El voto, divino tesoro

Un tercio del padrón electoral estaba compuesto por personas que emitían su voto por primera vez y el 17% de los votantes que le dieron el triunfo a Raúl Alfonsín eran jóvenes. El recuerdo de tres marplatenses que sufragaron por primera vez en 1983.

30 de Octubre de 2023 08:25

Ansiedad, alegría, emoción, euforia y convicción son algunas de las sensaciones de los integrantes del 17% del padrón electoral que el 30 de octubre de 1983 votaron por primera vez. Para las elecciones que dieron por ganador en la ciudad a Ángel Roig y consagraron a Ricardo Alfonsín como presidente de la Nación se presentó a votar el 85,5% del padrón y la Unión Cívica Radical alcanzó el 51,75% de los votos. Detrás se ubicó el Partido Justicialista que obtuvo un 40,16%.

“¡Llegaron las votaciones!”: Mar del Plata era una fiesta

Después de siete años de dictadura, los marplatenses se preparaban para “volver a tener voz y voto”, según titulaba el diario La Capital en su edición del 30 de octubre de 1983. En la casa de Nancy, los preparativos habían comenzado varias semanas antes. Cuando en febrero se realizó el llamado a elecciones su familia, de tradición radical se esperanzó. “¡Llegaron las votaciones!”, decía contento Don Atilio, su papá, mientras Doña Pocha, como conocían a María Elena, su mamá, tejía boinas blancas y refunfuñaba porque le parecía una locura que los radicales hayan cambiado de candidato presidenciable. “Decía que era una locura que Balbín no se postulara pero igual teníamos que estar con la 3”, recuerda. Ella, por su parte, hacía cuentas especulando con ingresar al padrón ya que, le faltaban dos meses para cumplir los 18 años.

Si bien en su casa la línea política era clara, no sintió que sus padres trataran de adoctrinarla en materia política. “Tuve la inmensa dicha que se me permitiera todo tipo de lectura y acceder a toda la información posible. Leía El Eternauta de Oesterheld, entonces mi hermano me bautizó Cucunauta, que era, según él, más barrial”, recuerda.

Ni bien se habilitó la consulta del padrón en el Correo Argentino, llena de expectativa se acercó a consultar si efectivamente iba a poder cumplir con su deber cívico. “Tenía ansiedad extrema por lo que iba a suceder, votar por primera vez, atrás quedaba el pacto político sindical, las intervenciones en provincias y municipios y con toda mi inocencia, festejé la reapertura democrática”, recuerda.

Para Nancy, las plataformas electorales eran algo completamente nuevo. “Las estudié pero me confundía porque veía muchas ramas de un mismo partido. Algo tenía claro: había que votar la 3, en esa época rechazaba al peronismo”, dice.

La campaña transcurrió con normalidad en la ciudad. Llegó el domingo y los nervios de Nancy se acrecentaban. Se levantó temprano, desayunó unos mates y aguardó la llegada de su cuñado que votaba en Batán igual que ella y había quedado en pasarla a buscar antes de las 8 para ir al Club la Avispa en su “camioneta verdulera”. Aunque ese día no se abonaba el pasaje de colectivo y tranquilamente podría haber ido en transporte público, le pareció una mejor opción ir acompañada por un familiar.

El domingo transcurrió con normalidad y partir de las seis de la tarde siguió junto a sus padres atentamente el escrutinio. El resultado se celebró en su casa. “Estábamos felices, había ganado Alfonsín”, recuerda y revela que amó el discurso del presidente electo que comenzó con el preámbulo de la Constitución Nacional. Desde entonces, jamás faltó a una elección.

 

Salir de los años grises

Los meses previos a la elección general, en Mar del Plata y en todo el país se vivía con una sensación de alivio y esperanza en el futuro. José Luis tenía 20 años, había empezado a trabajar en la empresa metalúrgica familiar, participaba de un movimiento de la iglesia diocesana y para él, las elecciones de 1983 fueron especiales además porque le tocó fiscalizar una mesa. 

