Conmueve a la Gloria de la Peregrina una imagen de la Virgen que lloró

3 de Julio de 2010 22:44

Por Redacción 0223

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La imagen de una Virgen que llora en la Capilla Nuestra Señora La Peregrina conmociona a la población de Gloria de La Peregrina y la zona. Cientos de creyentes se acercan a la figura de Santa María de las Lágrimas Derramadas y aseguran que es milagrosa. Los devotos no dudan en afirmar que es "un signo de Dios". La imagen de una Virgen que llora en la Capilla Nuestra Señora La Peregrina conmociona a la población de Gloria de La Peregrina y la zona. Cientos de creyentes se acercan a la figura de Santa María de las Lágrimas Derramadas y aseguran que es milagrosa. Los devotos no dudan en afirmar que es “un signo de Dios”.
Laura realizaba ese jueves 4 de junio la limpieza diaria de la capilla, cuando descubrió que el retrato de la Madonna del Rosario que habían traído unos meses antes de regalo un grupo de servidoras de Corrientes, estaba caído detrás de un banco de madera, recostada sobre uno de sus lados, de cara a la pared, con una gran mancha blanca que había corroído los colores vivos de la lámina.
Antes de llegar a ese lugar, el póster -que ni siquiera aún tenía marco- había pasado por el altar, estuvo en el SUM en el que los chicos estudian catecismo y desde allí fue a parar a un rincón de la sala.
Al principio creyó que se había tratado de un descuido. Para ella, la filtración de la lluvia por una gotera había dañado la imagen, aunque enseguida le resultó extraño que la decoloración corriera de manera horizontal, partiendo justo desde el lagrimal de la virgen y concluyendo en la escena de los misterios del Santo Rosario en la que se ve a Jesús orando en el Monte Getsemaní la noche anterior a su crucifixión.
La figura -que había sido tomada del diario del Observatorio Romano, publicada en octubre de 2008- fue diseñada especialmente por Claudio María Rossi con motivo del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II. Las misioneras, que visitan esta comunidad desde hace algunos años, realizaron dos ploteos del cuadro, uno lo conservan ellas y no presenta hasta la fecha ninguna alteración y el otro es el que dejaron como obsequio a la comunidad de la Capilla.
Este hecho fue el principal tema de debate al finalizar la misa del domingo siguiente. Varios hablaron de milagro: la Virgen había llorado y sus lágrimas venían a reforzar la fe de los creyentes, mientras que algunos tímidamente proponían que se trataba de una expresión de tristeza porque nadie todavía le había encontrado un espacio dentro de la capilla. Otros, escépticos, relacionaron el fenómeno a un derrame accidental de agua.
Lo cierto es que la misteriosa mancha sobre la figura generó una conmoción silenciosa en la pequeña comunidad de Gloria de La Peregrina que, lejos de perseguir intereses económicos, trasmitió la buena nueva de boca en boca. Petti, una vecina de la zona, ofreció una oración y la Madonna del Rosario pasó a llamarse en la comunidad Santa María de las Lágrimas Derramadas. Fue por fin enmarcada, pero antes hubo que colocarle peso encima porque, de tanto llevarla de un lugar al otro, había quedado arqueada. Decenas de personas comenzaron a acercarse para ver con sus propios ojos lo que había sucedido, trajeron a sus parientes enfermos y rezaron largas horas ante su presencia, advirtiendo, quizás, que un milagro o al menos un signo de Dios había tenido lugar en la capilla de techo desvencijado del barrio. Mientras muchos buscan signos milagrosos a miles de kilómetros de los lugares donde viven, ellos lo tenían ahí, a cuadras de sus casas.
El padre Mario también sugirió hacer estampitas y entonces la novedad se expandió aún más. La comunidad religiosa creció a la par del fenómeno. Se constituyó un grupo juvenil y desde entonces la capilla alcanza para albergar apenas a una parte de los concurrentes de la misa dominical. El resto, debe participar puertas afuera y cuando hay oficios especiales de los que participa más gente, deben recurrir al salón de la escuela del barrio.

