El peor escenario para la venta de libros y para los lectores

El panorama no es el mejor. Las ventas de libros cayeron estrepitosamente y las librerías hoy se debaten entre cuidar el capital humano y las jornadas de promociones de distintos bancos. Solo marzo mostró una baja del 30 por ciento en ventas.

La crisis afecta a las librerías marplatenses. Foto archivo: 0223.

8 de Abril de 2024 10:01

La combinación entre menos capacidad de compra de los clientes y el aumento de precios de los libros está haciendo un desastre en una sociedad que, de por sí, ya no es muy lectora. Solo en el mes de enero de este año, la Cámara Argentina del Libro detectó una caída del 30 por ciento en la venta de libros en todo el país. Mar del Plata, por supuesto, no es la excepción. Las librerías de distintos puntos de la ciudad han registrado lo mismo y no dejan de ver el estado de situación con mucho temor.

Las listas de precios se actualizan permanentemente; hay editoriales que han dejado de reponer material en la cantidad que lo hacían y se edita menos. Son los signos de estos tiempos. Por el lado del cliente/lector, esperar alguna promoción de algún banco, sacar en la mayor cantidad de cuotas posibles sin interés y dejar de comprar en la forma en que lo hacía.

No es un buen panorama y todos coinciden en que no hay pronta solución.

¿Qué alternativas manejan los libreros de Mar del Plata? ¿Cómo se sobrelleva la situación en lo local? Fueron algunas de las cuestiones que trasladó 0223 a las librerías de nuestra ciudad.

Sebastián Chilano, librero de El gran pez, lo representa bien: “Desconocemos la situación de las demás librerías. Desde nuestra perspectiva y en el trato cotidiano con editoriales, advertimos que estamos elaborando un plan de supervivencia, como cuando estás en la Antártida y tenés comida para una semana, pero el barco llega en cuatro meses. En algunos espacios ese plan se realiza despidiendo empleados. En nuestro caso, como empleados no tenemos, buscando alternativas, espacios de encuentro y maneras de atravesar la crisis cuidando lo colectivo”. Toda una imagen por la que está pasando el sector. En cuanto a la reacción de los clientes, agrega: “Por un lado, tristeza, rabia,
el ciclo del duelo llevado a ver una política sistemática de destrucción cultural, o al menos de una parte de la cultura. Por otro, aparecen las expresiones de apoyo, la conciencia de que hay que cuidar y sostener los espacios vinculados a la literatura y al arte en un momento en que no solo son desfinanciados por el gobierno, además y, sobre todo, son verdugueados”.

Para Sebastián Loppizo, librero de la librería Fervor Libros, “El momento no es el mejor. Hubo un aumento fuerte cuando inició el año y los clientes lo sienten. Particularmente, nuestra librería ofrece un catálogo variado, pero a la vez muy específico, casi único diría. Quien entre a Fervor va a encontrarse con una librería diferente. La diferencia está en que antes te llevabas dos o tres de esos libros y ahora dudás cuál te conviene más. Pero el empuje es el mismo. Hace muy poco nos mudamos a un espacio más grande y tener la posibilidad de mostrar mejor los libros para nosotros es un gran beneficio”.

Los libros pasaron a ser un artículo de lujo para las familias marplatenses. Foto 0223.

El caso de la Librería Universitaria (Eudem) es un caso particular, teniendo en cuenta que trabajan con todo el material de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Pero eso no los deja afuera de la situación: “El momento que estamos atravesando es como todos los rubros en general, los aumentos constantes hacen que el consumo vaya disminuyendo. Y, en cuanto a la reacción de nuestros clientes, ellos se asombran de la cantidad de títulos que vamos incorporando a la librería, pero también sienten que algunos libros se les va del presupuesto para poder adquirirlos”, nos informa Liliana Ruiz, librera del local.

Las miradas no difieren mucho. No importa la librería ni la zona donde están ubicadas. Fray Mocho, librería señera de la ciudad, lo manifiesta en voz de su librero Santiago Studdert de la siguiente forma: “La situación es de preocupación y de incertidumbre total. No sabemos cuál es el piso, ahora se profundizó entre un 30 y 40 por ciento de descenso de las ventas. Los clientes se mantienen. Hay una clientela y cierto movimiento, pero estamos permanentemente dando explicaciones, porque hay una gran indignación. Son dos o tres grupos editoriales los que marcan la pauta de precios, la agenda, son generalmente los protagónicos en las vidrieras también. Y eso da una sensación, un panorama dramático. También editoriales más pequeñas, más independientes, quiero decir menos dependientes del movimiento financiero, que logran mantener unos precios más amables, pero en general se hace todo muy difícil.

Claudio Sabadín, dueño de la cadena Libros de la Arena, da detalles más concretos: “Las ventas han disminuido muchísimo. Terminamos un buen diciembre, que venía de arrastre, y luego enero terminó un 25 por ciento abajo en unidades, con respecto al año anterior. Luego febrero un 30 por ciento abajo y marzo fue la hecatombe absoluta. La venta de textos escolares cayó un 80 por ciento, algo nunca visto, yo no lo vi en toda mi vida en este rubro. Los demás un 30 por ciento abajo también”.

Todas las librerías consultadas, zona Güemes, centro, la Perla, macrocentro, coincidieron en que las formas de pagos elegidas son los vinculados al Banco Provincia con su cuenta DNI, luego se espera alguna promoción con las tarjetas de créditos de bancas privadas y mucha billetera virtual. Pero esto no alcanza. En los mejores casos, no hay caída, pero tampoco hubo crecimiento como el que se había proyectado, sobre todo teniendo en cuenta que muchas hicieron inversiones el año anterior (El gran Pez se mudó el año pasado de un local mediano de 60 metros cuadrados a una casa con dos plantas y 80 metros de salón; Fervor libros acaba de mudarse a una casa en la zona de la Perla donde funciona también un centro Cultural y Librería Universitaria recién abre sus puertas). Si bien los números varían, la mayoría coincide en una baja cercana al 40 por ciento promedio y sin un freno. Se aprovechan mucho los días de promoción, pero en el resto se dan jornadas donde pasa un largo tiempo sin ingresar público a las librerías. Esto llevó a que muchas de ellas tuvieran que buscarle un giro al espacio proponiendo nuevas propuestas, intentando acercar a la gente mayor actividad literaria.

