A 31 años de la muerte de Alberto Olmedo, Adriana Brodsky lo recuerda con admiración: “Era un ser de otro plano”

La diva, de temporada en Mar del Plata con la comedia “Mi mujer se llama Mauricio”, habló con 0223 de su pasado, presente y de lo mucho que lloró la partida del `negro´. “Fue devastador”.

5 de Marzo de 2019 20:19

Pasaron 31 años de la trágica muerte de Alberto Olmedo, el genial comediante que perdió la vida el 5 de marzo de 1988, luego de caer del onceavo piso del Maral 39, en Boulevard Marítimo al 3600 de nuestra ciudad. Aquella muerte, luego de tener una exitosa temporada en “La Feliz”, haciendo “Eramos tan pobre”, hizo llorar a todo un país y aún hoy, sus compañeros de elenco lo recuerdan con una sonrisa y un dejo de tristeza.

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  Adriana Brodsky (63) sonríe. En un estudio de radio, frente a un grabador o en la calle. La vedette, quien supo cautivar a millones de argentinos haciendo la “bebota” del Manosanta -aquel inolvidable personaje de Alberto Olmedo- despierta admiración en cada función de “Mi señora se llama Mauricio”.

La diva, que luce espléndida como en sus mejores años, cuando hacía reír a millones de argentinos junto al “negro” y al inefable Javier Portales, habló con 0223 de la temporada en Mar del Plata, que pasó de “bastante floja” a estar a sala llena, y de cómo logró sobrellevar algunos momentos complicados de su vida, gracias al cariño de sus hijos y de tener “los pies sobre la tierra”.

 

-¿Cómo te trata la temporada en Mar del Plata?

“La temporada me trata muy bien. Arrancamos a mediados de diciembre y veníamos bastante flojos en cantidad de público. Y eso nos ponía muy tristes. Pero el productor Aldo Funes se le ocurrió bajar el precio de las entradas de 500 a 300 pesos. Luego de eso hubo un cambio rotundo y te puedo decir que muchas veces llenamos la sala.

-¿Notas semejanzas a otras épocas en cuanto a la cantidad de público, de gente en la ciudad?

No sé puede comparar con otros épocas. Tendríamos que profundizar con un tema político y no me gusta. Si te digo es que estoy muy triste porque veo a la gente sumergida en una tristeza general. Pero uno la sigue luchando. Hace unos tres años vine con el genial Martín Bossi y te puedo decir que era otra cosa. Antes de eso, yo nunca había hecho temporada acá. Yo trabajé con el “negrito” en televisión dos años y cuando vinieron todos a Mar del yo me fui a hacer Carlos Paz y me enteré de su muerte allá.

Adriana con Diego Pérez, en una de las divertidas escenas de “Mi mujer se llama Mauricio”.

-¿Y cómo vivís este tiempo en relación a cuando hacías temporada hace 30 años?

Con respecto a lo que viví en esa época, en los 80, te puedo decir que nada se compara con nada. Las cosas van evolucionando, cambiado, a veces para bien o para mal. Uno está en esta vida para luchar. Son pocos los momentos felices que tienen que ver con estar con uno y el entorno. Trato de vivir mi actualidad y de adaptarme. Lo mejor que puede tener el ser humano es el poder de adaptación. Igual, le doy gracias a Dios por el trabajo que tengo, la familia y los amigos que tengo. Me restaría pedirle para toda esa gente que no tiene trabajo y que está sin comer. Es muy difícil ser feliz cuando te das cuenta que otros no tienen nada. Tengo más de lo que soñé en esta vida, tengo dos hijos adorables y es lo mejor que me pasó en el mundo.

-Supongo que es difícil estar en el ambiente del espectáculo y pensar en cosas más terrenales. Salir de ese mundo que a muchos los devora. Veo que has salido indemne.

Lo que pasa es que este es mi trabajo, no mi mundo. Yo aprendí a construir un cielo en el infierno, hace muchos años. Por eso trato de tener los pies en la tierra y eso hace que si viene un tsunami, me mantengo en pie. Siempre me cuidé sola, nunca me cuidó nadie. Eso lo aprendí no de los libros sino de la cultura de la vida. Para ubicarme, no excederme.

-¿Cómo era salir a escena con el negro Olmedo?

Esos momentos eran una fiesta, realmente y no porque fuéramos irresponsables. Éramos muy profesionales, con respecto a los horarios, al texto que teníamos que estudiar. El negro nos daba muchísima confianza al igual que Hugo Sofovich, nuestro director. Pero nosotros no hacíamos uso y abuso de esa confianza. Pero nos divertíamos tanto, tanto que ameritaba que ese divertimento siguiera y se atrasara un poco más del horario de ensayo. Nos poníamos todos en ronda india, en círculo y ahí nos divertíamos mucho mientras el negro dormía. ¡Era verdad que dormía! Y nunca estudiaba nada, sinceramente era un ser de otro plano. ¡Cómo te puedo explicar qué era el negro! Por él hoy estoy trabajando, la gente me recuerda en la calle que estuve al lado de él: yo la ligué de rebote. ¡Y me sigue dando tanto! Me da una iluminación especial desde el cielo y desde la energía. Es maravilloso haber estado con él apenas dos añitos. Fueron lo suficiente, porque pasaron 3 décadas y la gente me pregunta, de distintas generaciones. Y yo cada día de mi vida desde hace 30 años, estoy contando las mismas cosas y lo hago con respeto. Para mí es un honor hablar del negro y lo voy a seguir haciendo el resto de mi vida.

-Los que lo vimos de chicos en la tele o vemos cada tanto un video en YouTube, nos sigue generando risas verlos a todos ustedes, que no fueron figuras del decorado, sino que hacían un gran equipo en escena. Pasando de lo lindo a lo triste, ¿cómo fue ese momento cuándo te enteraste de su muerte?

-Me enteré en Carlos Paz, mientras hacía temporada. Fue devastador. Hoy mismo si me pongo a profundizar mucho, empiezo a llorar. Porque fue devastador para todos, para todo un país y para otros países. Hoy mismo cuando la gente habla del negro, siente que el corazón empieza a llorar un poquito, fue horrible. Creo que hay que agradecer a la vida, a dios, al universo, a que este negro hermoso se haya colado en todas las casas y que hoy lo seguimos recordando. Recordémoslo con cariño y una sonrisa.

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