El asado que ganó Maradona apostando por Peñarol, un saludo de Diego para Mar del Plata y las anécdotas de su biógrafo
El cordobés contó una intimidad del Diez: el picante ida y vuelta que lo enfrentaba con el futbolista por su Atenas y el Milrayitas que seguía el Diego. Trabajaron juntos en el Mundial 94 y se reencontraron en Brasil 2014, con la magia intacta.
Por Redacción 0223
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“Señor, señor, señor. ¿Lo puedo saludar?”. Maradona está haciendo De Zurda, el programa de TV compartido con Víctor Hugo Morales que lo lleva a cubrir el Mundial de Brasil. Año 2014, Messi peleando por levantar su copa y Diego siendo el más grande. En Argentina y en todos lados. Gustavo Rodero es un camarógrafo, escritor y fotógrafo que está en el vecino país viviendo una nueva cita mundialista. Una década atrás, participó de una manera muy especial en Estados Unidos 1994. “¡Qué lindo verte, papá!”. Devuelve Diego al saludo, tímido y respetuoso, de Gustavo. Es que había decenas de personas rodeando a Maradona en el camino del estudio de televisión al baño. "¿Viste? Voy a cagar y me siguen todos”.
El siempre ocurrente Pelusa y el silencioso biógrafo cordobés. Tan desapercibido pasó que ni siquiera se habló de él en uno de los momentos más trascendentes de la carrera deportiva del astro: el doping positivo en el Mundial 94. "Llorábamos como dos nenes", le cuenta Rodero a Infobae. Gustavo trabajó para Torneos y Competencias (productora de televisión) como camarógrafo en Italia 90 y ahí coincidió con Maradona. Pero convivió con Diego en La Pampa, en aquel famoso campo donde según el propio Rodero "pasó de ser deportista a súper atleta".
Las picantes charlas por el duelo Peñarol-Atenas
A dos meses del Mundial 94, Maradona se fue con el profe Fernando Signorini y personas tan íntimas como su papá Don Diego y pocos más, a esa puesta a punto en el refugio pampeano. Debía reacondicionar su físico antes de su última chance de estar dentro de la cancha en una Copa del Mundo. Gustavo Rodero sería el camarógrafo oficial de la comitiva y encargado de contar una suerte de biografía del Diego con ese momento como epicentro. También, le encomendaban tácitamente la tarea de resguardar cada instante: tuvo que mediar con fotógrafos y periodistas que hacían enojar al futbolista cuando querían tomarlo in fraganti en alguna sesión de pileta o relax.
“Yo no soy periodista, soy técnico, mi función es la de pasar desapercibido", le dice Rodero a Infobae. Por eso no tiene ni una foto con Diego y mantenía una relación con cierta distancia. "No somos amigos", aclara. Sin embargo, la coincidencia en semejante momento de su carrera, por la trascendencia de lo que vendría y lo particular que era estar rodeado de pocas personas para Maradona, llevaron a entablar largas conversaciones entre ambos. ¿Romper el hielo? ¿Con una cargada en tono de chiste? La especialidad de Diego.
"Él era hincha de Peñarol de Mar del Plata y yo de Atenas, de la época de Marcelo Milanesio y el Pichi Campana. Apostamos un asado, que nunca le pude pagar, porque salió campeón Peñarol”, recuerda Gustavo Rodero. Una gira lleva a la Selección Argentina a Israel y allí coordinan una entrevista exclusiva entre Maradona y el periodista Adrián Paenza (junto a Marcelo Araujo). Estaban las cartas sobre la mesa, y no iba a dejar pasar la oportunidad de sumarle leña al fuego el Diego. "En Argentina, Peñarol es lo más grande que hay".
Por supuesto, esa declaración es recordada por la gente del Milrayitas. La hinchada de Peñarol tiene una bandera con las palabras que vociferó Maradona. Su recuerdo está latente en millones de personas, millones de argentinos, y en Mar del Plata. La ciudad en la que Diego hizo sus primeros goles, levantó su último trofeo con la Selección Argentina (la Artemio Franchi 1993) y se fanatizó con el básquet.
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