El Jesús encarnado de Amélie Nothomb

Lo nuevo de Amélie Nothomb viene de la mano de una reescritura de los evangelios. Un Jesús bien humano nos cuenta sus últimas horas, así como sus últimos pensamientos.

El interés de la autora estaba sobre el propio Jesús crucificado.

17 de Abril de 2022 09:22

Sed (Anagrama – 2022) es lo nuevo de la escritora Amélie Nothomb. En esta breve novela, la escritora belga le da directamente la palabra a Jesús de Nazaret, quien se encuentra encerrado en una cárcel luego de ser condenado a la crucifixión. En este espacio recuerda su pasado y, sobre todo, a aquellos que lo acompañaron (Juan, María Magdalena, Pedro, Judas). Luego, ya camino a la cruz, Jesucristo reflexiona (esa es la palabra) sobre esas horas finales, la vida, el dolor y la muerte. En la rueda de prensa de presentación del libro, la propia autora reconoció que “desde los tres años sentía que Jesús era un superhéroe, no tanto porque hiciera milagros, sino porque se somete voluntariamente al dolor, y no hay nada más humano y terrible que el dolor”. Nada más humano que el dolor.

Se lee en el texto, “Pese a la inmensidad de mi dolor, me acuerdo de hasta qué punto estoy en deuda con esta encarnación”.

Se trata de un Cristo humano, un Cristo encarnado (con todo lo que esto implica). Un sujeto que se siente enamorado, que sufre por lo que viene, que padece el dolor físico. De hecho, las reflexiones que cruzan el texto, y que lo cruzan a él, no son teológicas o religiosas, sino más bien, bien humanas. Demasiado humanas. 

Amélie Nothomb le da la palabra a Jesús de Nazaret.

Jesús, en esta instancia, representa a la humanidad. Sobre todo a los miedos de esta: el miedo al dolor, el miedo a la muerte. Como ya lo había hecho también Saramago, entre otros, la pregunta sobre el por qué Dios le otorga este destino aparece. Dice Nothomb, “Si fuese el hijo de Dios, sería fácil. A mí me interesa el humano, el hombre que fue Jesús, pero que podría haber sido cualquier hombre”.

Desde el título, Sed, uno ya anticipa que el cuerpo estará presente. Muy presente. El dolor, la crucifixión y el “desprecio por el cuerpo” que señala de su Padre, son ejemplos.

Escribe Nothomb: “Porque lo que mi padre me está infligiendo demuestra un desprecio por el cuerpo tan profundo que siempre dejará alguna huella. Padre, simplemente te has visto superado por tu invento. Podrías sentirte orgulloso de esta constatación, que demuestra tu genio creador. Pero en lugar de eso, so pretexto de dar una lección de amor edificante, escenificas el castigo más odioso y más cargado de consecuencias que se pueda imaginar”.

La sed extrema es ese “momento místico ideal” que lo transforma no en una metáfora de Dios, sino en Dios mismo. El amor que se siente por ese sorbo de agua es Dios: “Soy el que consigue experimentar ese amor por todo lo que existe. En eso consiste ser Cristo” argumenta en pos de resaltar las necesidades del cuerpo y el deseo.

Sus obras se han traducido a más de cuarenta idiomas de todo el mundo.

Uno de los momentos más impactantes y caro a nuestra historia es donde María pide el cuerpo de su hijo. “Mi madre pide que le entreguen mi cadáver y nadie le discute su derecho” se lee.  Para agregar, “…las madres cuyos hijos mueren necesitan el cuerpo del desaparecido, precisamente para que deje de estar desaparecido”, lo que nos lleva directamente a las Madres de Plaza de Mayo. “La relación se invierte hasta tal extremo que mi madre se convierte en mi huérfana”, se lee.

Amélie confesó que lo que quería contar era solo eso, “Jesús sobre la cruz”. Un Jesús humanizado, “Porque es ese el Jesús que me genera conflicto. La historia de Jesús en sí misma es maravillosa, nace en un establo, hace milagros. Pero el Jesús en la cruz para mí es insostenible, es algo que no puedo tragar, no puedo tragar”.

Según ella, fueron cincuenta años de previa para la escritura de este libro que le llevó varios años de escritura. “Sed es el proyecto más viejo, y creo que podemos decir, el más importante de mi vida”, asegura.

Con personajes potentes y varias ideas que disparan reflexiones sobre nosotros mismos, Amélie Nothomb nos deja uno de sus mejores textos.