Salomar, el cantante que trabaja de acompañante terapéutico y no cobra desde hace 7 meses

La actividad es hoy su principal fuente de ingresos. A pesar de no haber dejado nunca de trabajar, Ioma no le paga su servicio.

Salomar y su paciente de paseo a bordo de la "bisilla" por las calles de Batán.

16 de Octubre de 2020 11:03

Más de veinte años de carrera, ocho discos editados y otro -“Family game”- que saldrá en los últimos días de octubre. La trayectoria de Salomar (36) en la música es extensa y reconocida en Mar del Plata. Sin embargo, hace casi dos años, en plena crisis económica y social, cuando el público de sus shows comenzó a disminuir, el cantante, que además es acompañante terapéutico, se lanzó a la búsqueda de un trabajo con ingresos fijos para poder sostener a su familia

Así fue como consiguió su primer empleo en la actividad, el acompañamiento de un chico de 12 años que asistía al Polivalente de Arte. Meses más tarde comenzó a seguir el tratamiento de Yair, un joven de 19 años con parálisis cerebral y que desde principio del año se transformó en su único paciente. Sin embargo, su situación hoy vuelve a estar complicada: Ioma, la obra social que cubre el tratamiento del adolescente, le adeuda casi siete meses de trabajo y, a pesar de haber reclamado por todas las vías posibles, sigue sin tener una respuesta de cuándo se pondrá al día con sus pagos.         

Salomar se mantuvo al lado de Yair desde el inicio de la cuarentena: ambos viven en Batán y el cantante pudo seguir con el acompañamiento a pesar de no cobrar un peso por su servicio. Incluso, por estos días es probable cruzárselo por las calles de esa localidad manejando una bicicleta a la que le añadieron una silla de ruedas para que el adolescente pueda disfrutar de un paseo. La “bisilla”, como la denominaron, fue fabricada por los padres del joven y el propio Salomar le agregó algunas modificaciones para mejorar su manipulación. “Ahora la vamos a pintar de colores y le vamos a agregar algunos stickers que a Yayo le gusten”, dijo. Aprovechan las mañanas de buen tiempo para hacer entre diez y quince cuadras y renovar el aire. 

“Tengo una desesperación bastante importante. Vivo entrando al home banking a ver si me depositaron algo”, reconoció el cantante, padre de una nena, un nene y otro bebé que viene en camino. Al igual que otros profesionales del sector que atraviesan por la misma situación, tiene una teoría: sostiene que Ioma, al saber del compromiso de los acompañantes terapéuticos que crean vínculos profundos con sus pacientes, no tiene apuro en cancelar la deuda porque confían en que no va a abandonar la actividad.

Salomar, además, es productor artístico -realiza publicidades y videoclips- y estudia Psicología. Se dedica a la música desde los 15 años y, además del EP de seis canciones que lanzará a través de las plataformas digitales a fin de mes, proyecta editar el disco en un cassette y hasta programar un videojuego que lo acompañe. “Siempre me dediqué a la música pero me tuve que volcar a una vocación que permitiera solventarme, así que activé el monotributo y me propuse llevar el arte a los pacientes que pudiera tener. Pero hoy, lamentablemente, siento que están jugando con mi desesperación, tengo mucha indignación”, aseguró.

En Mar del Plata se calcula que hay aproximadamente 3000 acompañantes terapéuticos en actividad, cuyos ingresos dependen de la cada obra social para la que trabajen. Por ejemplo, hay casos en los que los pagos comienzan a regularizarse a partir de los 60 ó 90 días. "La contra que tenemos es que no estamos en el nomenclador de la Superintendencia de Salud, es decir, no tenemos una ley que regule nuestro ejercicio profesional. El inconveniente que hemos tenido en función del contexto que estamos viviendo es que fuimos los últimos en incorporarnos a la dinámica de trabajo y muchas obras sociales dejaron de cubrir la prestación más allá de que estemos nombrados en la ley de salud mental", advierten los profesionales nucleados en el sector, que a mitad del año salieron a la calle a reclamar a la Agencia Nacional de Discapacidad que dicte una resolución de emergencia y provisoria para que se los incluya dentro de las prestaciones básicas del sistema de discapacidad.

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