Sergio Olguín entre los libros, el periodismo y el fútbol

Comenzó una nueva edición de la Feria del libro Mar del Plata 2022. Sergio Olguín será uno de sus invitados y, como adelanto, conversó con El Escribiente sobre Verónica Rosenthal, el periodismo, Boca y Riquelme.  

Sergio Olguín es escritor, periodista, guionista e hincha de Boca.

2 de Octubre de 2022 09:46

Sergio Olguín es escritor, periodista, guionista e hincha de boca. En el año 2013 aparecía La fragilidad de los cuerpos, primera novela con la periodista Verónica Rosenthal como personaje principal. En el 2021 se editó La mejor enemiga (Alfaguara – 2021), la cuarta novela de un proyecto de diez, con ella como protagonista.

Imagino que cuando uno escribe un libro, al terminarlo, los personajes quedan allí. Esperando, quizás, una segunda novela. El desafío aparece cuando la vida de ese personaje se extiende aún más y se da el fenómeno de que el personaje va creciendo a la par del autor. Es el caso de Olguín y Rosenthal. “Es raro.  Cuando tenés un proyecto como el que tengo yo con Verónica Rosenthal, la relación con ella dura muchísimo más.  Porque no solo están las cuatro novelas aparecidas, sino la idea de seguir escribiendo otros libros y eso tiene altibajos. Hay momentos donde uno tiene ganas de seguir contando sus historias y hay otros donde, en realidad, necesitas hacer una pausa y tomar un poco de distancia del personaje. Lo que sí resulta muy divertido es no solo reencontrarse con ella, sino también con su entorno: ver qué ha pasado y qué puede pasar con todas las personas que se mueven alrededor de ella, Federico, su jefa Patricia y su amiga Paula.  Son personajes que a mí me divierte mucho escribir sobre ellos” comienza diciendo el autor de Lanús.

-La particularidad de esta cuarta entrega es que recreás su infancia, de dónde viene esta Verónica Rosenthal que hoy conocemos…

- Es algo que tenía muchas ganas de hacer con ella hace tiempo con ella. En un momento pensé, en No hay amores felices, trabajar la infancia de ella, pero ya se me había ido para otro lado la historia y el argumento ya tenía muchas subtramas, entonces decidí postergarlos para esta. La infancia es algo que me gusta mucho como tema, ya lo había trabajo en Lanús y también con adolescentes y preadolescentes como protagonistas, es un tema que aparece cada tanto en mis libros. Pero en el caso de Verónica me resultaba atractivo entender de dónde viene su personalidad. Hay como ciertas características de su personalidad que tienen que ver con esa infancia en el barrio de Villa Crespo. En ese vínculo que establece con su abuelo, por un lado, un viejo militante comunista y en una familia muy burguesa, por el otro. En cambio ella tiene como una cosa de, casi te diría, militancia. No orgánica, pero sí en cuanto a sus intenciones e intereses que se van notando en los libros y que en parte vienen, de manera muy importante, de ese viejo militante comunista que es su abuelo y, por otro lado, de los vínculos que estableció en su infancia con sus amigos, con esa barra mixta de chicos y chicas, que era una barra típica de barrio, de aquellos que andan por las calles y se mueven con mucha libertad, donde los vecinos los conocen a todos. Yo quería que Verónica tuviera esa infancia, de alguna manera responde a cómo es de adulta ella.

Los diez u once años de Verónica se dieron en los principios de la década de los 90. Una infancia muy similar a la que pudieron tener muchos otros, pero en un contexto muy diferente. Pero siempre los amigos están presentes. Esos amigos que la acompañan a encontrar los principio éticos y morales que luego van a regir el resto de su vida.

Sergio Olguín se presentará en la Feria del libro Mar del Plata Puerto de lectura 2022.

-¿Te interesan más los vínculos o las circunstancias o situaciones donde se dan esos vínculos de la protagonista?

- Me interesa más cómo esos vínculos generan una historia. Hay como un doble juego: por un lado me interesa ver como se establecen esos vínculos, pero también cómo ese vínculo de la infancia se pasa a un montón de historias que desencadenan otras. Son como principios constitutivos de las historias de Verónica Rosenthal. Por ejemplo, la relación que tiene con Federico. Él fue su pareja y luego vuelve a serlo, fue un novio de juventud, o sea pasa por distintos momentos de su vida. Entonces, me interesa ver cómo cada momento responde a una determinad actitud, cómo ese vínculo va cambiando, va creciendo, se va convirtiendo en otra cosa y cómo eso puede influir en la propia vida de Verónica.

