El portador de la luz es la nueva novela de Hernán Montenegro
La novela fue recientemente editada y será presentada en la Feria del libro de Mar del Plata. Narra la historia de un viaje hacia la oscuridad y la relación entre padre e hijo.
“La monótona existencia de Lucifer como rey del Infierno se ve interrumpida cuando Dios desaparece en la Oscuridad. Decidido a cumplir con su promesa de libertad para los ángeles caídos, le propone un trato a su hermano Micael: si logra traer de regreso a Dios, a cambio deberán perdonar a quienes lo ayudaron en su rebelión. Así comienza su recorrido por los reinos de la Oscuridad” y así comienza el segundo libro de Hernán Montenegro, al que ya colocaron en las librerías en el mismo estante que Tolkien y Martin, provocando en él la reacción de decir que “Todo es una locura”.
"El portador de la luz" (UMBRIEL – 2023) es la segunda novela del autor marplatense. La comenzó el mismo día que tenía su primera experiencia en un taller de narrativa, pero venía siendo pensada desde mucho tiempo atrás,
-¿Cuál fue la primera imagen de Lucifer que vos tenías en la cabeza?
-Era un ángel bastante hermoso, sacado, sobre todo, del primer Sandman, aquel que estaba inspirado en David Bowie. Después trabajé un poco esa idea y le terminé dando algo más de contextura física porque era un soldado. Era, por supuesto, bastante andrógino, no deja de ser un ángel.
-A lo largo de la novela hay un cambio en Lucifer. De ese soldado que decís, pasa a ser alguien más reflexivo, más emocional, si querés…
-Cierto. Yo creo que él siempre fue bastante emotivo. Él tiene muchas emociones, pero por el rol que siempre tuvo que tomar, al principio capitán de las huestes y después rey del infierno, él no podía dejar salir esas emociones. Lo que vamos viendo en la novela es a un Lucifer que va aceptando todo esto. Aceptando, también, que las emociones no lo hacen más débil, sino que, inclusive, le dan más fortaleza. Él muestra ese cambio en lo reflexivo, ese viaje a la oscuridad lo vuelve más reflexivo. Toma su existencia más en serio a partir de eso.
Hernán Montenegro confiesa que el personaje no le dio mucho trabajo. Dice: “Yo estoy obsesionado con la figura de Lucifer desde antes de escribir esto. Me imaginaba esta historia desde que tengo algo más de 20 años. Por ejemplo, recuerdo que iba en el colectivo escuchando música o leía El paraíso perdido de Milton y ya me imaginaba este Lucifer. Entonces, cuando empecé un taller de narrativa y empecé a escribir esta historia que tenía en mi cabeza desde hace un montón, el personaje ya estaba hecho. Yo solo tuve que trabajar más que nada con los antagonistas, explicar los reinos, encontrar más personajes secundarios”.
Los personajes hacen su camino, sobre todo en los diálogos potentes. En un escenario muy visual. Los muchos personajes, al ritmo de la historia misma, no dan respiro. Muchos de ellos se identifican rápidamente y otros suelen generar mucha empatía. “Siempre tiendo a que mis personajes sean grises, van a tener momentos en que alguien se va a sentir identificado en la nobleza de alguno, pero también en ciertos actos de egoísmo”, dice Montenegro. Y agrega: “Una acción o un diálogo valen mucho más para esos personajes. Soy defensor de que, a esta altura, la gente tiene herramientas para hacer su camino solos. Ya no tenés que tomarlos de la mano y hacer que todo sea super explicado, están los recursos, si no los usan allá ellos, pero se puede demostrar la construcción de un personaje en un dialogo con palabras correctas”.
-Es interesante pensar esa relación padre e hijo que se da en la historia...
-Cuando empecé los primeros borradores, la figura de Dios iba a ser como una especie de maestro de ajedrez. Pero después, mientras iba escribiendo, me pareció que sería mejor que, teniendo un Lucifer que se rebeló, su padre también fuera un rebelde. Así los mostraba más unidos. Luego viene ese Dios que se equivoca y lo que siente por su hijo. También hay algo muy personal, porque cuando yo empecé a escribir esta novela, mi papá había fallecido hacía un tiempo. Mi papá siempre creyó en mí y algo de eso hay en esto también. Más allá de los errores cometidos, él seguía confiando en el otro. Uno de los diálogos, donde el padre le dice al hijo que está muy orgulloso de él, esas fueron las últimas palabras de mi viejo antes de fallecer en el hospital. Él me tomó la mano y me dijo: “Cachorrito, estoy muy orgulloso de vos”. Cuando escribí la escena para el libro, sentía que algo le faltaba y se me vinieron enseguida aquellas palabras de mi viejo y lo filtré ahí. Como dijo Neil Gaiman, “Si vos no le estás poniendo el alma a una historia, no estás haciendo algo bien”.
El portador de la luz, como dijimos, es una novela que no da respiro. Alcanzan las 288 páginas para dejar satisfecho al lector y al buscador de épica. A pesar de ser la segunda novela de Montenegro, es la primera que empezó a escribir. Él esperaba su tiempo y el propio de la historia. “Yo me imagino que si alguien entra a una librería y ve 500 páginas de Hernán Montenegro va a pensar, ¿Le dedico a las 500 de Montenegro que no lo conozco o voy a las 500 seguras de Gaiman? Dedícaselas a Gaiman mejor. Estas 288 páginas están muy bien y alcanzan para conocer a un autor, esta novela es como una presentación de quién soy y cómo escribo”, dice el escritor.
(*) El portador de la luz se presentará el 7 de octubre en el marco de la Feria del libro de Mar del Plata.
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