Lanzan fuertes cuestionamientos contra las torres de Pelli en la costa

16 de Noviembre de 2011 22:00

Por Redacción 0223

PARA 0223

A pocos días de ser reelecto, el intendente Pulti anunció que la Municipalidad firmó un convenio de  “compensación urbanística” con Edificio Maral 54 S.A mediante el cual la firma se compromete a contratar al arquitecto César Pelli para llevar a cabo la construcción de tres torres en la manzana delimitada por el Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos y las calles Rawson, Aristóbulo del Valle y Garay y a costear el anteproyecto de este profesional dirigido a la intervención y refuncionalización del sector costero de Playa Chica, una erogación de 600 mil dólares. Todavía el expediente no fue elevado al Concejo Deliberante. Fuertes cuestionamiento de la Asociación Civil Marplatenses Defensores del Patrimonio Arquitectónico y Urbano. En un documento, al cual 0223.com.ar tuvo acceso, desde la entidad se indicó: “El 27 de octubre se anunció sin vueltas la firma de un convenio entre el Municipio y la Firma ‘Maral 54 SA’ por el cual se autorizaría la construcción de tres torres de entre 18 y 21 pisos, en la mencionada manzana, es decir 3 veces más altas que lo admitido por el Distrito Urbano R3 en el que se inscriben, y que por tal excepción el municipio exigiría ‘un anteproyecto’ del afamado arquitecto, para la ‘puesta en valor’ del paseo costero, en el tramo que va entre las calles Rawson y Roca”. A renglón seguido, se recalcó que “si bien no se desconoce lo positivo que resultaría para la ciudad contar con obras arquitectónicas icónicas, diseñadas por destacados arquitectos de nivel internacional, lamentamos en este caso no vislumbrar en las imágenes del Proyecto de las Torres una obra que pueda ser considerada icónica. Las proyectadas Torres de Playa Chica no pasan de ser torres de departamentos convencionales, con un tratamiento algo distintivo (pero no innovador) en el diseño de su envolvente”. “Además vale aclarar que las verdaderas obras icónicas, suelen emplazarse en contextos adecuados para ellas, o donde no producen daños a contextos existentes, es decir creando nuevos polos planificados dentro o fuera de la ciudad para absorber este tipo de obras. Sin embargo también algunos profesionales han logrado ser innovadores y crear obras destacadas, aún estando en contextos históricos, como ocurre con la Casa Danzante en Praga, de Frank Gehry y Vlado Milunic. Otras en cambio crean grandes conflictos, como está sucediendo en Sevilla con la Torre Cajasol, que se construye en la isla de La Cartuja, y que podría hacer perder a la ciudad histórica su declaratoria de Patrimonio de la Humanidad. La Torre Cajasol, lamentablemente porta la firma de nuestro amado arquitecto César Pelli”, se puntualizó. Y se agregó: “Nos preguntamos entonces ¿la simple ‘firma’ de un profesional destacado puede validar el otorgamiento de indicadores urbanísticos especiales, en un sensible sector de la ciudad como es su borde costero? Si bien se menciona que por tener la manzana en cuestión más de 3750 m2, el Código de Ordenamiento Territorial, en su art. 3.5.3.8, el propietario de la misma ‘podrá requerir de la Municipalidad el dictado de normas urbanísticas particulares’, esto no quiere decir que la Municipalidad ‘deba’ otorgarlas, máxime cuando estas normas generan un daño a los intereses comunes, como veremos a continuación”. En ese sentido, se destacó que “esa posibilidad de requerir normas especiales, no implica que se pueda vulnerar otro artículo, el 3.2.9.4, del mismo Código que estable que todo edificio localizado a menos de 300 mts. de la línea de acera del paseo costero deberá limitar su altura de manera tal que no arroje sombra sobre el mismo en ningún momento del año entre las 9 y las 15. Si graficamos los conos de sombra que arrojarían una construcción que se rija por lo que hoy indica el COT y lo contraponemos a los que arrojarían las torres, podemos observar el gran ensombrecimiento que se produciría sobre el paseo costero, en todas las estaciones del año, y con particular incidencia en las tardes de verano (21 de dic., 16, 17 y 18 hs.) como consecuencia de las características geográficas del sector (recodo, dirección del paseo E-O). Observamos entonces que no sólo se reduce significativamente la presencia de sol (unas 2 horas diarias), sino que el área cubierta por las sombras se incrementa considerable y uniformemente durante todo el año, y ensombreciendo significativamente el período 21 de sep- 21 de marzo, de gran importancia para la actividad turística, y que si se respeta lo que indica el COT, no ocurriría”. Además, se detalló que “si nos abstrajéramos del daño que generarían los conos de sombras de los edificios proyectados sobre el paseo costero, así como de cualquier otro impacto negativo, surgen dos cuestiones respecto a la compensación que se le exige al privado por otorgarle tan importante beneficio. Primeramente sobre lo irrisorio que resulta la exigencia de solamente un ‘anteproyecto’ o proyecto, en el mejor de los casos, para la puesta en valor del paseo costero entre Rawson y Roca. Un proyecto no implica la ejecución de obra, y aún si esta se realizara ¿sería con fondos públicos? Nos preguntamos también ¿el ‘mejorar’ el tramo que está en frente de los edificios en cuestión, no va en beneficio de los propios intereses del inversor? ¿puede hablarse entonces de una verdadera compensación?”. “Además y para que quede más claro, se le exige al inversor ‘costear el anteproyecto de este profesional dirigido a la intervención y refuncionalización del sector costero de Playa Chica’. Es decir, la cifra que aporta queda dentro de la relación profesional-comitente, es decir que no significa una contribución a la sociedad como podría ocurrir en el caso que se le exigiera la construcción de escuelas, como ocurre con casos similares en otras ciudades. Cuestionamos también (y siempre bajo la hipótesis de que la mayor altura no generaría daño alguno) ¿por qué no se utiliza el otorgamiento de este tipo beneficios para solucionar los problemas que tiene la ciudad en otros sectores a raíz de los indicadores urbanísticos, es decir, por qué no se compensa la suba de indicadores urbanísticos en el sector del proyecto con la disminución en otros sectores? (Como por ejemplo donde se requiera proteger obras patrimoniales). Por último, se exige la ‘puesta en valor’ del paseo costero –Playa Chica-, sin mediar siquiera un sondeo de opinión para saber si los marplatenses deseamos que ese paseo sea modificado”, se añadió en el texto. “Una obra arquitectónica que pretende destacar positivamente no sólo debe tener una singular resolución en lo constructivo, estético o funcional, sino también debe responder adecuadamente (por más pretensiones vanguardistas que posea) a la ciudad o medio en el que se inserta: ‘Un edificio construye ciudad’. No escapa entonces a las consideraciones del profesional el cómo se sirve y el qué impacto genera su obra sobre la infraestructura de servicios, los flujos circulatorios, el paisaje urbano, el medio ambiente. La generación de empleo no puede levantarse como excusa para no tener en cuenta esas consideraciones, porque el daño permanente que produciría es mucho mayor que su beneficio temporal. Creemos que la industria de la construcción debe seguir alentándose (aún cuando hoy, y así lo han manifestado distintos sectores, está con un muy buen índice de ocupación), pero nunca a expensas de la calidad urbana, de los recursos turísticos o de la identidad de la ciudad. Tener nuevas torres en el Bvard. Marítimo ensombreciendo nuestro paseo costero sería repetir una triste historia”, finaliza el documento.

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