Nos cuidamos, pero no tanto: espinacas gratinadas

Nuestro chef hoy eligió un plato más que recomendable. Es con base de salsa blanca que además sirve para varias comidas. ¡Fijate cómo te sale!

16 de Mayo de 2014 18:29

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Javier Díaz

Hoy nos toca la salsa bechamel (que para todos es la famosa salsa blanca). Diremos que es una de las salsas madres de la cocina, es decir, que a partir de ella podemos hacer muchas más salsas. A modo de ejemplo rápido, si le agregamos queso rallado será una salsa de quesos, si le agregamos puerro sudado será de puerros y así hasta donde nos dé la imaginación y la heladera (azafrán, ciboulet, roquefort, etc). Es una salsa originalmente francesa que consta básicamente de 3 ingredientes: manteca, harina y leche. El secreto es hacerla de forma que no nos queden grumos. Es una salsa que se usa mucho para gratinar pastas o verduras. Y para eso la usaremos.

Primero hacemos la famosa salsa bechamel, llevando a hervor en una ollita 1 litro de leche, mientras que en un sartén ponemos a derretir  70 gramos de manteca. Antes de que empiece a cambiar de color (es decir que no se queme) le agregamos 70 gramos de harina, de golpe, y revolvemos con cuchara para mezclar. Cocinamos unos minutos sin que se dore demasiado y reservamos. Entonces lo que nos queda hacer es mezclarlos con la ayuda de un batidor de alambre, revolvemos hasta que vuelva a hervir y apagamos el fuego; luego condimentamos con sal, pimienta y nuez moscada.

Por otro lado, untamos unas cazuelitas para horno (grandes o individuales) con aceite. Ponemos una cama de espinacas precocidas y escurridas, hacemos un hueco y le agregamos un huevo entero, sin mezclar, y salpimentamos. Encima, echamos salsa bechamel, ponemos bastante queso rallado y llevamos a horno fuerte hasta que gratine.

El chiste: podemos saborizar la leche de la salsa agregándole 1 diente ajo, 1 o 2 clavitos de olor y media cebolla (tenemos que acordarnos qué ponemos así después lo retiramos).