El regalo por amor de Dardo Rocha a su esposa: Villa Santa Paula, entre fantasmas y el patrimonio cultural

En la esquina de Garay y Lamadrid se levanta la Villa Santa Paula, una muestra del pasado arquitectónico de Mar del Plata. A primera vista, parece un antiguo chalet más, pero quienes conocen su historia afirman que entre sus paredes aún resuenan los ecos de un amor profundo: el de Dardo Rocha y Juana Paula Merino. Un vínculo que desafió normas, atravesó distancias y dio origen a leyendas con fantasmas.

Villa Santa Paula: una historia entre el romance, lo sobrenatural y la reinvención urbana.

29 de Junio de 2025 08:43

Antes de pasar por la Villa Santa Paula, comencemos por el principio: Dardo Rocha y Juana Paula Arana Merino crecieron bajo el mismo techo, en una casa ubicada en Lavalle 835, pleno centro de Buenos Aires. Sus familias compartían el hogar, y ellos, además de ser primos por parte de madre, compartían la vida cotidiana desde chicos.

Con el tiempo, esa cercanía se transformó en algo más fuerte y lo que empezó como una amistad de infancia terminó convirtiéndose en una historia de amor. Pero la Iglesia prohibía el matrimonio entre familiares de sangre, así que casarse no era una opción simple. Dardo tuvo que pedir un permiso especial al clero para formalizar la relación y, cuando finalmente se lo otorgaron el 23 de agosto de 1873, la pareja dio el sí. Fue el inicio de una vida en común que duraría hasta sus últimos días.

Dos encantos por dos ciudades distintas

En uno de sus viajes a Europa, Dardo Rocha y Paula Arana Merino visitaron el valle del Loira y los campos en los alrededores de París. Bastó un simple paseo para que ella quedara fascinada con un chalet que parecía un castillo de estilo pintoresquista.

Planos de la Villa.

Cuando Dardo Rocha asumió como gobernador de la provincia de Buenos Aires, emprendió un viaje a Mar del Plata acompañado por su esposa. El trayecto estuvo marcado por incomodidades: primero en tren hasta Maipú y, desde allí, en galera hasta la ciudad costera, que por entonces era aún un pueblo en crecimiento. Aunque el viaje tuvo un tinte recreativo, el verdadero propósito estaba ligado a su estrategia política: fortalecer su imagen y afianzar apoyos de cara a su aspiración presidencial.

Sin embargo, aquel viaje, como el de París, los dejó encantados con la ciudad. Rocha escuchó las necesidades de los locales, pero, sobre todo, se dio cuenta del impacto que la llegada del tren podría tener en la ciudad; de ahí la promesa que más adelante cumpliría.

Tiempo después, Dardo Rocha regresó a la Mar del Plata y, gracias a sus gestiones para que el tren finalmente llegara, fue recibido con honores por Eduardo, hijo del mismísimo Patricio Peralta Ramos. La hospitalidad incluyó un banquete en el hotel La Amistad y, como obsequio, los Peralta Ramos y los Luro le donaron el terreno ubicado en la esquina de Garay y Lamadrid. Según una de las cartas que se conservan en el museo de Villa Mitre, se asegura que se lo otorgaron como "obsequio por extender las vías y para que pueda disfrutar de las bondades de la nueva villa balnearia".

El fundador de La Plata decidió, en secreto, construir allí una vivienda para el amor de su vida. Sin decir nada a su familia, comenzó con las obras y, un año más tarde, los convenció de visitar Mar del Plata con la excusa de ver un chalet en alquiler para la próxima temporada. Al llegar a Garay 1802, la sorpresa fue total.

Dardo Rocha y Paula Merino y su encanto por Mar del Plata.

Primero, porque la similitud con aquel edificio visto en París, y que tanto había maravillado a Paula, era increíble. Y segundo, porque aún faltaba lo más importante: Paula Arana Merino ingresó a la vivienda y observó, no sin emocionarse, que los hologramas impresos en manteles, ropa de cama y vidrios eran los de su familia.

Villa Santa Paula o Doña Paula, como se la conoció, fue el gran regalo de Dardo Rocha para Paula Arana Merino.