El proyecto de Olguín fue, desde el inicio, llevar la vida de la protagonista a lo largo de diez novelas. Un proyecto lúdico casi en homenaje a las novelas que lo inspiraron. Es decir, el policial sueco: Mankell con Kurt Wallander tiene diez novelas y de diez novelas, también era el proyecto de Stieg Larsson que murió cuando escribía la cuarta.

-¿Su mirada sobre el periodismo es la tuya o acá juega aquella diferencia entre autor y narrador?

- Verónica es un personaje, por razones ya obvias, muy distinto a como soy yo en muchas cosas, pero me pareció que estaba piola aprovechar al personaje para hacer una especie de tráfico de ideas y meter en Verónica lo que yo pienso sobre el periodismo. Verónica, en ese sentido, es una periodista muy anacrónica, es como si fuera de otra época. No está tan vinculada al mundo del periodismo de hoy que está más cerca de las redes sociales o internet.  Ella es una persona que sigue buscando información en las fuentes, en las personas mismas, no tanto en la computadora. Y ese tipo de periodismo, un poco anticuado, donde no utiliza la primera persona, por ejemplo, tiene como una cosa de volver a ese periodismo de otra época con el cual yo me siento muy identificado. Hay algo mío ahí dando vueltas en todo lo que piensa Verónica alrededor del periodismo.

- ¿Y cuál creés que ha sido, más allá de los cambios de soportes, el gran cambio en el periodismo de estos años?

- A ver, hablando desde el oficio, hubo cambios muy importantes: por un lado la precarización laboral, que ha llevado a que los periodistas hoy ganen muchísimo menos dinero que lo que ganaban hace 20 o 30 años. El oficio es un oficio muy mal pagado. Estamos hablando siempre de la gran masa de periodistas, después siempre obviamente hay algunos que ganan mucho mejor. Pero en la mayoría hay una gran precarización laboral. Después hay como una especie de algo muy salvaje, que se da ahora, que es el tema de la cantidad de entradas que puede tener un artículo en internet y eso hace que ese artículo vaya a ser considerado como bueno o malo.  No importa si la información es mentira, lo importante es que la gente entre a leer la nota. Eso ha hecho mucho daño al periodismo. Entonces, vos podés estar trabajando dos meses en una investigación periodística y entran doscientas personas a leerla y el otro solamente recicló material que encontró, refritó dos o tres datos que escuchó en la televisión y hace un artículo y lo visitan un millón de personas y eso es buen periodismo para las empresa periodísticas y para sus editores. La otra es nota basura y eso genera que se pierda cierta calidad de la escritura en el trabajo de investigación. Hay como un retroceso bastante grave y por eso mismo hoy me parece que el periodismo está más sostenido en proyectos individuales, en sitios más independientes que en los grandes medios que lo que buscan es eso, que alguien entre a leer la nota aunque no tenga información verdadera, aunque no haya ni siquiera información.

- Escuchaba hace algunos días que el periodismo sobrevive en las secciones generales de los medios, que aún se puede ver ahí el trabajo del viejo periodista…

-  Y da mucha bronca, porque en general los diarios argentinos, -no sé Clarín, La Nación, Página 12, Infobae, Perfil, digo argentino, en realidad los de Buenos Aires porque son los que conozco- son diarios que están hechos por muy buenos periodistas. Entonces cada tanto vos agarrás un informe con sus infografías en la edición de papel y antecedentes, notas en recuadros, y decís ‘guau, cuando quieren pueden hacer buen periodismo’. Entonces, lo que hay es una política, una decisión de priorizar muchas veces la basura, independientemente de lo ideológico; importa el ir, nada más, al efecto que produce en el lector las ganas de entrar ver qué dice. La nota pasa a ser qué le dijo Icardi a Wanda Nara y el primer párrafo de la vieja pirámide invertida que usamos cuando empezamos a hacer periodismo no existe más, porque la idea es esconder la información para que se puedan meter más, entrar, no salir rápido de esa página y eso, obviamente, atenta contra la calidad del periodismo.

-¿Hay vuelta atrás o ya no?

