tengo un cuento, también previo, que es donde nace la Agencia.

—¿Y de qué se trata aquel cuento?

—Ese fue el primer cuento que escribí. A mí el cuento me cuesta mucho como género, no me gusta tanto leerlo, no me gusta tanto escribirlo, pero bueno, es parte de la experiencia de uno también. Recuerdo que escuché un pódcast de un escritor español, no me acuerdo el nombre, que preguntaba: “¿Vos preferirías tener un millón de dólares o pasar 15 minutos en la luna?”. Y yo pensé que era obvia la respuesta, que lo mejor era pasar 15 minutos en la luna. Pero ambos acordaron un millón de dólares. Y yo pensaba que, si estás 15 minutos en la luna, uno no solo tiene una experiencia única en el mundo, sino que también lo puedes monetizar. Entonces escribí un cuento sobre un hombre que gana un concurso para ir 15 minutos a la luna y se vuelve una celebridad. Y la Agencia es el organismo que organiza esta experiencia de 15 minutos en la luna. Entonces, ahí surge que un tipo va a la agencia y lo mandan a la luna y vuelve y la pasa re mal, obvio porque mira y no lo puede expresar.

Un mundo como este se presentará el sábado 19 de julio en el Club Cultural Lina (Chacabuco 3591) a las 18.

Un mundo como este se presenta como: “Una novela sobre el espacio exterior, pero con los pies en la tierra. Una historia de extraterrestres, sin extraterrestres, un relato acerca de buscar el sentido de un universo demasiado grande, y de un equipo de humanos intentando hacerlo más pequeño, más íntimo, más habitable”. La pregunta va en ese sentido a la autora: ¿Para vos tiene algún tipo de sentido el universo? ¿Cuál es?

—Para mí hay un montón de vacío donde hay cosas flotando, y me parece hermoso que eso sea así, y de repente haya vida en la Tierra. Lo más espectacular es eso, que en el vacío pasen estas cosas. A mí me intriga muchísimo la evolución, por ejemplo, cuando hay teorías sobre cómo evolucionó la Tierra, me parece fabuloso que de una piedra hirviendo en medio de la nada, de repente hubo agua, de repente hubo organismos unicelulares y multicelulares, y la biología, en ese sentido, me llama mucho la atención. Entonces, quizá el universo no tiene mucho sentido, ¿no? Son cosas que existen por ahí, pero me parece hermoso que surja todo lo que surge en piedras flotando en el vacío, ¿no?

—Hermoso. Como decía Hegel: “En el medio del universo, en el medio de la nada, hay un sol, una estrella, como miles, como tantas otras, donde alrededor de esa estrella hay un cascote dándole vueltas. Pero, sobre este cascote que es la Tierra, hay un ser metafísico que se pregunta por el sentido del universo”. Siempre terminamos en la pregunta como protagonista.

—Eso tiene la ciencia ficción también. Te lleva a preguntarte también, ¿no? Nos preguntábamos cuando hacíamos el trabajo de edición de la novela, qué sentido quiere construir la novela, porque se trata un poco de eso. Incluso cuando diseñaron la tapa, eso de las montañas espejadas en el cielo, era eso. Esto tiene sentido porque acá estamos buscando el sentido, ¿no? Es porque miramos para arriba y nos encontramos con nosotros mismos. Si hay o no hay sentido, no sé. Claro, podríamos no preguntarnos, pero por suerte nos preguntamos hace unos cuantos cientos de años.

Un mundo como este tiene su escenario principal en un salar de Jujuy. Un gran espacio, silencioso, imponente. Su imagen nos recuerda que la vastedad de la soledad no es el destino del ser humano, por eso la historia nos muestra que la verdadera exploración no está en la vastedad del espacio, sino en la profundidad de los lazos que tejemos con los propios, con los extraños. Es en esa fusión de soledad y compañía donde la obra desliza su mayor hallazgo: un universo infinito plasmado en las pequeñas sutilezas de lo humano.

(*) Un mundo como este se presentará el sábado 19 de julio en el Club Cultural Lina (Chacabuco 3591) a las 18.