Patricio Garino, del club de barrio a la NBA

El primer marplatense en llegar al mejor básquetbol del mundo recibió a 0223 en su casa, antes de volver a Orlando. "Confío en que me ganaré un lugar", sentenció.

Fotos: 0223.

21 de Mayo de 2017 04:15

Por Redacción 0223

PARA 0223

Se convirtió en un hito más de la historia del deporte en Mar del Plata. Sin dudas, hoy es el mayor representante que tiene la ciudad en el exterior: por amor a su lugar de origen, por no olvidar sus raíces jamás, por darse a conocer al país y al mundo en base a esfuerzo, dedicación y talento. Patricio Garino es pura sangre marplatense y viene de debutar nada menos que en la NBA, la liga de básquetbol más importante de todos los tiempos y a la que desde estos días, apuntará a mantenerse. En sus últimas horas en la ciudad, luego de 40 merecidos días de vacaciones como hacía tiempo no le sucedía -casi todos, aquí con su familia y amigos-, "Pato" -que el miércoles cumplió 24 años- recibió a 0223 en su casa de siempre para hablar de un año de absoluto despegue en lo personal y lo deportivo. "Pude disfrutar varios días acá, no me había pasado nunca de estar tanto tiempo de vacaciones. La pasé genial con la familia, los amigos. Mucho asado, siempre entrenando pero en el club, que es como en casa. Se vivió a pleno, pero ya estoy listo para volver. Se viene algo distinto, una nueva etapa, con muchas ganas y energías para comenzar de la mejor manera". comenzó el hoy jugador de Orlando Magic.

La historia de Garino es conocida, aunque vale repasarla rápidamente. Su carrera comenzó en los clubes Teléfonos y New Sport. Pero a los 10 años llegó a Unión, donde se formó, llegó a las Selecciones argentinas juveniles y permaneció hasta los 17. Luego de participar del "Básquetbol sin fronteras" en México (2009), recibió una propuesta para estudiar y jugar en Estados Unidos. Así, finalizó el secundario dos años en Montverde, y luego estudió cuatro más en la Universidad George Washington, donde se recibió de Licenciado en Administración de Empresas Deportiva y Marketing. A la vez, se convirtió en ídolo y referente de los Colonialls en la NCAA (Liga de básquet universitario). Todo con un objetivo: llegar a la NBA, con el camino más difícil y a la vez más cercano. Y el marplatense lo logró, junto a su llegada a la Selección argentina en los Juegos Olímpicos. Antes de su debut en Orlando, hizo la pretemporada con San Antonio Spurs junto a Ginóbili, y la franquicia texana lo contrató para jugar la D-League (Liga de Desarrollo) para Austin, su filial. Todo muy fuerte.

"Este año se vivió diferente a lo que estaba acostumbrando. Venía de 4 años de Universidad más 2 de secundario, y saltar directo a San Antonio, la D-League y luego Orlando, fueron cambios muy abruptos. Pero se vivió siempre con el apoyo de todos, que me llegó en todo momento y me hizo sentir muy bien. Mar del Plata y Unión nunca cambian, al regresar está todo como siempre. Y eso me gusta, la simpleza de la gente, la familia. Todos me han tratado igual, con la alegría compartida por todos, pero me tratan como el Patito de siempre", dice Garino a 0223 en un reflejo de su madurez y sencillez.

-Tenés una raíz educacional muy fuerte, da la sensación que vos no vas a cambiar nunca tu forma de ser. Pero, ante tantas cosas buenas que van pasando, ¿cuesta mantenerse centrado, no creérsela?

-No, para nada. La esencia de una persona nunca cambia a pesar de lo que va pasando. Como me han formado mis viejos, la verdad que no voy a cambiar nunca. Soy consciente que tal vez sí haya llegado, me he puesto la camiseta en la NBA, pero soy mucho más que consciente que esto es el comienzo. No he ganado nada, no estoy en ninguna posición como para agrandarme o cambiar mi forma de ser. No siento esa necesidad de cambiar mis sentimientos. Seré el mismo chico de siempre, y no me gustaría a mi mismo cambiar.

-En la D-League con Austin Spurs te fue bien, promediaste buenos minutos, ¿fue un cambio grande desde lo deportivo?