“Los meses previos  había mucha mucha efervescencia, mucho movimiento mucha alegría por el paso que se iba a dar”, recuerda. A diferencia de lo que pasaba en la casa de Nancy, en su hogar “no se hablaba mucho de política, aunque sí se charlaba sobre las preferencias de la familia”, pero el anuncio del retorno de las elecciones “se vivió con mucha esperanza”. En su círculo de amistades el clima era similar: “Salir de tantos años grises… Había mucha, esperanza en el Congreso, en debatir ideas, proyectos…Que uno propusiera algo y el otro lo debatiera y se llegara a  acuerdos nos parecía muy esperanzador aparte había una época que no claro, que había una ausencia de todas esas cosas”, explica.

Por su militancia en el movimiento juvenil diocesano, José Luis tuvo la posibilidad de entrevistar a los candidatos de todos los partidos para la revista del movimiento. “Estaba bueno muy bueno porque entrevistamos a los candidatos y a referentes de la Iglesia en política como Monseñor Laguna por ejemplo y era una revista que se sacaba cada 15 depende de las posibilidades que había 15 o 20 días”, relata y segura que esas entrevistas le dieron un panorama sobre las propuestas de cada candidato.

“Las entrevistas nos iban dando datos que nos formaban. Las plataformas y las propuestas sí, las leí todas porque como era nuevo y no había más que radio y televisión los actos políticos se transmitían por radio”, dice José que meses antes del cierre de campaña tuvo claro a quien votar. Para él las campañas eran algo nuevo y estaba fascinado con ellas, con la cantidad de gente que movilizaban, la militancia y el color que tenían.

El domingo José Luis se levantó temprano para cumplir con su rol de fiscal de mesa en la escuela de Artes Visuales Martin A Malharro, donde llegó a las 7:30. “Fue un día larguísimo, estuvimos hasta las 11 cuando terminó el recuento de votos y se llevaron las urnas (que por entonces eran de madera)”. “Cuando salimos ya estaban festejando los radicales. Había  una fiesta en la plaza mucha alegría en la plaza de Rocha así que estuvo muy lindo y era un proceso esperanzador”, explica.

“La Asunción también fue una fiesta de la democracia. La vuelta a la Democracia creo que se festejó más que el triunfo de un partido político en especial”. José también valora la posibilidad de elegir gobernantes cada cuatro años y desde 1983 asiste a cada comicio. “Es el método indicado para seguir. Cualquier gobierno democrático, por peor que sea siempre va a ser mejor que cualquier dictadura y por suerte, si bien era frágil cuando comenzó todo este proceso ha tomado mucha fuerza y mucha presencia en la gente de eso está claro, que no hay que volver atrás con procesos antidemocráticos o de dictadura a pesar de todas las falencias y de todo lo oscuro que sobrevino después”, cierra.

 

Desafiar el mandato familiar con el voto

En 1983 Patricia tenía 19 años, vivía en un barrio periférico de la ciudad y, según recuerda ”por esa época teníamos mucho miedo”. El anuncio del retorno de la Democracia marcó en ella y su familia el alivio de “hablar y salir libremente”. Es que en su casa, de tradición justicialista, las últimas dictaduras habían marcado a la familia. 

“Mis padres vivían con miedo y sin quererlo nos lo habían inculcado a nosotros. Era otra época, no teníamos las facilidades que hay ahora para comunicarnos y avisar si llega a pasar algo”, recuerda. “La dictadura fue una época muy fea y cuando dijeron que se iba a volver a votar; te soy sincera, fue un alivio”.

Si bien el mandato familiar en la casa de Patricia pesaba, la aparición de la figura de Alfonsín a nivel nacional le pareció que iba a garantizar “un gobierno libre y mostraba ser íntegro”, y con esa creencia se acercó a la escuela 6 en la que emitió su voto, “nerviosa”, el domingo 30 de octubre.

Los nervios no se le fueron después de votar. Estuvo “con una sensación en la panza” todo el día. De la escuela, se fue a la casa de su novio a almorzar y antes de las seis de la tarde volvió a su casa donde con mates y facturas ella y su madre y con un aperitivo su padre,  siguieron el escrutinio definitivo.

En el hogar de Patricia la sensación era agridulce. Por un lado, estaba la desazón por no haber triunfado el Justicialismo y, por otro se celebraba que, después de siete años los argentinos hubieran podido salir de la oscuridad de la dictadura. “A mi Alfonsín me gustaba, qué querés que te diga. Hizo lo que prometió dentro de lo que lo dejaron”, analiza hoy, cuarenta años más tarde.