Evangelina Aguilera: “La poesía permite entendernos en el dolor”

La propuesta poética de Evangelina Aguilera cruza lo bello del verso y del pensamiento. El común denominador, en su obra, no son las temáticas, sino la construcción de las miradas y de la voz. Mercado Chino es su nuevo poemario.

Una casa no arde sola (2018) pretende ser un homenaje a Tarkovsky.

20 de Febrero de 2022 11:46

Dicen que Nietzsche definió a la filología como leer despacio. Da la sensación entonces de que, para leer poesía, hay que ser filólogo. La poesía tiene sus tiempos. Para su lectura y para su escritura. La poesía, también, y sus raros efectos, provocan cierta sensibilidad para el sentido y la intimidad. Para el sentimiento y el pensamiento. Para la experiencia y el ser. Poesía que siempre anuncia un nuevo comienzo, no solo por lo que dice, sino también por el espacio que abre. “Como el clavel del aire es la existencia: / algo sostiene nuestra debilidad en el vacío / y uno florece creyendo que es cerezo / para justificar la permanencia” sostiene Evangelina Aguilera en el poema Clavel del aire de su último libro Mercado Chino (Panadero Cultural – 2021). Y quizás esté hablando de poesía (de su poesía).

Mercado Chino es el cuarto poemario de Evangelina Aguilera. La constante búsqueda de la idea como puente a través de la palabra invita a la resignifiación permanente. Sintiendo a la poesía como un trabajo de orfebrería muy delicado, Aguilera piensa dicha experiencia como un diálogo permanente entre poeta y lector, poema y lector, poeta y poesía. Así, el quehacer poético se convierte en proceso de conocimiento del propio género y de uno mismo.

“El común denominador no son las temáticas sino la construcción de las miradas y de la voz. Me detengo mucho en como posicionarme al construir una mirada. La mirada varía, los objetos varían, pero la delicadeza en la construcción o la obsesión en la construcción de la mirada y de la voz es un denominador. Yo no sé si es una temática lo que hilvanarían los libros pero sí una intensidad en el recurso” dice sobre el denominador común que encuentra en sus poemas.  Y esa respuesta me lleva a pensar en el reino de la poesía de Aguilera: ¿serán las cosas particulares o partirá de abstracciones?

Evangelina Aguilera y el placer por la poesía.

-No pienso en abstracciones. Pienso en lo mínimo que me conduce a un pensamiento mayor. Una casa no arde sola (El Suri Porfiado Ediciones – 2018) pretende ser un homenaje a Tarkovsky, por ejemplo. A Sacrificio, esencialmente, que es una obra que me parece absolutamente conmovedora. Ahí, mi palabra intenta acercarse a ese objeto estético y, a partir de esas observaciones, poder llegar a otras cosas. En En la enorme presencia de lo nimio (Vinciguerra hechos de cultura – 2020) me dedico a mirar lo absolutamente ínfimo, porque en el momento de producción de ese poemario necesitaba mirar lo mínimo para pensar lo que no era mínimo. En Mercado Chino la mirada estuvo en la pandemia, en el encierro que supuso la pandemia, y es un diálogo con el único lugar que yo habitaba en esa época, que era un mercado chino. Era ver como vivíamos el encierro y el aislamiento desde distintos territorios.

-Todo a través de la palabra. Justamente, ¿qué valor tiene hoy la palabra?

- Muchísimo. La palabra es el hálito del ser. La palabra es lo que nos hace. Es como decía Martí, la palabra, la lengua, es el jinete del pensamiento. Por eso para mí la docencia es algo tan hermoso.

- Muy heideggeriano. Entonces, ¿volver a la palabra es volver a qué del ser humano?

- O a la conciencia del ser. La palabra no la perdemos nunca. Considero, volviendo a Heidegger, que debiéramos recordar nuestro ser, recordar que no somos una cosa, que somos un ser.

- Quiero volver a la importancia de la palabra, de la docencia, de los poetas. ¿Cuál creés que era el temor de Platón para expulsar únicamente a los poetas de la República?