Los libros pasaron a ser un artículo de lujo para las familias marplatenses. Foto 0223.

Desde Fray Mocho nos dicen que no lo ven como reinventarse, pero “Sí logramos conciliar y producir el efecto de un deseo que teníamos desde hace unos años que no habíamos logrado. El de hacer las charlas con escritores, pero no es debido a la situación. Más allá de que sirve y es útil, no surge por ese motivo. Pero apuntaló para llevarlo a cabo”. En el caso particular de Fervor Libros, Sebastián cuenta que están comenzando a implementar una serie de descuentos en catálogos de distintas editoriales por mes (comienzan en abril con Godot y Chai). “Al estar dentro del Centro cultural Lina, donde se dictan talleres, charlas, eventos y presentaciones de libros que surgen de y desde la librería, nos retroalimentamos más allá del contexto. La idea siempre es que el arte circule y que ambos espacios crezcan. El club de lectura ha sido un avance en ese sentido”. Por el lado El Gran pez, Chilano asegura que “Reinvención es nuestro nombre de pila. Nunca olvidamos que fuimos editoriales que se reinventaron librería. Seguiremos reinventándonos hasta la descomposición final. Ahora mismo, El Gran Pez es librería, editorial, espacio de talleres, charlas y proyecciones, organizamos la Feria Invierno y, quién te dice, productora audiovisual. Sobre todo, lugar de encuentro, diálogo y resistencia”.

¿La venta virtual es una herramienta más para lograr que la gente lleve libros? Si bien ha crecido esta posibilidad desde la pandemia, aún no alcanza y no todos lo proponen como alternativa. En el caso de la Librería Universitaria, la virtualidad dio buenos resultados, ya que le permitió a la editorial universitaria local la distribución en varias provincias del país. En el caso de la librería de la calle Belgrano cuentan con la posibilidad desde la pandemia, pero “no crece con los niveles que quisiéramos”. En el caso de la nueva librería del barrio La Perla, no cuentan con venta virtual, pero sí utilizan la forma de pago virtual para poder pasar a retirar cuando se quiera y no estar especulando con la variación de precios. La ubicada sobre la calle Santiago del Estero, recién ahora está por lanzar su librería virtual con la esperanza de que eso ayude a mantener la física. Desde Libros de la Arena brindan un dato interesante: “Hoy trabajamos un 95 por ciento con billeteras virtuales y solo un 5 por ciento de venta de efectivo. Nosotros trabajamos bien con lo virtual, pero está apoyad con la iniciativa del Banco Provincia, de su plataforma Provincia compras. Ahí se venden libros que no son de alta rotación, es decir que no son los últimos best seller, libros que necesita la gente por algo particular. Ahí se mantiene la venta desde diciembre, ventas sostenidas por los descuentos del banco o las cuotas que da".

La Librería Universitaria logró repuntar un poco sus ventas, casualmente por tener esta condición: “Al ser gran parte librería universitaria, notamos un leve aumento en las ventas”, asegura Liliana. Chilano, por su parte, menciona que, “En nuestro caso las ventas se han mantenido. Sin embargo, hubiera sido esperable que creciéramos. Nuestra proyección cuando creíamos que creceríamos era de un 50% arriba en las ventas, dándolo todo y con una comunidad de peces muy cercana hemos logrado sostener las mismas ventas habiendo hecho una inversión considerable”. El resto, bajo un panorama muy incierto.

¿Qué hacer como lectores? ¿Cómo sobrellevar la situación y qué se les recomienda a aquellos que han dejado de circular por estos espacios porque han surgido otras prioridades o porque ya no queda ese resto para los libros del mes? ¿Qué sucede con aquellos que usan el material bibliográfico para sus trabajos? Más panorama incierto.

“Lo primero que hay que hacer acá es cuidar a los empleados, lo que se vende es para pagarles a los empleados. Pagar sueldos y cargas sociales. Hay que cuidar el valor humano de lo que uno tiene dentro de las librerías. Es lo primero que hay que cuidar”, sostienen Sabadín. Loppizo recomienda que, “Si estás dudando, pero lo querés y podés, conviene llevarlo ahora porque el mes que viene aumenta seguro, los aumentos son mensuales. Más allá de eso, recomendar libros es –te diría– una responsabilidad. Nuestros amigos y amigas lo saben. Un buen libro puede cambiar la visión del mundo y eso, en este contexto, es imprescindible”. En esa línea, Santiago Studdert manifiesta que, “Si de alguna manera pueden, defiendan la ley de precio de venta al público, después cada uno sabe lo que puede comprar y la importancia que le da a la compra de libro. Los libreros estamos ahí, en las librerías, para facilitarte el proceso de conocimiento, de reunión para lo que parece disperso y desconocido. Y si uno no tiene plata, pero quiere leer algo, que lo consulte y dialogue con el librero que puede ayudar, orientar, asesorar o recomendar. Uno puede generar una relación alrededor del libro que otros medios lo impiden o lo merman”. Cierra Chilano, “Hagan circular las buenas nuevas, defender todos los espacios culturales, públicos y privados, grandes y chiquitos, comprar libros y militar las bibliotecas de barrio, leer y escribir todo lo que se pueda”.