Entre el golf y la lluvia, el recuerdo de la breve visita de George Bush (padre) a Mar del Plata
El 1 de septiembre de 1994, un fuerte temporal de viento y lluvia azotó Mar del Plata. Sin embargo, el entonces presidente Carlos Menem no dudó en recibir aquí a su amigo, el exmandatario estadounidense George Bush (padre), para jugar una insólita ronda de golf.
George Bush fue el primer presidente estadounidense en visitar la Argentina de forma oficial desde que Eisenhower fuera recibido por Frondizi a comienzos de la década del 60.
Fue el 5 de diciembre de 1990, y el entonces presidente Carlos Menem lo recibía con un emotivo abrazo y un fuerte apretón de manos. Luego de la entrega de las llaves de la ciudad por parte del intendente Carlos Grosso, se escucharon 21 cañonazos y se entonaron los himnos oficiales de Argentina y Estados Unidos. Después, la agenda preveía un homenaje al Libertador San Martín.
El Gobierno de Menem recién asumía el poder, pero, a contramano de lo propuesto, se mostraba de forma liberal en lo económico. También adhirió a todas las políticas de Bush, incluso llegó a enviar dos buques a la zona de conflicto en Irak para que participaran de la operación Tormenta del Desierto. Esto llevó a que la gestión gubernamental de Bush apoyara fuertemente al gobierno local. El presidente estadounidense habló de “un milagro argentino”, a lo que Menem respondió con dos frases históricas: “Mi amigo George” y “Somos del mismo palo”.
Pero, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1992, George H. W. Bush fue derrotado por el candidato demócrata Bill Clinton, lo que abría cierta incertidumbre en el gobierno argentino.
Una visita amistosa en 1994
En septiembre de 1994, ya como expresidente, Bush regresó al país. En una visita fuera de todo protocolo, pero enmarcada en fuertes medidas de seguridad, George Bush padre, junto con su amigo el presidente Carlos Menem, decidieron jugar al golf en Mar del Plata para luego dirigirse al sur a pescar truchas.
La primera actividad no se dio en las mejores condiciones, ya que ese 1 de septiembre Mar del Plata fue azotada por un tremendo temporal de viento y agua, lo que no desanimó a los protagonistas.
Llegaron durante la mañana en vehículos oficiales acompañados por una gran comitiva, entre autos particulares y patrulleros policiales, para ser recibidos en el Golf Club Mar del Plata por el entonces intendente Russak. Llovía torrencialmente y el viento hacía imposible un juego en buenas condiciones. “Los caddies decían: ‘Pero, señores, ¿están seguros de que van a salir?’ No los podían proteger con los paraguas, porque el viento los llevaba por delante, los arremolinaba. Sin embargo, salieron. Era interesante ver cómo los caddies trataban de secar el grip con toallas (el grip es el lugar donde se empuña el palo para que no se resbale y uno lo tire); en algunos momentos, recuerdo, se usaban pañuelos para evitar eso. Jugaron solo cinco hoyos y ganó Menem, que cuando volvió lo primero que dijo fue: ‘Espero que el mundo se entere que yo gané’”, recuerda el periodista Nino Ramella, en ese entonces corresponsal de La Nación en Mar del Plata, en un registro audiovisual recuperado por Historia de la televisión marplatense.
Previo al final, Bush le dijo: “¿Y por qué jugamos? ¿Por qué no jugamos por una botella de champán, Menem (de la bodega del ex presidente)?”. Y Carlos Saúl le respondió: “No, es intomable”.
A pesar de todo, al lugar se acercó mucha gente, entre seguridad, socios del club, curiosos, invitados y muchos que solo querían una foto con alguno de ellos. Luego del juego, estaba programada una conferencia de prensa, donde se aclaró que sería breve porque el exmandatario norteamericano debía seguir con su recorrido; por lo tanto, se decidió que fuera una sola pregunta por periodista, salvo Nino Ramella, quien pudo cerrar con una segunda que tenía que ver con por qué creía él que había perdido las elecciones frente a Clinton. “La campaña de Clinton tuvo una expresión: ‘¡La economía, estúpido!’. Y cada vez que hablábamos de los maravillosos cambios y de trabajar con países en Sudamérica, la campaña de oposición volvió a ‘¡la economía, estúpido!’. Seguían diciendo que estábamos en una recesión y nosotros decíamos que no había recesión. Ellos insistían en que estábamos en plena recesión y, con el perdón de ustedes, la prensa los apoyaba y decía constantemente que estábamos en recesión, de alguna manera modificando o deformando la opinión del público ante una situación que no era real. Había mucha gente que esperaba un cambio después de 12 años y yo no supe transmitirle al pueblo y a la gente de Estados Unidos que estábamos en crecimiento, que en el tercer trimestre habíamos crecido el 3,8 %, y en el cuarto trimestre, 5,8 %. No lo entendieron. Y esa opinión prevaleció”, fue la respuesta.
Los protagonistas se saludaron, se sacaron fotos. Todos rieron y aquella foto quedó en la historia de Mar del Plata, mientras la lluvia y el viento azotaban la ciudad.
El inicio de una relación amistosa y “carnal”
La relación entre Bush y Menem había surgido al inicio de su mandato, el martes 26 de septiembre de 1989, en una cena de gala de la ONU, en Nueva York. Allí, una picardía del presidente argentino le permitió saludar a su colega estadounidense y sentarse a su lado, ante la mirada de espanto del fuerte protocolo diplomático. Al otro día, el miércoles 27 de septiembre, antes de una reunión protocolar, Bush lo llevó a pasear por el Jardín de las Rosas. Según cuenta la leyenda, mientras caminaban, Menem miró el día soleado y le dijo: “En mi país esto es un día peronista”. Luego, Bush le mostró su casa y presentó a su esposa, Barbara. La leyenda también cuenta que muchos paseantes que hacían el tour por Casa Blanca, se fotografiaron junto a los dos presidentes cuando este le mostraba los distintos salones.
A su visita de 1994, hay que sumar una última que George Bush hizo a nuestro país en 1999. Menem estaba a punto de terminar su mandato, pero tuvieron tiempo para compartir momentos en la residencia de Olivos. También en esa oportunidad, jugaron golf en el Jockey Club. Luego, Bush se marchó al sur “a pescar truchas”, que era otro de sus gustos en estas latitudes.
Lo que comenzó como una estrategia diplomática se transformó en algo más: una relación política cargada de símbolos, de consecuencias, encuentros y frases célebres. Una relación que trajo a Mar del Plata, en un día tormentoso y desapacible, a un expresidente estadounidense, protagonista de una de las primeras guerras de la década del 90, y a un presidente argentino a jugar al golf.
Leé también
Temas
Lo más
leído