UN SIGNO DE DIOS
Un año más tarde, Elsa Presente admite que ya es tiempo de hacer público el milagro. “Para nosotros es un signo de Dios y así decidimos tomarlo”, dice convencida, según se refleja en la última edición del periódico Nueva Sierra. 
Sentada en uno de los bancos de la iglesia, la catequista y ministra de la Eucaristía asegura que lo sucedido con el cuadro y tres hechos puntuales que tuvieron lugar en el poblado confirman de alguna manera que la Virgen lloró y que fue por algo. No necesitan recurrir a especialistas ni realizar consultas ante las autoridades eclesiásticas porque afirman que con la fe es suficiente, y “la fe nace de la parte más baja, de la gente, no del Vaticano”.
El primero, cuenta, fue la inesperada enfermedad de Jeremías de 21 años, hijo de otra catequista. “Apenas se conoció lo de la Virgen, durante la misa ese mismo domingo 6 de Junio, Silvia se enteró que tenía a uno de sus cinco hijos muy grave de salud. Inmediatamente entró en estado de coma y los médicos les recomendaron a sus padres que confiaran en Dios, porque ellos no podían hacer nada, ni siquiera sabían qué era lo que tenía Jeremías que siempre había sido un chico muy sano. Entonces hicimos turnos de rezos durante las 24 horas, nos resistíamos a que Jeremías se pudiera morir y un día todo cambió. Comenzó a tener leves mejorías, perdió 20 kilos pero está vivo. Los doctores todavía no saben qué fue lo que pasó ni de qué enfermedad se trató, pero él salió adelante”, relata Elsa.
El segundo episodio tuvo como protagonista a su propio hijo: un accidente de moto lo dejó severamente herido y, entonces, otra vez todos recurrieron a la Virgen de las Lágrimas, hasta que el joven se recuperó definitivamente. A su entender, el llanto de la virgencita era una señal que les anticipaba el dolor por el que iban a atravesar. “Somos personas de fe y siempre meditamos sobre lo que debe haber sufrido por su hijo, entonces pensamos que ahora estábamos padeciendo apenas un poco de ese sufrimiento”, explica.
El último fue a fines del año pasado, cuando se unió Santiago a la comunidad de Gloria La Peregrina, un chico perteneciente a la comunidad de Schöenstatt que dudaba de continuar en el camino del sacerdocio. “Vino en octubre y comenzó a participar activamente del grupo juvenil y ahí descubrió realmente que esa era su vocación. Hoy está en el seminario de La Plata”, subraya.

LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS Y LA NECESIDAD DE UN NUEVO ESPACIO
Con el surgimiento de Santa María de las Lágrimas Derramadas decenas de personas empezaron a asistir a la capilla y enseguida los espacios se percibieron más reducidos, hecho que también atribuyeron al signo milagroso y que inevitablemente desempolvó el viejo anhelo de una nueva iglesia porque, además, el techo de la actual -semicircular y de chapa- comenzó a ceder ante el paso del tiempo. “Nuestra capilla es chiquita y no se la puede tocar porque se rompe”, resume Elsa.
“Vamos viendo que la comunidad crece y somos una gran familia. Los chicos no se quieren ir, se ve que están a gusto y extrañan a sus compañeros cuando pasa mucho sin encontrarse. Algo está pasando”, sonríe Néstor Esmoris, en medio de cuatro chiquitos que corretean porque la clase de catecismo ya terminó.
Según la catequista, pese a que cuentan con un terreno para emplazarla, el factor económico fue el impedimento permanente para poder avanzar en la construcción de un oratorio más grande pero, una vez más, la suerte de la comunidad volvió a cambiar. “Se empieza a dar todo de a poco: aparece alguien que se compromete a conseguir los planos con un arquitecto, se elabora un anteproyecto y se inician los trámites en la municipalidad. Sabemos que todavía falta mucho, pero dimos los primeros pasos para alcanzar ese objetivo”, celebra.
Al igual que ocurre con otros emprendimientos de estas características, la colaboración de los fieles será esencial para concretar el sueño de la nueva iglesia. Sin embargo, en Gloria de La Peregrina nadie duda de que “queda menos” para tener un lugar que resguarde definitivamente a la virgencita de las lágrimas y en el que nadie deba escuchar la celebración de la misa desde afuera.
“Siempre decimos que la Virgen María llora porque el mundo está perdido, porque no se convierte y está muy materialista, pero estamos seguros de que lo que pasó acá es un signo para que realmente creamos en ella y sigamos rezando para que el mundo sea mejor. Ya vimos los primeros cambios y nos esperan otros tantos más”, prometió Elsa.

AUTOR / FUENTE: Luciana Acosta/Nueva Sierra

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