En 150 años solo hubo una mujer que trabajó como chofer de colectivo
Trabajó del 63 al 69 para la empresa 12 de Octubre al frente de uno de los internos de la línea 532 en una época en la que ni la ciudad, ni la licitación del servicio de transporte funcionaban como se conoce actualmente. “La Gallega” García era además, una de las encargadas de organizar los cortes de tránsito en la época de carnaval en el barrio de La Perla.
Por Redacción 0223
PARA 0223
En los últimos 150 años, las mujeres marplatenses no escaparon a la conquista de derechos y terrenos que históricamente estuvieron ligados a la cultura masculina, aunque mirando los archivos de la ciudad sorprende que haya solo una mujer que logró insertarse en el mercado del transporte público de pasajeros.
Rosa “la gallega” García era una destacada integrante de la comunidad marplatense de la década del ‘60. Vivía en el barrio Nueva Pompeya y durante los carnavales organizaba los cortes de las calles por las que pasaban las comparsas.. García se desempeñó como conductora de colectivos desde 1963 hasta 1969, aproximadamente, en una época en la que ni la ciudad, ni la licitación del servicio de transporte funcionaban como se conoce actualmente.
Rosa comenzó a trabajar como colectivera cuando su marido, propietario de una unidad, puso el colectivo de tercera generación con ventanillas corredizas al servicio de la empresa 12 de Octubre. En esa época, de acuerdo a la investigación del historiador Rubén Calomarde, las empresas en esa época tenían micros propios y también tercerizaban” y fue gracias a esa particularidad que Rosa trabajó a la par de su marido arriba del colectivo que llevaba el número de interno 7.
“Ella fue quien le propuso a su marido trabajar arriba del colectivo para ayudarlo y de paso, sostener los gastos y ahorrar el sueldo de un chofer porque, al ser tercerizado, ellos tenían que hacerse cargo del salario de los conductores, como pasa actualmente en los taxis”, señala Calomarde.
Rosa realizaba el recorrido que comenzaba en avenida Libertad y Errea, continuaba por Independencia; de allí seguía hacia Luro y la Costa y tomaba calle Buenos Aires hasta llegar a la vieja terminal de ómnibus. Después se dirigía hacia Peña, pasaba por el complejo universitario de Funes y concluía el recorrido en el barrio Coronel Dorrego, siempre en el turno tarde.
Quienes la conocieron cuentan que los usuarios viajaban muy cómodos con ella, era muy cordial en el trato con los pasajeros, tenía un manejo muy fino y respetaba todas las normas de tránsito además de frenar siempre, cerca del cordón de la vereda. "También el parque automotor de Mar del Plata era muy distinto al actual, pensemos que la población era mucho menor”, aclara Calomarde.
De acuerdo a la reconstrucción de la época que pudo hacer el historiador, el barrio Nueva Pompeya, durante la época en la que Rosa vivió junto a su marido y su único hijo era un barrio “de clase media trabajadora” donde los negocios estaban concentrados sobre la avenida. “Era común verla arreglar el colectivo mientras se daba tiempo para las tareas del hogar y disfrutar todos los años de los carnavales que se hacían en la cuadra donde ella vivía", agrega.
Rosa manejaba un colectivo de la tercera generación de unidades con ventanillas corredizas y contaba con una ventanilla a cada fila de asientos. Era un modelo armónico con ventanillas amplias que permitieron a los carroceros jugar con sus formas y lograr diseños mucho más agradables a la vista.
Afines de la década del '60, los cambios en las disposiciones municipales en cuanto a la propiedad de las unidades de transporte público de pasajeros cambiaron y Rosa abandonó la actividad. Aún hay en Nueva Pompeya quienes recuerdan con una sonrisa a "la gallega" García, la vecina que que manejaba un colectivo y trataba con amabilidad a los pasajeros.
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