Mercosur-UE: ¿oportunidad o amenaza?

Mauricio Macri logró uno de sus objetivos mas preciados en política exterior. ¿Qué implica?

2 de Julio de 2019 08:55

La Unión Europea y Mercosur avanzaron en la materialización de un acuerdo que sorprendió hasta a los más optimistas. Las enormes diferencias que marcharon una negociación de mas de 20 años nos lleva a preguntarnos, ¿por qué ahora? 

La densidad que expresan los números impactan. Un mercado de 800 millones de habitantes, casi una cuarta parte del PBI mundial y con más de 100.000 millones de dólares de comercio bilateral de bienes y servicios no es moco de pavo. Sin embargo, no todo es color de rosa. 

Sin el trazo fino disponible para un análisis más integral, lo que tenemos a mano son filtraciones, trascendidos y la certeza de las necesidades mutuas que marcaron tanto al bloque sudamericano como al europeo. 

Volvamos al principio, ¿por qué ahora? Mauricio Macri y el gobierno buscarán destacar las condiciones de liderazgo y la garantía de certidumbre hicieron posible un acuerdo que las malas administraciones o el “vil populismo” desaprovecharon en un momento. La realidad es que, si bien es razonable que Macri se ponga una medalla que hará jugar en la campaña electoral, este avance pone expone la necesidad concreta de la Unión Europea de posicionarse en un escenario global que lo viene marginando y permite a un sector del liberalismo argentino a poner en debate el  perfil del modelo productivo de las próximas décadas. 

Los afines al oficialismo ven en la concreción de este acuerdo como la posibilidad, tal vez única e irrepetible, de insertarse de manera “inteligente” al mundo mientras quienes sostienen miradas proteccionistas lo presentan como la peor de las tragedias. El dilema aquí es que las dos visiones son validas en función del proyecto que cada uno pretende representar. 

Dos fuentes calificadas de Cancillería que fueron consultadas para esta columna que, por un lado, “no se cruzó ninguna línea roja” en referencia a aquello que Mercosur decidió ceder para lograr el pacto. ¿Cuál sería la línea roja para los negociadores? Aquí aparece la segunda fuente que planteó que “entregamos la industria por una tira de asado”. 

Dentro de lo que sabemos que se incorporó en el acuerdo, los cuotas de carne que podrían ser el factor atractivo para ceder ante los bienes industriales europeos no es del todo alentador, ya que, los 99.000 toneladas de carne para exportar Europa está muy lejos de las 400.000 que pedía el Mercosur y un poco más abajo de las 100.000 toneladas que los mismos europeos estaban dispuestos a ceder en 2010. Si esto se materializa de esta forma, los efectos no serán positivos. 

La algarabía de funcionarios del gobierno, académicos y cuadros técnicos está basada, no en la aseveración zonza “volver al mundo” o de un cholulismo diplomático sino desde la perspectiva de un modelo productivo que se piensa sin la industria como factor de generación de empleo. No es equivocado hablar una nueva disputa entre un modelo de industrialización con sustitución de importaciones y uno agroexportador de venta de productos primarios y servicios, aunque parezca anacrónico y fuera de tiempo. Si el acuerdo termina siendo dañino para la industria de Brasil y Argentina, no habrá reconversión que frene el número de desocupados los años posteriores a la puesta en marcha del acuerdo. 

“Hay que dejar de inventar y hacer lo que sabemos hacer”, dijo Susana Malcorra en una de las primeras conversaciones con diplomáticos de Cancillería. Se refería a la importancia del gobierno de dedicarnos a la venta de productos primarios. Y por ese camino fueron, al punto de aceptar no poner retenciones a la harina de soja y poroto de soja  y aceites para uso industrial (soja, girasol, maíz). La versión brutal de la idea de “reconversión” fue expresada por el empresario agropecuario Gustavo Grobocopatel que dijo que “hay que permitir que haya sectores que desaparezcan”. Lo que a priori se vislumbra es una férrea defensa a un modelo productivo de un país periférico clásico  dedicado únicamente y en el mejor de los casos, a la exportación de materia prima con bajo grado de elaboración.

 

Factor político 

Macri aprovechó su oportunidad y logró consagrarse como uno de los hacedores de este logro. Con la centralidad del anuncio, bajo la mirada atenta de los principales líderes de Europa y con un Jair Bolsonaro corrido de plano, el presidente argentino pudo capitalizar a la perfección Sin embargo, esta foto propia del orden global liberal que está en crisis tiene un actor que por ahora se mantuvo en silencio: Estados Unidos

Como bien explicó el economista Carlos Bianco en diálogo con 0223 Radio, es la primera vez que la Unión Europea firma un acuerdo con un bloque que no acordó previamente con Estados Unidos. ¿Será la oportunidad para que el Mercosur fIrme un acuerdo con EEUU y se reconfigure como una zona de libre comercio? ¿Implica una amenaza para Washington que Europa se imponga en su zona de influencia o puede ser funcional al objetivo trazado por Trump de aislar a China? El gigante asiático tendrá competencia en varios productos si esto avanza.  

El acuerdo le permitió  sistema de integración europeo posicionarse en términos externos como una tercera vía en plena guerra comercial y apuró los tiempos en el plano interno antes que las instituciones europeas se lleven de eurosecépticos y partidos ecologistas. 

En este punto, Mercosur y la Unión Europea hicieron de la necesidad una oportunidad. ¿Será una fortaleza? 

Los gobiernos de Argentina y Brasil deberán afrontar resistencias internas, no solo de partidos opositores o sindicatos sino también del sector industrial. La Federación de Industriales de San Pablo y los militares podrían marcar una posición diferente a la de Bolsonaro mientras que la Unión Industrial Argentina hará lo suyo con Macri. Parece repetirse el bloque (UIA, pequeños productores agropecuarios, Iglesia Católica) que en su momento se opuso a la continuidad de la convertibilidad sostenida por Carlos Menem y Domingo Cavallo con el apoyo de las empresas trasnacionales.

La foto del viernes es tan solo eso, para que se materialice falta mucho. Mientras esperamos las discusiones legales, las letra chicas y el voto parlamentario, usemos el tiempo para entender y analizar el fondo de una situación que pueden cambiar de manera estructural (y no por eso positivo) la forma en la que vivimos todos los días. El objetivo del gobierno es claro: competitivdad sin industria, bajar costos laborales y reconvertir más de 300.000 empleos aún con el riesgo de subir dos puntos el desempleo. Parece que ser Australia puede doler mucho.