El drama que vive Erika en Sicilia: "Es muy feo tener que quedarse en casa y no poder ser libre"

Desde Italia, la joven de 25 años comparte con 0223 las fuertes restricciones que se aplican para tratar de mermar el auge del Coronavirus. "Espero que pase todo muy rápido", manifestó.

15 de Marzo de 2020 17:02

Como en una película: una camioneta del Gobierno circula por calles vacías y, a través de un megáfono, le recuerda a los ciudadanos - con un tono de voz más semejante al de una orden que el de un recuerdo - la vigencia del decreto en el que se establece un período de cuarentena obligatorio hasta el 25 de marzo para prohibir totalmente la salida de sus casas.

Sí, parece una película pero no lo es. La escena forma parte de la realidad cotidiana angustiante que vive por esta fecha Italia, en sintonía con gran parte de Europa, ante el inusitado avance del coronavirus que vio sus primeros casos en la localidad china de Wuhan a fines del año pasado y que, hasta entonces, sólo parecía una amenaza más que lejana.

Sin embargo, el repentino crecimiento de los contagios que se gestó desde principios de marzo agudizó la preocupación en el país y obligó al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, a implementar fuertes medidas restrictivas para limitar al máximo la circulación de personas en la vía pública y en establecimientos privados, en un intento claro de revertir la tendencia en alza de la cifra de infectados por Covid-19.

"Ojalá que termine todo pronto y nos volvamos a abrazar todos juntos cuando pase esto. No pensábamos que podía llegar a pasar algo así. Es muy fea la sensación de tener que quedarte encerrada en tu casa, de no poder ser libre y de estar lejos de la gente", lamenta Erika Victoria de Luca, una joven de 25 años que vive en Sicilia, donde hoy se registran 53 casos oficiales, de los cuales solamente dos tuvieron un desenlace fatal.

Erika nació en Augusta, un pequeño pueblo que está dentro de la provincia de Siracusa, pero mantiene un estrecho vínculo con Mar del Plata. Es que en la ciudad se encuentran muchos de sus parientes, un motivo más que justificado para visitar Argentina en reiteradas oportunidades. Sus pasos por "La Feliz", sin embargo, no sólo estuvieron atados a su familia: también trabajó como recepcionista en un hotel y completó los estudios para recibirse de coreográfa.

Hace un año que volvió de Mar del Plata y ahora espera poder conseguir trabajo en el corto plazo. Ella reconoce dificultades por el particular contexto sanitario que conmueve a Italia y el impacto directo que se traduce para el turismo, el rubro donde siempre se dio sus pasos profesionales. "Recién ahora está arrancando la temporada acá pero por todo lo que está pasando es difícil conseguir algo", explica desde el viejo continente, en diálogo con 0223.

El drama en Italia, según recuerda la bailarina de danza clásica, comenzó a fines de febrero con la llegada de un hombre a la localidad de Codogno. Tenía coronavirus pero no presentaba síntomas y no cumplió con el aislamiento. La propagación del virus fue cuestión de días: los primeros casos se replicaron en el norte, en Milán, una de las urbes más grandes e importantes del país.

Desde entonces, el Gobierno lanzó recomendaciones para profundizar la higiene de las manos y para que utilizaran barbijos las personas que se trasladaban del norte al sur de Italia. Ahora, el escenario es de mucha más restricción: se paralizaron los vuelos y las personas sí o sí deben salir a la vía pública con barbijos. "La verdad es que la gente no tomó las precauciones justas y así hubo un montón de contagios. Y también sucedía que había muchas personas que necesitaban estar en terapia intensiva y aislados pero había pocos lugares para poder alojarlos", reconoce Erika.

Desde el 9 de marzo está vigente el decreto que restringe la libre circulación de personas por la vía pública. Los italianos sólo puedan encontrar tres motivos para salir de sus casas: por un caso de urgencia, por la necesidad de adquirir bienes indispensables como alimentos o por un viaje por trabajo. "Sólo se puede salir con una certificación que constate alguna de esas razones. Después, la policía te tiene que firmar ese documento para dar aviso y permitirte salir", comenta.

En los supermercados de Sicilia, por ejemplo, se acumulan largas filas de personas en sus puertas. Las restricciones tampoco cesan en esos establecimientos: además de la obligatoriedad del uso de barbijos, se estableció que debe haber un metro de distancia entre cada cliente mientras que el ingreso se limitó a un ciudadano a la vez. "Los supermercados o las farmacias son los únicos lugares abiertos. En un principio, los restaurantes, bares o pizzerías abrían hasta las 18. Después, empezaron a hacer servicio de delivery pero como se dieron cuenta que eso tampoco servía porque los contagios seguían creciendo, decidieron cerrar todo", afirma Erika.

En los últimos días, el Gobierno implementó una nueva modalidad y envió camionetas a las calles para recordarle a la ciudadanía que no debe salir de sus viviendas. "Eso se está haciendo recién ahora porque todavía hay gente que sale y se va a la casa de otro y así los casos de coronavirus siguen aumentando y no paran", indica.

Frente a este marco, el pueblo italiano organiza distintas iniciativas desde sus casas para darse fuerzas y aliento y sobrellevar la angustia. A veces, salen a los balcones a aplaudir en señal de apoyo y reconocimiento a la ardua labor que mantienen los médicos y, en otras oportunidades, a la tarde, coinciden en un horario para entonar el himno. "Me agarra escalofríos sólo de decirlo pero es algo que se hace para mostrar que estamos todos juntos y que vamos a poder salir de esta situación", afirma Erika.

"Realmente parece una escena de una película cuando salís a la calle y escuchás que te dicen que te tenés que quedar en tu casa o cuando salís a pasear el perro y lo único que escuchás son perros. No se pensaba llegar a este punto. Pero confío en toda la gente y en las medidas de restricción que dio el primer ministro para que esto pueda pasar lo más rápido posible", concluye la siciliana.