Beatriz Salomón: "Alberto Olmedo hizo una época de gloria del humor argentino"

Beatriz Salomón contó que Olmedo era por sobre todo "un gran profesional, compañero y un caballero".

5 de Marzo de 2013 02:14

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Guillermo Contreras


Un 5 de marzo de 1988 muere trágicamente Alberto Olmedo en Mar del Plata. Aquella mañana de fines de temporada, su cuerpo se hallaba a los pies del edificio Maral 39. Finalizando una temporada récord, el capo cómico rosarino entristecía a todo el país y enlutaba al mundo del espectáculo. Una de las personas que compartió las últimas horas con Olmedo fue Beatriz Salomón, quien en ese momento integraba el elenco de "Éramos tan pobres". La actriz le contó a 0223 acerca del aspecto profesional y humano de "Alberto" -como lo menciona ella-y de los últimos días de un ícono del humor argentino.


Fue raro no ver a Beatriz Salomón haciendo temporada en la ciudad. Por “dos chantas”, como dijo ella, “no pude trabajar en Mar del Plata”, pero como queriéndose olvidar del mal momento, pasa de página y acota que “vine por primera vez sólo de vacaciones y con mis hijas. La pasé genial”. Es por eso que la entrevista tuvo que hacerse telefónica. A la distancia. Y aunque uno podría considerarla de “fría” a esa relación periodista-entrevistado, no fue así. La simpatía y la desfachatez de Beatriz rompen cualquier esquema premoldeado.

Sin embargo esa falta de vergüenza tuvo una prueba de fuego cuando apenas de iniciarse en la televisión, de la mano de Javier Portales, tenía que entrevistarse con Alberto Olmedo y Hugo Sofovich.

- ¿Y cómo fue ese encuentro con esos dos grandes del espectáculo?

- Yo no me sentía capacitada. Me daba miedo, porque era muy ciclotímica. Y la verdad que ahí conocí a dos caballeros, dos personas muy agradables. Y después de hablar conmigo me dijeron que estaba contratada y ese fue el puntapié para ser la Beatriz Salomón que soy. Alberto Olmedo me envió directamente a la gran popularidad. Nosotros tuvimos 45 puntos de rating; hicimos un récord de recaudación que nadie aún pudo superar  en nuestra  última temporada de Mar del Plata.

- ¿Cómo era el trato diario con Alberto? ¿Había una relación de amigos, de compañeros de trabajo o más bien profesional?.

- Era un gran profesional, un tipo humilde. Un caballero, no era acosador, era muy ubicado. Te cuidaba en todo. Yo por ejemplo aprendí a hablar en vos alta porque tenía que hablar en un tono para que me escuchara ‘el tipo que pagó la primera butaca hasta el último´. Tenía que pararme en la misma línea junto a él para que me diera bien la luz, que el pelo no me tapara la cara. El hecho de que yo también estaba muy pendiente de todos sus trabajos me hizo que aprendiera esa impronta que él tenía.  Él siempre estaba muy preocupado por ayudar a sus compañeros pero nunca hablaba de él. Nosotros cuando lo notábamos triste, era como que no permitía que preguntaras. No era de hablar mucho sobre su vida personal. Era muy introvertido hacia sus cosas.

- ¿Cómo era empezar un día de grabación con él?. ¿Era obsesivo, impuntual? ¿Improvisaba porque se olvidaba la letra?

- A las 10 de la mañana estábamos citados en el canal y salíamos a las 8 de la noche y nos íbamos directo al teatro. Él llegaba siempre temprano, pero con sueño. Se ponía esa bata suya. Esa bata roja china, con los anteojos, calzoncillo rojo, las sandalias color marrón clarito que tenía él, que le daba el canal. Hugo le ponía un sillón y él roncaba, dormía, mientras nosotros repasábamos la letra con Hugo Sofovich. Cuando terminaba todo eso, Hugo decía ´vamos a grabar´y se prendían las luces y él se despertaba y sabía la letra mía, la de él y de los otros. Y si no se acordaba, comenzaba a improvisar. Esas cosas de él era lo que más le gustaba al público. Cuando él se olvidaba de determinadas escenas, comenzaba a contar lo que había pasado  la noche anterior, cosas como que un compañero se le había pinchado las gomas del auto o que habían destapado con un sacacorcho una botella.
- Cosas muy ocurrentes y con mucha genialidad.
-Con una insinuación, se metía en cosas íntimas, tipo chusmerío, que a la gente le encantaba. Pero con mucho glamour.
-Y lo decía con esa cara que ponía él…
- Con una gran cara de sinvergüenza (sonríe)
- Se habló en una época de un romance que tuvieron ustedes dos, pero vos siempre lo desmentiste…
- Si en realidad el único romance que después ratificaron fue el de Silvia Pérez y creo que con Susana Romero  también. Pero no, a mí también me inventaron cosas pero yo estaba en ese momento con un novio que se hizo muy amigo de Alberto Olmedo.  Y con el cual fuimos juntos a Europa.
- ¿Daba para enamorarse de ese tipo tan simpático?
- En ese momento era muy grande para mí. Quizás si fuera ahora, a Alberto Olmedo, si le daría bola porque no serían grandes las distancias. Pero en ese momento lo admiraba y lo quería muchísimo pero no me daba para enamorarme.