-Creo que Río y la pretemporada en San Antonio me ayudaron mucho a aclimatarme. Ese cambio deportivo no fue tan intenso. Pero el cambio más grande para mí sucedió fuera de la cancha. Venía de 4 años de Universidad, de tener una agenda del día bien marcada, gente encima mío todo el día diciéndome ´esto podés hacerlo, si no lo hacés te castigamos´. Y pasar ahora a una vida totalmente profesional, me levanto solamente a jugar al básquet, y hago mi vida. Aprendí mucho sobre mí mismo, lo que me gusta o no, qué cosas hacer, cómo entretenerme. No sé si ser más egoísta, pero sí estar enfocado en mi persona y el básquet fue una transición linda.

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-¿Y emocionalmente cómo lo manejaste?

-Pasé por una montaña rusa de emociones, de momentos muy altos a muy bajos. En diciembre tuve un bajón importante, creo que por una acumulación de cosas. Me estaba yendo muy bien, e intuitivamente el cuerpo se relajó y me cayó la ficha de una de todo lo que había pasado. Venía de casi un año y medio sin parar entre la Universidad, México, el Draft, Summer League, Río, San Antonio... y en la D-League el cuerpo estaba muy cansado, los números no estaban como yo quería en esos partidos. La verdad que me pegó en la cabeza. Pero gracias a Dios, coincidencias de la vida, durante ese bajón estaban mis viejos allá, pasé los días de descanso de navidad y con ellos acomodé la cabeza y volví con todo después. Fue un aprendizaje lindo. Momentos que no me gustaron, no me sentí cómodo.

-Pero hasta era natural que te sucediera, para ninguna persona es fácil asimilar cambios tan abruptos y encima con mucha responsabilidad encima...

-Sí, creo que es natural. Nunca me había pasado antes. En la universidad es una temporada corta, ya sabía como se manejaba todo. Tenía medio partido malo y al otro ya estaba bien. Pero fue un aprendizaje que me sirvió para aprender un montón.

-¿Acudís a un psicólogo, algo ya instalado hace un tiempo en deportistas de elite?

-He trabajado con Germán Diorio en Argentina cuando estaba en la universidad. Pero para esta vez, no. Soy medio cabeza dura. Tal vez un poco orgulloso. Mis viejos me dijeron ´llamá a Germán que te va a ayudar´, pero me dije ´no, yo salgo de esta solo´. Me quería conocer a mí mismo también, ¿no?. Era mi primer año, no sentía la presión de ´si no juego bien mañana, me vuelvo a Argentina´. Tenía ese colchón de saber que ya estaba ahí, que no me iba a pasar nada. Lo trabajé con los entrenadores de la D-League que me ayudaron un montón, con mis viejos, y fue un aprendizaje a los palos pero me sirvió mucho.

***

Martes 4 de abril de 2017. Una fecha que quedará grabada a fuego en la carrera de Patricio Garino. Ese día, debutó oficialmente en la NBA en la derrota de su equipo, Orlando, ante el campeón Cleveland Cavalliers. En poco más de una semana, disputó 5 juegos (Cleveland, Brooklyn Nets, Indiana Pacers, Chicago Bulls y Detroit Pistons). En total, jugó 43 minutos, tomó 7 rebotes, cometió 4 infracciones, y no anotó puntos, "la espina" que le quedó. "Pato" partió el sábado rumbo a Orlando para comenzar una mini-pretemporada, luego jugará la Liga de Verano y entre septiembre y octubre buscará ganarse un lugar en la plantilla de 15 jugadores de los Magic.

Paradojas del destino, justo donde Garino comenzó a forjar su sueños de NBA, retornó para cumplirlo: cuando llegó a Estados Unidos, hizo los dos años de secundario en la Montverde Academy, a media hora de Orlando.

-Habías entablado un buen vínculo con Orlando en la Summer League y el Draft, los conformaste, pero ¿imaginabas el llamado al final de temporada?