- No. Yo creo que siempre se va a poder hacer buen periodismo. Lo que pasa es que tiene que haber decisión editorial. Me parece que hay un problema bastante grave que yo lo he visto en las redacciones. Si bien hace bastante que no hago periodismo, desde el 2012 o 2013, cosas que quizás queden un poco viejas porque todo va cambiando, pero lo que yo notaba era en los editores decisiones (estamos hablando de esos que son los jefes, que no son los dueños de los medios, pero que se han puesto en representantes, en delegados de los dueños de los medios) que quitan la intención de hacer buen periodismo y no defienden a sus periodistas para que lo puedan hacer. Entonces, lo que pasa todo el tiempo no es tanto un problema de los periodistas, sino de editores, porque el periodista no pude exigir mucho. Vos sos un tipo que trabajás en relación de dependencia o sos colaborador y cobrás por nota y no podés decirle al señor Clarín o al señor Página 12 o al señor Infobae que te deje hacer un buen periodismo. El que sí lo puede decir es el editor, es el jefe de política, el jefe de sociedad, el jefe de cultura. Ese tipo tiene un poder dentro del medio y, en general, lo ejerce hacia abajo. Lo ejerce para bajar el nivel y no lo ejerce para exigirle a los medios que se haga buen periodismo. Si lo pusieron en ese cargo es porque confían en su calidad para trabajar de editor y no se aprovecha ese poder simbólico y concreto para exigir una mejor calidad de periodismo. Al contrario lo usa a ese poder simbólico para decirle al periodista ‘no vayas por acá’. Y eso es un problema.

La mejor enemiga es la cuarta novela de un proyecto de diez, con Verónica Rosenthal como protagonista.

- Por suerte está Boca para salir un poco de todo esto, ¿no?

- Sí, por suerte está para matizar todo esto. Ahora estamos mejor y mucho más tranquilos que hace unos meses…

- ¿Por qué Boca siempre es polémica? Quiero decir, le va bien o un poco mejor y es polémica, le va mal y es polémica ¿Tiene que ver con lo que hablábamos sobre el periodismo?

- Me parece que se dan muchas cosas. Boca es un caso muy extraordinario en realidad, porque por un lado es el equipo más masivo de la Argentina, junto con River, son los equipos que más mueven y a su vez son clubes muy politizados. Además hay algo que el periodismo no termina de digerir y que es Juan Román Riquelme. Riquelme es un personaje que nunca fue demagógico con los periodistas y eso molesta muchísimo. Y esto hace que, obviamente, todas las decisiones que puedan llegar a tomar sean mal vistas dentro del periodismo deportivo. Y además hay presiones políticas muy fuertes, porque el “macrismo” y Angelici, como representante del “macrismo”, en Boca siguen teniendo poder y eso hace que los medios tiendan a remarcar una crisis en el club, que son las mismas crisis que tienen todos los equipos: resultados que no se dan, técnicos que se van, jugadores que se enojan, dirigentes que se pelean. Pero lo de Boca se vive como una tragedia por fuera de Boca. Yo voy bastante a la cancha y el clima es generalmente otro, es un clima mucho más tranquilo. Te enojás con el equipo, con algún jugador, pero no se vive ese grado de locura y miseria que a veces quieren transmitir los periodistas deportivos, pero, por otra parte, es lo que mide. Yo estuve laburando en un programa deportivo, casualmente como hincha de Boca, y nos pasamos hablando de Boca y era una cosa de locos. Una vez estuvimos dos horas de programa hablando sobre si estaba bien que Boca usara una camiseta amarilla contra River. Dos horas. Yo creo que si Samuel Beckett se entera de que hablamos dos horas sobre una camiseta amarilla, llora de emoción por hacer algo tan vinculado a la nada misma. Es una cosa increíble y bueno…

- Como alguien dice, lo más importante de lo menos importante…

- Claro, uno no pude compararlo con la vida misma, pero es cierto que este simulacro de lo que es la vida, los que somos hinchas lo vivimos de forma muy intensa. A mí Boca me alegra o me entristece el fin de semana y vivo la semana pensando cómo va a formar Boca o cómo va a jugar. Eso no impide que yo tenga una vida, que pueda hacer cosas también, pero es cierto que a los que somos hinchas, no importa el club, así sea el más chiquito del país, nos haga sentir las mismas emociones.

Sergio Olguín no deja escapar ningún tema. El mismo gusto que da leer sus textos, es el que genera el intercambio con él. Olguín transmite en cada respuesta su placer por la escritura y su contacto con la realidad, lo que confluirá, quizás, en un texto por venir. Uno de esos textos que despiertan complicidad.

 

Sergio Olguín dialogará con Martín Kobse en el marco de la Feria del libro Mar del Plata Puerto de lectura 2022, el viernes 14 de octubre a las 18.30.