- Hace unos años Silvia Pérez confesó que unos días antes de su muerte ella lo había dejado. Que era "poco clara" su relación con el negro (su pareja oficial era Nancy Herrera en ese momento). ¿Ustedes como compañeros de elenco notaban esa relación?
- Mirá no era tan abierta así la relación pero se comentaban cosas y ellos se cargaban por ahí entre líneas. No eran tan así de mostrarse. Eran muy cuidadosos de sus cosas.

- ¿Era distante la relación con Nancy Herrera?

- Solamente de saludar y nada más. En realidad mis compañeras eran Susana Romero, Adriana Brosky, Silvia Pérez y Divina Gloria. No había relación ni diálogos. Sólo saludos.

- Vos contaste una vez “que quizás ella no lo cuidó mucho”…

-Bueno yo declaré algunas cosas que quizás fue la impotencia tan grande de verlo fallecer a él. Y que habíamos trabajado juntos esa noche.

-¿Cómo fue esa última noche?

- Estábamos trabajando en el teatro Tronador haciendo una obra sensacional y estuvimos juntos hasta las dos, dos  y media de la mañana. Y después –Alberto Olmedo- había organizado para comer cochinillo en una cantina ahí en Mar del Plata. Pero como yo había alquilado una casa en Los Troncos, y había llegado papá, mamá y mis hermanos y habían hecho un asado; pedí disculpas porque no iba a ir, porque me esperaban en casa. Me acosté y al otro día –ese mismo día- a las 6 y 30 de la mañana llama la que en ese momento era mi secretaria y me dice-  ‘ Alberto ha muerto´. Y yo le digo- ‘¿Qué Alberto?´. Alberto Olmedo, me responde. Y yo dije ¡ésta está loca! Y le corté. Yo no podía creer lo que me estaba diciendo. Se levantó papá y mamá, prendieron el televisor y bueno…después lloré como 3 meses. Fue algo muy fuerte.

- Enlutó a todo el país…

- El hizo una época de gloria del humor argentino  y va a ser muy difícil reemplazar ese momento.

- ¿ Se lo veía deprimido? En esos días se había enterado de los rumores de infidelidad con “Cacho” Fontana.

- Estaba cabizbajo, estaba triste. Habían salido muchas cosas en las revistas. Había salido una foto doble página en la revista Gente. Fue un momento muy, muy feo.

- ¿Se notaba ese bajón de él en el teatro?

- En el trabajo no, porque él se ponía las pilas. Antes de entrar a la función me hacía que yo le hiciera unos masajes en los hombros, porque le dolía mucho la cabeza. A mí o a su secretario o a alguna de las chicas que estaban con él para salir a escena. Pero inmediatamente se conectaba con el laburo y era una onda genial, una genialidad única. Por momentos eran 1500 personas que lo aplaudían por función. Y cuando terminaba volvía a deprimirse. Volvía a tomar contacto con la realidad.

- ¿Eso fue el principio del fin?

- Sí, estoy casi segura  que fue el principio del fin…

- A 25 años de su desaparición,  varios cuentan  que tenía ciertos vicios...

- Y si más allá de los vicios. Él no había tenido vicios en los últimos días. A partir de la muerte de Monzón había desaparecido toda la droga. No la consumís pero uno está en el ambiente. Uno se da cuenta. Se nota. La droga había desaparecido con la muerte de la mujer de Monzón. Había aparecido la policía y había hecho allanamientos.

- La muerte de Alicia Muñiz había sido en esos días (el 14 de febrero)

- Él también estaba triste por Monzón y por esa chica obviamente.

- ¿Nunca se juntaron con Gloria, Silvia, Susana o Adriana o no quedó buena relación?

- Y viste que la vida te va como separando. Cada una tomó su camino. Eso fue como una bomba atómica. Éramos como una gran familia, muy cuidada. Con dos grandes padrazos como eran Hugo Sofovich y Alberto Olmedo. Raúl Portal era un gran puntal también y una persona muy honesta y muy equilibrada. Pero lamentablemente cada uno tomó su camino al desarmarse todo esto. Y con los años cada una a hecho distintos trabajos y a veces nos hemos encontrado. Con las chicas seguimos siendo todas amigas. Yo por lo menos las adoro y a veces las he invitado a casa a cenar. Ahora nos vemos muy poco y trabajamos con otros profesionales del ambiente entonces eso también te limita. Te ves menos.

- Haciendo zapping y se me aparece “No toca botón”, inmediatamente me pongo a mirarlo y a reírme…

- Todos los argentinos tenemos la suerte que Canal 9 los repite a los capítulos todos los sábados y también en el Trece se repiten las películas que hicimos. Era un humor familiar, con insinuaciones. Es un humor para toda la familia.

-¿Que dicen tus hijas cuando lo ven a Alberto?

- Mis hijas lo ven y les encanta. Me ven la ropa y el pelo y les encanta. No lo ven mucho mucho porque una tiene 9 y la otra 11. Les gusta verlo. Y a mí particularmente me emociona y me hace reír mucho.