-Fue algo que no me esperaba para nada. Me llegó el mismo día del último partido de la D-League con Austin. Fue la frutillita del postre. Ahora me hicieron un lugar para que me aclimate en esos últimos partidos, y para estar bien acomodado en la pretemporada que viene. Fue genial. Poder terminar la temporada así fue una recompensa a todo lo que pasó. Poder pisar una cancha NBA era algo que no estaba en los planes.

-¿Qué recordás cuando entraste por primera vez a jugar tu partido NBA, encima ante Cleveland?

-Se pensó mucho en ese momento. Para colmo fue en Cleveland. Dicen que es la peor cancha para jugar, y debutar ahí fue totalmente raro. Decir ´tengo la camiseta de Orlando puesta, estoy viendo a Lebron (James) a dos metros y adentro de la cancha jugando al básquet NBA´. Es algo que no voy a olvidar nunca. Trato de no olvidarme, pero al mismo tiempo me quedan nieblas de lo que pasó. Estaba en una nube, que es difícil acordarme exactamente lo que pasó. Me acuerdo de las pantallas gigantes que hay en esa cancha, verlo a Lebron tirar y ver un poco el partido. Después está todo borroso en la cabeza.

-Cinco partidos en 9 días, ¿qué balance hiciste de tu rendimiento?

-Lo aproveché al máximo. Fue una sensación distinta. Me hubiera gustado por lo menos meter un puntito, pero no se dio. Fue una mezcla de todo, no te voy a mentir: estaba nervioso, había miedo, ansiedad, nervios, mucha energía, excitación. Y todo se subió un poco a la cabeza. Fue tan abrupto, una experiencia tan distinta que no me esperaba, que la podría haber manejado de distintas maneras y fue lo que salió. Al fin y al cabo en la cancha me sentí cómodo. El aprendizaje fue bueno. Creí que ese cambio iba a ser más abrupto desde la D-League a la NBA. Me sentí como en mi lugar, para nada ajeno. Y eso es lo que rescato. Saber que pertenezco ahí, y quiero demostrar mucho más ahora que me voy a sentir mucho más cómodo, y voy a usar este aprendizaje para lo que se viene.

-No pudiste anotar, pero defensivamente rendiste y mostraste tu intensidad...

-Me sentí bien. Tuve una charla al final de la temporada con el entrenador y me dijeron que ellos sabían que no era ningún Ray Allen, que no me buscaron por ser un anotador de tres puntos, pero sabían cómo era mi juego FIBA, de ser jugador primero para el equipo y después para lo individual, y eso quedó demostrado en la cancha, que soy agresivo, que puedo defender y que tomé buenas decisiones. Me dijeron ´este año en la D-League tiraste 44 % de tres, sabemos lo que es la primera temporada,  y sabemos que la pelota va a entrar en algún momento´. No fue de preocupación el tiro de tres puntos, sino ver cómo me desempeñaba y manejaba la situación. Quedaron bastante contentos. Ahora queda demostrar todo lo demás.

-¿Qué es ser un jugador NBA, ´Pato´?

-Una cosa es escucharlo y verlo por tele, y otra vivirlo. Uno sabe que es todo lujo, pero no te das cuenta hasta que lo ves. Aviones privados, hoteles 5 estrellas, vestuarios, comida, gente a todo momento para ayudarte en lo que quieras, tenés todo tipo de recursos: psicólogo, nutricionista, médico, cocinero, entrenadores, preparadores físicos, todos dispuestos a toda hora. Y por algo es la mejor liga del mundo y todos la miramos por lo que es. Pero estar ahí adentro y decir ´jugué un partido NBA´ es algo loco, impensado. Salir de un club de barrio y jugar en la NBA es algo que me ilusionaba, que todos soñábamos en el club, pero de acá a que pase, no lo sentía tan pronto honestamente.

-¿Cómo sigue todo ahora?

-Voy a entrenar con los asistentes y preparadores físicos del equipo, se trabajará individual para mejorar mis debilidades. En junio se empieza a entrenar con los equipitos de la Summer League, se vuelve a lo individual, retornaré a Argentina para jugar con la Selección y después sí vuelvo a la pretemporada de equipo que comenzará en octubre, y será el momento para ganarme un lugar.

-Está la chance de quedar entre los 15, o en su defecto los 17. Pero apuntás definitivamente a quedar en la plantilla principal.