- Precisamente, vuelvo a la mirada. Quizás los poetas tienen alguna habilidad en ver y decir que puede ser incómoda. Quizás fue por eso…

- Una mirada y un decir que además contagia, empatiza…

- Claro. Generan esa sensación de decir: “Yo a esto no lo había visto” o “Esto no lo había pensado”. Esa emoción, esa admiración de decir “Guau. Mirá, es cierto esto, yo no lo había visto…”

Tal vez la verdad de un buen verso se encuentre cuando este roza el silencio. Silencio que debe generar una gran puerta abierta al preguntarse por uno mismo y al pensamiento. La poesía necesita de un elemento primordial: el tiempo particular, un tiempo espiritual distinto, personal. Hablamos de una poesía como substancia sobre la cual se posiciona siempre algo más. “Arde el silencio en el fuego…” se lee en La abuela sordomuda de Una casa no arde sola. Tiempo y silencio. Pero, ¿qué puede decir, entonces, un silencio en poesía? Aguilera responde sin dudar: “En el hacer mismo de la poesía el silencio dice lo mismo que en la música, es un tiempo más.  Y los silencios y los espacios en la grafía son absolutamente significativos y en la vida el silencio es absolutamente necesario para pensar. Por eso la poesía va en otra vía, en otro carril con lo que a veces se propone como el aturdimiento, el ruido, el llenar, el consumir. Va por otro camino muy distinto. Por eso es muy difícil el lector de poesía y por eso cuesta tanto, porque también necesita otro tipo de procedimiento al que no estamos acostumbrados porque no es productivo. No es productivo aquietarse. Productivo es el hacer, pero en el hacer dejamos de ser.

-Un tiempo distinto, una predisposición  distinta, pero para dar lo mínimo ¿no? Me refiero que a veces son unas palabras, una línea, un verso, dos, tres, no más.

-Claro, la musicalidad, el sentido, dejarlo y luego retomarlo lleva un tiempo increíble. A veces uno se ofusca con uno mismo. Una podría estar cuatro o cinco horas con un par de líneas y es tiempo que se podría dedicar a otra cosa. Pero es una elección que uno hace en libertad. Eso también es importante. Es que uno lo eligió con libertad y alegría y, si bien tiene algunas rispideces con el resto del mundo que lo entristecen o lo debilitan, tienen que ver con un mundo que no tiene las mismas aspiraciones espirituales que uno, pero uno sí sabe que ha elegido lo que no podría hacer de otra manera, solo con un verso.

- Imagino que también es como una pulsión. Que eso busca una salida, que tiene que ser escrito.

- Si no sale, el cuerpo duele.

- ¿Y cómo es la relación del cuerpo con la poesía?

Tremenda. Cuando voy a escribir siento la sudoración en las manos, la sensación de calor en la espalda, no escucho, me abstraigo, es un momento hermoso. Luego me distancio y luego viene el momento más frio de la corrección. Pero ese momento en el cual yo sé que está, es como si yo escuchara el primer verso y hay algo que irremediablemente sale. Es algo físico, no lo puedo controlar y está buenísimo cuando pasa. Es un placer, esa es la palabra, placer.

Mercado Chino es el nuevo poemario de Evangelina Aguilera.

El sentir en la poesía el dolor extraño a uno no significa solo apropiárselo. Significa convertirse en aquel que lo contenga. La poesía, a través del lenguaje, como dijo Valéry, desnuda la carne del espíritu. Theodor Adorno formuló su idea de que escribir un poema después de Auschwitz, era un acto de barbarie. El dolor y los límites de lo indecible.

“La frase es excepcional. Considero que la traducción de la existencia del ser necesita de la palabra, no necesariamente del dolor. Es decir, toda sensación del ser tiene que ser traducida y no es menor traducir el dolor. No siempre uno observa el dolor, pero la poesía lo percibe y nos permite entendernos y entendernos en el dolor…” agrega Aguilera.

-Está bien eso de entendernos en el dolor, a pesar de lo doloroso…

-Vos fíjate que, al menos en mi experiencia, cuando uno se adentra en esta magia de escribir poesía va conociendo no solamente su ser sino percibiendo las miserias del ser y la liviandad del ser. Son descubrimientos que uno hace, que son descubrimientos del pensamiento ayudados por la palabra y por la belleza que son fundamentales y no siempre deben ser lindos o livianos.

Evangelina Aguilera anuncia que pronto se viene un nuevo poemario. Boccaccio para recitar es un libro escrito hace más de cuatro años, pero que recién será compartido. Y esa es la palabra. Compartir poesía es compartir la inmensidad de la palabra, de los instrumentos gramaticales. Pero también consiste en compartir aquello que parece quedar afuera de lo expresado, aquello que es elevado al ser nombrado en un verso. La poesía o aquello que más que suficiente es necesario para nosotros.