Los Pinos, el pueblo de 150 personas eternamente invadido por las moscas

En Los Pinos viven muy pocas personas. Decenas podría decirse. Su población nunca llega a superar los 200 habitantes. Sin embargo, en ese pequeño asentamiento rural, distante unos 15 kilómetros al sur de Balcarce, hay otro tipo de residentes que supera ampliamente en números a los seres humanos: las moscas. Este insecto se ha vuelto amo y señor de la zona. “Desde cada primavera hasta entrado el otoño siguiente, la gente no puede ni siquiera bajar la ventanilla del auto”, cuentan.

La problemática expresión pertenece a Mercedes Palmadés, concejal del FPCyS que en dialogo con 0223 contó los pormenores de un conflicto histórico para esa pequeña localidad. “Este es un problema que se presenta año tras año, sistemáticamente” describió la edil, 24 horas después de recibir el aval del poder legislativo para efectuar un pedido de informes “serio y eficaz que pueda determinar de una vez por todas cual es el origen de esta problemática”.

Las aparentes y principales causas de la abundante existencia de moscas recaen en un predio de producción avícola que podría ser el generador de su múltiple reproducción. Paredes y techos de todas las casas de la región cubiertas por estos insectos hacen imposible la vida de los lugareños en tiempos de calor. “El Ejecutivo, a través de la Dirección de Comercio, va y fumiga el lugar. Las moscas merman su presencia a lo sumo la primera semana y luego vuelve la invasión” relata Palmadés, solidarizada con los residentes.

Los Pinos cuenta con un jardín y una escuela primaria y secundaria y la mayoría de sus habitantes trabaja en la mendionada planta de pollos. Por tratarse de insectos portadores de enfermedades de alto riesgo, los legisladores del distrito aprobaron la realización de un proyecto de investigación en el que exigen al gobierno municipal “una profunda evaluación de las causas,  efectos y medidas a tomar”.

Según anticipó la edil, en primer lugar “va a venir el Senasa con un técnico para realizar un relevamiento del lugar”, atentos a las modificaciones que los habitantes han tenido que llevar a cabo en sus hábitos de vida, incluso por los riesgos colaterales que han sufrido relacionados a intoxicaciones provocadas por la aplicación de insecticidas.