-Obviamente. La confianza la tengo muy alta después de cómo viví estos partidos NBA. La verdad que tengo mucha expectativa y ganas de quedar entre los 15, pero tengo fe que voy a estar ahí.

-¿Cuáles serán los objetivos de la franquicia?

-Es una temporada que harán de transición. Están buscando reconstruir el equipo, por eso han traído jugadores como yo, más de equipo y no tan individuales. Están con un General Manager transitorio hasta encontrar uno nuevo, así que está todo en el armado. Es todo medio en el camino. Pero con el correr del verano y el receso, los objetivos estarán más claros, pero la meta final es entrar a los play offs y mejorar esta temporada.

-Luego de siete años sos un estadounidense más, ¿te sorprendió algo de la convivencia NBA?

-Ya soy medio yankie, tantos años allá estoy metido en la sociedad y la cultura, no creo que haya algo que me sorprenda o no más allá de los lujos. Pero lo que me sorprendió y lo sabía, aunque al lugar donde fui no lo sentí tanto, es la cultura. Son más fríos, no son tan cálidos o afectivos como nosotros. En los viajes de la NBA o la D-League, que habíamos armado un grupito muy lindo donde yo les transmitía los latinos. En la NBA vos llegás a un viaje, te dicen mañana el colectivo para entrenar está a las 11, llegás el día anterior a las 4 de la tarde y no ves a nadie hasta el otro día. No hay cena de equipo ni nada. Eso me pareció raro, yo estaba acostumbrado a otro tipo de vida. Los equipos tienen química y todo, pero estar en conjunto es casi mínimo.

"Ganar un título NBA o con la Selección es el sueño máximo"

Patricio Garino, de juvenil en Unión de Mar del Plata, no quería saber nada con defender al rival. No le gustaba, no lo sentía. Sí atacar, penetrar, lanzar y convertir puntos. Pero con la insistencia de su entrendor, Norberto "Gallego" de Paz y la llegada a las selecciones argentinas juveniles, no le quedó otra que rendirse y aprender. Hoy, la cualidad principal de "Pato", la que lo llevó a la NBA y la Selección, es la defensa: "Esa es la ironía del club que quedará para siempre. El ´Gallego´ cagándome a pedos todos los días porque no defendía a nadie. Eso claramente fue así, podés preguntarle a cualquiera de mis compañeros, yo era esperar a que el rival hiciera bandejas sin tocarlo. Pero el ´Gallego´ siempre me hinchó las bolas en meterme eso en la cabeza, la Selección influyó un montón y hoy en día es mi característica principal. Tuve gente que me ayudó alrededor y que me destacó lo que tenía que hacer para triunfar, y tener la cabeza abierta a cambiar y mejorar para llegar.

-Los mejores nunca se conforman y siempre buscan crecer, ¿qué jugador te gustaría llegar a ser en tu esplendor, de acá a 3-4 años?

-Apunto a tener la misma agresividad que tengo defensivamente, tenerla ofensivamente. Creo que la transición a la NBA es algo a lo que me voy a tener que aclimatar, hay cuerpos muchos más grandes. Tal vez yo estaba acostumbrado a uno cada tres equipos y me las rebuscaba para definir cerca del aro. Generalmente penetro mucho. Y en la NBA soy uno de los más bajitos. Pero tengo que mantener esa agresividad defensiva y trasladarla al ataque.

-¿Sos de mirar para atrás y observar el camino recorrido?

-Honestamente soy una persona del día a día, pienso de vez en cuando a futuro cuando estoy entrenando y tengo una meta, pero sino vivo sin mirar para atrás. Soy medio frío para eso, hasta con mi propia familia soy medio frío, que soy colgado, no hablo con mucha gente y soy medio bicho raro. No por despreciar, sino por mi forma de ser.

-Los sueños se te han ido cumpliendo, seguramente redoblás la apuesta, ¿hoy cuáles son?

-Es obviamente consagrarme en la NBA, tener minutos y un buen rol designado. Ganar un título en la NBA sería el sueño máximo, y a la par la Selección. Consagrarme y poder llegar a ser una parte de la Generación Dorada con nuestra nueva generación que entra ahora es un sueño muy grande.