La casa propiamente dicha

La villa tiene una extensión que supera los 600 metros cuadrados, enmarcada en un lote de casi 1900. Es un chalet de estilo pintoresquista, del estilo manoir francés, que cuenta con seis habitaciones, cinco baños, dos salas, comedor, área de servicio y ático, todo distribuido en planta baja, planta alta, entretecho y sótano. Además, tiene un pequeño balcón, un extenso jardín, un hall circular de importantes dimensiones, una torre, cocina y un salón de usos múltiples; en este mismo nivel, pero con acceso interno, cuenta con un hall distribuidor y circulación, cuatro dependencias y un cuarto de lavado.

Una villa tan singular como la propia historia de amor entre Dardo y Paula: Primos hermanos, criados bajo el mismo techo, enfrentaron la negativa de la Iglesia. Solo con un permiso especial pudieron casarse el 23 de agosto de 1873.

Vivieron siempre unidos y murieron con apenas cuatro años de diferencia: ella en 1917, y él, luego de pasar por distintas facetas como político, militar y periodista, y también de ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, murió en 1921.

Las leyendas y el futuro

Hoy es la única casa de los Rocha que queda en pie; todas las demás fueron demolidas. La Villa Santa Paula, producto del amor por su mujer, fue degradándose de a poco. La corrupción fue ganándole espacio a la historia y al amor.

Fachada espectral de la Villa Santa Paula que llevó a que se la conozca como "La casa de las brujas".

El abandono comenzó a generar sombras y esas sombras comenzaron a generar leyendas. Ruidos extraños, movimientos nocturnos, sombras y resplandores provocaron que la leyenda urbana tomara lugar bajo el nombre de “La casa de las brujas”.

Durante años, los extraños ruidos que se oían en Villa Paula fueron atribuidos por los vecinos a la constante presencia de palomas y murciélagos que habitaban la casa. Sin embargo, no todos se conformaban con esa explicación. Algunos aseguraban haber visto una figura femenina moviéndose entre los jardines y atravesando las puertas, tanto de día como de noche.

Estas versiones despertaban inquietud, ya que no era fácil encontrar una razón lógica que las justificara. Lo cierto es que, por mucho tiempo, la casa fue señalada como un punto misterioso de la ciudad, donde no pocos decían haber presenciado la aparición de una mujer envuelta en sombras, recorriendo en silencio cada rincón de la propiedad.

Los años fueron pasando y, cuando se pensaba que Mar del Plata perdería una más de sus joyas arquitectónicas, primero fue rescatada por un arquitecto en 1995, logrando que fuera declarada Patrimonio Cultural y así su esplendor fue restaurado.

El parque de la Villa Santa Paula, protagonista de leyendas urbanas.

Luego, en el año 2003, la casa se vendió y se proyectaron distintos emprendimientos en el lugar. En 2017, el gobierno local envió un proyecto de ordenanza al Concejo Deliberante buscando autorizar la construcción de dos edificios destinados a locales comerciales, oficinas y vivienda en el predio. También se buscaba el compromiso expreso del propietario de preservar el buen estado de mantenimiento y la imposibilidad de realizar intervenciones exteriores que no se correspondieran con el carácter original del edificio o modificaran las fachadas principales, espacios exteriores, cercos, rejas, ornamentos constructivos, veredas y arbolado.

En la actualidad, en el lugar funciona una empresa de marketing y, hasta hace poco, en su parque funcionaba Botánico, un espacio de café y bebidas.

Escaleras en su interior.

Hoy, Villa Santa Paula sigue de pie como testigo silencioso de un amor que desafió límites familiares y burocráticos, y también como escenario de leyendas urbanas que se niegan a morir. Sin embargo, más allá de fantasmas y recuerdos, la antigua casona ha visto un proceso de transformación. De copia de un castillo parisino a símbolo de un amor; de leyenda urbana a un espacio dentro de la comunidad. Aunque los tiempos cambien, hay historias que prefieren quedarse a vivir donde todo comenzó. Y esta, entre el romance, lo sobrenatural y la reinvención, es una de ellas.