El día que Carlitos Balá revolucionó una fábrica marplatense y paró la producción
Durante los últimos años, el ídolo popular fue la cara de una emblemática marca de Mar del Plata. Las charlas para que se sume y su emotiva recorrida por el Materno Infantil.
Por Redacción 0223
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Mar del Plata, alegría, amor, sonrisas, dulzura. ¿Cómo hacer una campaña publicitaria que transmita todos esos valores? Esa fue la pregunta que se hicieron los dueños de Alfajores Balcarce antes de la temporada 2017. Pensaron, tiraron ideas al aire, hasta que a alguien se le ocurrió un nombre que podía representar todas esas sensaciones: Carlitos Balá.
“Queríamos hacer una campaña que tenga impacto y que transmitiera los valores de la marca. Surgió la idea de Carlitos Bala. En un primer momento pensamos que era imposible pero nos emocionó la idea de poder hacerlo, por sabíamos que era una figura muy querida por todos”, recuerda Lorena Castrillón, responsable de Comunicación de la marca.
Nadie en la firma tenía contacto directo con él. Así, comenzaron a rastrearlo de distintos modos y lograron llegar a su hija Laura a través de los responsables del balneario de Playa Grande al que la familia Balá iba todos los veranos.
Hablaron con la hija y acordaron viajar a Buenos Aires para contarle cara a cara cuál era la idea. Nos recibió en su casa y enseguida al contarle la idea que teníamos que era jugar con ‘Qué gusto tiene el alfajor’ y todas sus frases célebres, quedó encantado”, cuenta Castrillón, emocionada y movilizada por la muerte del ídolo popular.
Así acordaron realizar al mes siguiente una jornada de grabación en Buenos Aires y fue la oportunidad de que todos los realizadores de la campaña descubrieran el nivel profesional del artista y su don de gente. “Era emocionante ver que apenas se encendía la cámara daba lo mejor y si algo no le convencía lo quería volver a hacer. Estaba pendiente de que su flequillo y de que su ropa se viera impecable”, recuerda.
Y hay un dato extra: nada de lo que finalmente se vio al aire en las publicidades y spots estuvo guionado: “Sólo le pedimos que hiciera lo que tuviera ganas, y el resultado fue increíble y espontáneo”.
Una pieza clave en esta historia -y en toda la historia de Carlitos Balá- es su esposa Marta, que estaba todo el tiempo cuidándolo y atenta a cada detalle. En cada oportunidad que tenía él aprovechaba para contar que la había conocido y declarado su amor en un colectivo. “Ella se sonrojaba cada vez que él lo contaba”, cuenta la especialista en Comunicación.
“Una revolución”
El resultado de la campaña publicitaria fue excelente para la marca. En todos los locales de Balcarce se había puesto una gigantografía de él haciendo el clásico “sucundrule” y la gente aprovechaba para sacarse fotos.
Fanático de Mar del Plata y con un departamento en la ciudad -motivo de broma en esos años porque era en el tradicional edificio Havanna-, Carlitos Balá aprovechaba para visitar los locales y preguntar sobre las ventas. También aprovechaba para darse algunos gustos: era fanático de los dulces, aunque tuviera que “aguantarse” los cariñosos retos de Marta por excederse con los alfajores.
Uno de los momentos más emotivos de la temporada fue la recorrida que realizó por el Hospital Materno Infantil, donde donaron alfajores y charlaron con los chicos internados, que lo reconocían como el “Abuelito” de Panam, mientras que los padres revivían todos sus recuerdos de juventud y se emocionaban.
Otro momento memorable fue la recorrida que hizo Carlitos Balá por la planta de elaboración de alfajores y postres Balcarce. “Ese día tuvimos que parar la producción porque todos querían sacarse una foto y saludarlo”, dice. Con su carisma y predisposición, el memorable artista conversó con todos, saludó, se sacó fotos y hasta les robó a los empleados de limpieza un escobillón para divertir a todos con sus ocurrencias. “Fue una revolución”, remata.
“Al año siguiente volvimos a renovar contrato con él y armamos una campaña relacionada con el mar donde jugamos a convertirlo en bañero de nuestras playas”, cuenta Castrillón.
Desde la empresa recuerdan la pasión con la que vivió el trabajo durante esas dos temporadas. Cada vez que cruzaba a una persona que compraba alfajores de la marca los felicitaba. Además, les pidió que le imprimieran postales con su cara y la marca para firmarlas y repartirlas entre la gente. “Era una persona muy sencilla, amorosa , que siempre quería robar una sonrisa”, resume.
Castrillón guarda como uno de los grandes tesoros de su profesión la invitación que Carlitos Balá y su esposa Marta a pasar un rato con ellos: “Compartí con ellos hermosos momentos, me regaló un libro autografiado, grabó saludos para todos mis familiares y amigos, siempre con una rima, una mueca y un gran amor”.
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