“La justicia nos obliga a convivir con un genocida”

El represor Miguel Etchecolatz salió de su casa en donde cumple prisión domiciliaria para ir a la guardia de una clínica y despertó malestar entre los organismos de DDHH. “Esto visibiliza un mensaje de impunidad que no podemos obviar”, advirtió la abogada Guadalupe Godoy.

22 de Enero de 2018 19:05

Por Redacción 0223

PARA 0223

Durante el fin de semana, el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, abandonó su casa del Bosque Peralta Ramos en donde cumple prisión domiciliaria por crímenes de lesa humanidad, para ser trasladado a la guardia de la Clínica Colón, en el centro de Mar del Plata.

Etchecolatz salió de su vivienda el sábado alrededor de las 18 y arribó al nosocomio de avenida Colón  y 20 de Septiembre a bordo de una camioneta Fiat Toro dominio AB 247 UR. Iba acompañado por su esposa y garante de la prisión, además de personal de seguridad. Se retiró pasadas las 20, en el mismo vehículo y junto a dos jóvenes. Su mujer, en tanto, se fue de la clínica en otro auto.

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Guadalupe Godoy, abogada de la familia de Julio López, el testigo que se encuentra desaparecido desde el 18 de septiembre de 2006, tras declarar en contra del genocida; dijo que si bien la salida del represor “no significa una violación al régimen de prisión domiciliaria, sí deja un mensaje de impunidad que no debemos obviar: hoy, la justicia permite y nos obliga a convivir con un genocida”.

En diálogo con 0223, la letrada explicó que está contemplado que, en el marco de una prisión domiciliaria, “un genocida salga al médico, por ejemplo”. “En un caso de emergencia, sale acompañado por un garante y luego informa el incidente al Tribunal correspondiente. Eso, obviamente, no ocurre con un preso común, porque los jueces son más laxos cuando se trata de represores”, aseveró.

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En ese sentido, reconoció que el hecho de “encontrarse con un genocida caminando por la calle” es algo que “lamentablemente puede ocurrir seguido” y reparó en que “esto visibiliza un mensaje de impunidad que no podemos obviar”. Y mencionó que hubo casos de condenados por crímenes de lesa humanidad que “pidieron permiso para ir al podólogo, a la fiesta de fin de año de una nieta e, incluso, para ir al registro civil a casarse”.

“El único requisito que tiene que cumplir es no portar armas de fuego. Incluso, a su casa puede ingresar cualquier persona, a cualquier hora”, recalcó.

Más adelante, Godoy aclaró que de ninguna manera nadie se opone a que Etchecolatz reciba asistencia médica, aunque insistió en que “cualquier preso común no tiene estos beneficios”. “Lo último que queremos es que le pase algo porque todavía no dijo dónde está Clara Anahí, qué pasó con Julio López; pero también digamos que la seguridad que lo acompañaba era para protegerlo y no para vigilarlo”, puntualizó.

Por último, la abogada de derechos humanos aseguró que continuarán reclamando ante la justicia que se le revoque el beneficio a Etchecolatz.

El 27 de diciembre pasado, los jueces José Martínez Sobrino, Julio Luis Panelo y Fernando Canero del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 le concedieron la prisión domiciliaria al represor Miguel Etchecolatz, tras un pedido efectuado por el abogado Carlos Ranuschio, en su carácter de defensor oficial. Dos días más tarde, el genocida de 88 años desembarcó en su domicilio en la calle Nuevo Boulevard del Bosque, entre Guaraníes y Tobas, en el barrio Bosque Peralta Ramos.