Bolsonaro gana apoyo popular a su agenda autoritaria

Sin disturbios, pero en un claro clima de beligerancia, seguidores y opositores de Jair Bolsonaro se manifestaron en las principales capitales del país en coincidencia con el Día de la Independencia de Brasil. 

Hubo manifestaciones multitudinarias en Brasil.

 

Sin disturbios, pero en un claro clima de beligerancia, seguidores y opositores de Jair Bolsonaro se manifestaron en las principales capitales del país en coincidencia con el Día de la Independencia de Brasil

Jair Bolsonaro llegó a São Paulo apenas pasado el mediodía, después del acto oficial por el 199˚ Día de la Independencia que se realizó en Brasilia. Llegó a la capital financiera del país después de pronunciar un discurso fuerte, pero contenido, ante la multitud que se había formado desde la noche anterior en la capital política. La fecha patria fue el marco de fondo elegido para la declaración de apoyo popular que el mandatario venía pidiendo a sus seguidores para avanzar con su agenda.

Los seguidores lo ven no sólo como un político sino también como una suerte de líder espiritual, aumentada esta percepción por el segundo nombre de Bolsonaro -Messias- y por el slogan que usó en su campaña electoral: “Brasil sobre todo, Dios sobre todos”. Lo ven también como el salvador que los rescatará de la crisis que viven hoy después de haber sido la sexta economía mundial. La crisis que viven la identifican como económica, política y moral. La crisis climática y la pandemia, por citar otras que Brasil también atraviesa, las consideran temas de la agenda “globalista”. Vale decir, enemiga.

 

Multitudes vigiladas

 

Si bien los organizadores del acto trabajaban con la expectativa de reunir 2 millones de personas, los hechos fueron más modestos: 150.000 asistentes, según la Policía Militar, que dispuso un total de 3.600 agentes, 1.400 patrulleros, 60 caballos, 4 drones y 2 helicópteros para monitorear las marchas, de acuerdo con una precisión que dio a la prensa la secretaría de Seguridad Pública del estado. 

A pesar de ser menor que la esperada, la convocatoria alcanzó a cubrir 1,5 kilómetros de la avenida Paulista entre las 11:00 y las 18:00, una presencia nutrida por autobuses que llegaron en un tipo de movilización claramente novedosa para muchos de los participantes. 

 

La foto del apoyo

Con ello, sumando la multitud reunida en Brasilia, Bolsonaro obtuvo “la foto” que había pedido en las vísperas a sus seguidores como prueba de que “el pueblo autoriza” sus movimientos y decisiones, calificadas de autoritarias por adversarios y observadores independientes.

El mandatario mantiene con sus seguidores un “diálogo” informal pero de efectividad prusiana a través de redes sociales. Esa comunicación preocupa a legisladores, otros actores políticos y expertos por el carácter extrainstitucional y “fuera del radar” de tales medios, permeables a la circulación de fake news, una de las acusaciones que se le hace a Bolsonaro y familia.

Como en Brasilia, donde los bolsonaristas llegaron la noche anterior a la plaza de los ministerios y se apostaron frente al Superior Tribunal Federal, en São Paulo -capital económica de Brasil- el movimiento también comenzó temprano. “Es un día histórico. Es Brasil diciéndole a los comunistas que no hay lugar para ellos”. “Nuestra bandera es verde amarilla, jamás roja”. “Le decimos basta al Supremo, se tienen que ir”, fueron algunas respuestas obtenidas a la pregunta de por qué los manifestantes estaban allí.

 

Milicias paramilitares

Policías y personas armadas a modo de tropas paramilitares, uno de los temores que había en días previos, no llegaron a presentarse, al menos ostensiblemente. El gobernador de São Paulo, João Doria (antiguo aliado y actual antagonista de Jair Bolsonaro), llegó a suspender a un comandante que había convocado a otros uniformados a unirse a la marcha. Tampoco se vio una adhesión unánime al uso de máscaras, distinción coherente con la actitud negacionista de la pandemia del “virus chino” entre los bolsonaristas.

Y si bien el clima entre los manifestantes era de una discreta euforia durante la jornada, el discurso de Bolsonaro en la principal avenida de esta ciudad mostró un endurecimiento tal que las alertas institucionales se pusieron al rojo vivo ante un riesgo de “ruptura”. “Señor Alexandre de Moraes ¡salga! Deje de ser canalla, deje de oprimir al pueblo brasileño. Ya pasó su hora, usted no existe más para nosotros”, gritó el mandatario refiriéndose al ministro de la Corte Suprema.

 

Ovación popular

La multitud, de presencia mayor que la prevista por observadores y encuestas de popularidad del político a pesar de la cifra reducida que dio a conocer la policía, acompañó cada frase con fervor creciente, ovacionando rítmicamente y con tono marcial a su líder. “Eres nuestro mito”, gritaron exaltados cuando el excapitán del Ejército atacaba al ministro que, en 2022, presidirá el Tribunal Electoral y a quien acusa de “perseguir al pueblo brasileño” y de fomentar el fraude con las urnas electrónicas. 

“Libertad, libertad”, corearon en otro momento de la arenga nacionalista, durante la que Bolsonaro mencionó la bandera brasileña, exaltó el voto como siendo “el alma de la democracia”, pidió “libertad de todos los presos políticos” y advirtió que no va a acatar “ninguna decisión más” del ministro al que llamó con nombre y apellido, a diferencia de su discurso de la mañana, cuando habló genéricamente de los miembros del tribunal.

 

Grito de los Excluidos

A menos de 4 kilómetros de allí, tres horas después de iniciado el acto bolsonarista, comenzaba en el centro antiguo de São Paulo la concentración de los opositores a “Bozo”, mote con que la izquierda busca connotar los modos autoritarios de Bolsonaro.

Con una convocatoria visiblemente menor, el acto responde a la tradición de celebrar este día “el grito de los excluidos”, una celebración de origen religioso vinculada con la agenda progresista del catolicismo. 

Allí había expectativas de que Lula, declarado adversario de Bolsonaro, pronunciara un discurso fuera de programa, pero esto no se cumplió. El acto fue dominado por banderas rojas de organizaciones como la Central Única de Trabajadores, Partido Comunista de Brasil, Partido Causa Obrera y Partido Socialismo y Libertad. Este último es el partido al que estaba afiliado el brasileño que apuñaló a Bolsonaro en 2018. 

Con una duración y asistencia menores que el evento de la avenida Paulista, este acto también transcurrió en clima pacífico y sin disturbios, con discursos en los que predominaba la frase de guerra del progresismo brasileño en los últimos años: “Fuera Bolsonaro”, un slogan que ha ido quedando desactualizado a medida que el derechista, como quedó demostrado este martes, ganó las calles, antiguo territorio de dominio de la izquierda.

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