Una muestra inmersiva en el arte de Van Gogh

A donde llega la muestra inmersiva del arte de Van Gogh genera buenos resultados. Un gran número de participantes la acompaña y se mete en la obra y en la vida del pintor. ¿En qué consiste la experiencia?

Su amistad con Paul Gauguin y el polémico corte de su oreja.

31 de Enero de 2023 08:20

El arte inmersivo es un fenómeno mundial que permite acercar la obra y al artista al público masivo. Esto quedó demostrado con la experiencia que surge de la Van Gogh Immersive Art Experience en nuestro país donde ya millones de personas han pasado a través de ella.

Para llegar, uno debe enfrentarse primero con los murales de César Bustillo, en el hall principal del Hotel Provincial, para luego cruzar sus largos pasillos y encontrarse con los primeros signos de la muestra y del propio Vincent Van Gogh.

Una vez adentro, lo primero es meternos en la intimidad del pintor holandés. Para eso, vamos derecho a una maqueta de tamaño real que recrea El dormitorio en Arlés. Aquel dormitorio en el sur de Francia, con sus colores amarillos y pastel en abundancia, donde encontró parte de su mejor arte.

El inicio de la muestra está pensado en escenas. Quince escenas en total que nos llevan a recorrer no solo la vida del pintor, sino también sus influencias y sus búsquedas a través de la pintura.

Es así que arrancamos con su Período holandés en la Escena 1 donde “Sus campesinos parecen pintados con la tierra que siembran”. Luego, vamos por su Período parisino, ese tiempo post impresionismo durante el cual afirma: “Yo, por mi parte, estoy decidido a no tener más armas que mi pincel y mi pluma”.

La muestra inmersiva nos lleva a recorrer la vida, sus influencias y las búsquedas del pintor holandés.

Luego viene su Influencia japonesa, su búsqueda del Japón en el sur de Francia, hasta llegar a la Noche estrellada en el Ródano. “A menudo pienso que la noche está más viva y más ricamente coloreada que el día”, afirma Van Gogh.

Los Paisajes de Arles y Los retratos y autorretratos promedian esa primera parte de la muestra. Llegamos a La casa amarilla y a la habitación del pintor, la que ya nos resulta familiar porque estuvimos en ella, para apreciar de lleno en la Escena 10 a sus famosos Girasoles. La serie de estos cuadros, que son varios, va todo en el mismo tono amarillo, buscando que irradien más luz ante la vista. Son pinceladas gruesas que rompen con el estilo que preponderaba en la época.

Van Gogh busca en la naturaleza. Y en ella va descubriendo cosas todo el tiempo. Dice el pintor: “El camino pavimentado es cómodo para caminar, pero no crecen flores en él”.

Lo que sigue es su Amistad con el pintor Paul Gauguin. Los une la pasión por la pintura. Gauguin se muda con él un tiempo a su casa amarilla. Durante ese período pasa de todo entre ellos. Así como Van Gogh creó doscientas pinturas y más de cien obras, también discutieron, se agredieron y, finalmente, se da el polémico caso del corte de oreja del pintor holandés.

El 29 de julio de 1890 se pega un tiro en el pecho.

Van Gogh ya no puede con él ni con su alma. La escena 12 se titula Soledad y Locura. El pintor queda internado en Saint Remy. Sigue pintando para salvarse (pinta ciento cincuenta cuadros más). Llega a su obra La noche estrellada. Esta representa la vista desde la ventana orientada al este de su habitación de asilo. El pueblo es imaginario. Dicen que fue uno de los pocos cuadros que pintó de memoria, el resto era motivado por la vista del modelo. Lo pinta y luego intenta envenenarse tomando pintura.

Llega El trágico final del pintor. Fragmentos de las cartas a su hermano Theo nos explican todo. Van Gogh acepta su enfermedad y su crisis. El 29 de julio de 1890, abrumado por miedos e inseguridades, se pega un tiro en el pecho. Tenía 37 años.

La última Escena es El arte inmortal de Van Gogh. En vida solo vendió una sola pieza, todo vino después. En parte, gracias a la gran participación de su cuñada, la esposa y ya viuda de Theo, que luchó para que se conociera su obra.

Pero esto recién empieza. La muestra sigue su desarrollo y aún queda mucho Van Gogh por recorrer y el paso por un salón inmersivo nos transporta directamente a las obras y sus palabras. Sentado, acostado, de pie, uno puede disfrutar de esa parte de la muestra como quiera. Pero lo que no puede uno es desprenderse de la experiencia visual. Las más de doscientas imágenes de pinturas combinadas en proyecciones a 360 grados, en una coreografía sincronizada, logran que los elementos sensoriales sean de una estimulación fantástica. La voz que acompaña con palabras de Vincent transforma. Solo hay un silencio. Un tremendo silencio que se interrumpe con el disparo del final. Un ruido trágico.

Van Gogh. Siempre Van Gogh. “El arte es una técnica de supervivencia, pero algún día la muerte nos llevará a otra estrella”, dijo. Van Gogh y sus estrellas. En todas habita, como en sus girasoles.

Después de la muestra inmersiva recorremos Arlés hasta llegar a la Place Lamartine, al edificio número 2, hasta la propia casa amarilla. Ingresamos en ella, vemos los parques, los girasoles, el cielo y las montañas. La experiencia viene de la mano de la realidad virtual. Antifaz mediante, la tecnología nos permite meternos en el lugar del artista, en el lenguaje y en sus motivaciones.

Los girasoles y sus pinceladas gruesas que rompen con el estilo de la época.

Alcanzamos el último tramo. Pero aún queda más magia y, por supuesto, más Van Gogh. Las mesas se disponen en orden con siluetas de las obras del pintor en cada una de ellas (para ser reproducidas bajo la técnica del matriz gofrado). Cajas de crayones desparramadas por todos lados. Después de la tecnología, volvemos a lo más primario. Volvemos a jugar. Chicos y grandes disfrutan de copiar los originales del pintor holandés. Las sonrisas en chicos y grandes (y en aquellos niños y niñas que fueron) se suceden. La mejor forma de conocer al artista es haciendo lo que al artista le gustaba. Y estábamos tomando sus obras y recuperando nuestra infancia y los más pequeños entrando en el mundo del arte jugando.

El final está en la cámara de los espejos. Un espacio donde nos fundimos visualmente con la obra de Van Gogh. Una experiencia visual que juega con nosotros.

Salgo. Recorro los pasillos de la muestra buscando la escalera. Van Gogh por todos lados. Van Gogh que invita a más Van Gogh. “Quienes vistan a los museos quieren visitar a los muertos, a los habitantes de otros tiempos”, solía decir John Berger. Pero, en este caso, es algo totalmente distinto. Primero, porque no es un museo y segundo, porque al salir uno siente que Vincent Van Gogh y toda su obra están bien vivos.

La muestra Van Gogh Immersive Art Experience se puede visitar todos los días de 17 a 23 (días nublados desde las 15) en las instalaciones del Hotel Provincial.

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