Día del Deportista: Marita Peralta, correr y nada más
Representó a Argentina en dos Juegos Olímpicos, actualmente forma parte del Malgor Track & Field y se prepara para el maratón de Londres. En el día del deportista, repasamos la historia de una de las atletas más representativas de Mar del Plata.
-¿La viste a Marita?- le pregunto a Leo Malgor.
-Recién salió a trotar, para variar (risas)- responde el entrenador olímpico.
En las barandas de la pista de Atletismo Justo Román, Malgor le indica a un grupo de chicos sub 20 la cantidad de vueltas que tienen que dar para entrar en calor y empezar el trabajo de serie en “la colorada”.
- Sentate, ahora la busco.
Inconfundible, se la divisa en la pista de cross, con el rodete intacto, como si no hubiese hecho ningún esfuerzo, hombros relajados, braceo amplio, ritmo constante y parejo y gafas que le protegen la vista del sol que se hace sentir en la tarde marplatense, María de los Ángeles Peralta realiza el segundo turno de su entrenamiento para el maratón de Londres 2025.
“Estoy empezando a prepararme, tengo que ponerme en forma”, dice mientras nos sentamos en el banco de plaza dispuesto en un costado de las gradas. “¿Tenes tiempo?, mirá que es largo, empecé a los 8, tengo 47”, dice con una sonrisa que mantendrá durante toda la charla. Charla en la que remarcará en varias oportunidades que todo lo que logró como deportista fue a fuerza de entrenamiento y disciplina. “Nadie te regala nada”.
Convencida de que volvería a hacer lo mismo si pudiera regresar el tiempo atrás, la mujer que representó a la Argentina en dos Juegos Olímpicos en la categoría Maratón recuerda que, de pequeña, entrenaba en la Plaza San Cayetano, del barrio Hipódromo, acompañada por su papá y que el “fondo” no era lo que la apasionaba. “Fui velocista mucho tiempo”, dice.
“Los profesores en la escuela vieron que corría más rápido que mis compañeros y le dijeron a mis papás, y ellos averiguaron para traerme acá a la pista. Entonces, Abdul e Isabel (sus padres) la anotaron en la Mini Maratón de Apand, “una competencia que se sigue haciendo y de la que participo todos los años si estoy en Mar del Plata”, dice y recuerda que en esa competencia (tiene distancias de 100, 400, 800, 1000 y 1500 metros, dependiendo la edad del competidor) le fue bien y quiso seguir corriendo: “Entonces mi papá vino y preguntó si podía anotarme en la escuelita, pero era muy chica y al tiempito empecé a entrenar con Alberto Barceló, acá en esta misma pista”.
Con la llegada de los resultados aparecieron los primeros sponsors, que la ayudaron a ella y a su familia a concretar viajes que eran impensados para ella. A los nueve años, una reconocida cadena de supermercados apostó por la prometedora atleta, quien años más tarde sería parte del equipo Nike y llegaría a competir en dos Juegos Olímpicos en la prueba de Maratón.
“Londres fue un antes y un después en mi vida”, reconoce consultada por la prueba más importante de su carrera, al tiempo que resalta que se animó a los JJOO por los resultados que consiguió. “El alto rendimiento lleva mucho mucho trabajo y la verdad es que le tenía muchísimo respeto al maratón y al entrenamiento que requiere en alto rendimiento”, confiesa, y recuerda que se adentró en el fondo luego de transitar la maternidad. “Corrí el primer medio maratón en Rosario y el primer maratón también allá. Leo (Malgor) quería que pruebe la distancia y vea como me sentía”, dice.
Lo que siguió en su carrera como fondista fueron Mundiales, Sudamericanos, y dos Juegos Olímpicos. “Nadie me regaló nada. Todo lo conseguí con trabajo, entrenamiento y metas a alcanzar. Miro para atrás y todo el esfuerzo que hice valió la pena”, asegura y agrega que para ella, luego de la maternidad, fue fundamental el apoyo de su familia, del padre de sus hijas y de su hermana que colaboraban con la crianza de Maia y Ainhoa mientras ella entrenaba los ciclos olímpicos.
Marita hace un punto en la charla cuando habla de sus hijas. Mamá orgullosa, cuenta que las ahora adolescentes tienen dos ciclos olímpicos viéndola entrenar y “se criaron acá, en la pista. Cuando fuimos a Londres tenían dos y cuatro años, pasaron parte de su infancia acá”, dice. Hace unas semanas, su hija Ainhoa se consagró campeona en atletismo en los Juegos Bonaerenses, en la modalidad Salto en Alto (sub 14) y, hace 30 años, Marita hacía lo propio en los 1200mts llanos.
“Para mí es un orgullo, siempre las incentivé para que hagan deporte, el que quieran, pero que estén en movimiento y eligieron el atletismo”, cuenta mientras explica que cada vez que ve saltar a su hija tiene una sensación indescriptible. “La veo como se prepara para saltar y es como si saltase con ella”, comenta, mientras se toca el pecho como para explicar qué siente cada vez que va a ver las competencias.
Luego de la pandemia, Marita tuvo un impasse. “No me retiré, me retiró la pandemia”, dice entre risas y aclara que el retiro era algo que le daba vueltas pero que, al no tener lesiones importantes, no lo consideraba en lo inmediato. “Me pasó que después de la pandemia me empecé a enfermar. Por estar quieta, es muy loco, pero cuando volví a trotar me sentí bien y creo que eso, el ver que no tengo ninguna lesión fuerte, hizo que intente Londres. También tengo hace mucho la idea de hacer todas las grandes maratones del circuito, me faltan tres”, dice y, para reforzar la idea, como si se tratase de figuritas de colección, las marca con los dedos de su mano derecha.
La pandemia también trajo para Marita un nuevo desafío: entrenar atletas en desarrollo. Forma parte del cuerpo de preparadores de Malgor Track & Field, el club de atletismo y corredores aficionados que fundó el entrenador Olímpico Leo Malgor: "Leo me convocó y acá estoy. Soy la permisiva del equipo, ¡No sabés lo que me cuesta ser dura!. Leo es el exigente, el frio que da las indicaciones, yo soy la que abraza".
Consciente de que es una de las referentes del atletismo, Marita explica que para ella el reconocimiento por parte de la gente que no está vinculada al mundo del atletismo se da porque sus mayores logros deportivos se dieron en época de redes sociales. "Antes había un montón de chicas muy buenas, pero al no haber redes no se difundía tanto", dice Marita, al tiempo que reconoce que le da vergüenza el reconocimiento masivo. "¡Por ahí estoy en otra ciudad y me reconocen!", dice entre risas.
La tarde cae, el cielo se mimetiza con los colores de la pista, salimos del área de gradas, chocamos los cinco. Marita pone "start" en su reloj y continúa trotando, para variar.
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