El mismo día, el mismo dolor, 41 años después

A Juan Carlos Abachian lo secuestraron en La Plata el 27 de diciembre de 1976 y aún permanece desaparecido. El mismo día pero 41 años más tarde, la justicia autorizó a Miguel Ángel Etchecolatz, condenado a prisión perpetua por su desaparición, a volver a su casa.

28 de Diciembre de 2017 16:02

Por Redacción 0223

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La confirmación de que el represor Miguel Ángel Etchecolatz (88), condenado en seis oportunidades por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico, militar y eclesiástica, había sido beneficiado con la prisión domiciliaria, generó una profunda conmoción en Mar del Plata, ciudad en la que el genocida fijó residencia.

Para Marta Abachián, la noticia fue doblemente dolorosa: ese mismo día pero hace 41 años atrás, secuestraban en La Plata a su hermano Juan Carlos -el Armenio-, un estudiante de Derecho y rugbier que pasó por al menos dos de los centros clandestinos de detención del denominado Circuito Camps que comandaba el exjefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía Bonaerense; el mismo que ahora, por un fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 6, podrá salir de la cárcel y regresar a su casa del Bosque Peralta Ramos.  

“Fue muy fuerte. A mi hermano lo detuvieron en La Plata y todavía no sabemos dónde está. Recién en 2012, cuando fui a declarar en La Plata por la causa del Circuito Camps supe, a través de los testimonios que escuché, que Juan Carlos pasó por los CCD La Cacha y Pozo de Arana”, contó Marta, aún conmovida por la situación.

“Hasta ese entonces –continuó- nosotros no sabíamos nada, pero en diciembre de 2012, el la sentencia del juicio establecieron que el Etchecolatz fue el responsable directo de la desaparición de Juan Carlos Abachián”.

Ese dato, para Marta y su familia, que habían peregrinado durante décadas en busca de algún indicio que los llevara a Juan Carlos, significó “un alivio”, aún más cuando la justicia resolvió que el genocida pasara el resto de su vida en una cárcel común, condenado por robo de bebés, secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones.

Si bien dijo estar “muy triste por el retroceso que está viviendo nuestro país” en materia de derechos humanos, Marta dio por sentado que no se detendrá hasta que se le revoque el beneficio al genocida. “Estamos más fuertes que nunca para estar en la calle, tal como lo hacemos desde hace 41 años”, enfatizó.