Gastón Cuesta: “En la Antártida el silencio es aturdidor”

La agrupación Antárticos de Mar del Plata se puso como objetivo acercar la Antártida a la comunidad. Entre las distintas actividades que realizan narran, explican e ilustran como es la vida en el continente Antártico. Algunas de sus historias tendrán aquí su espacio.

Las familias que llegan a la Antártida se alojan en Base Esperanza.

9 de Marzo de 2024 20:04

Mientras estudiaba meteorología, Gastón Cuesta se impuso dos objetivos: uno, convertirse en inspector meteorológico y el segundo, poder cumplir su trabajo en la Antártida. Ambos fueron cumplidos con creces. Se recibió, tiene hoy a cargo varios aeropuertos y en la Antártida Argentina estuvo dos años en distintas épocas. La primera fue en el 2011, 14 meses, y luego regresó en el 2018.

“La primera vez que fui en el 2011. Estuve 14 meses porque mi relevo no llegaba y no me podía ir porque éramos dos meteorólogos nada más. Fue un año muy lindo, estuvimos con muchas familias y creamos el grupo Scout de allá. Todo fue muy positivo. Conocí a dos dotaciones porque las familias están nueve meses y cuando se fueron yo me quedé unos meses más y estuve con todas las nuevas. En el 2018 estuve 12 meses clavaditos, porque el 26 de enero llegamos a la Antártida y me sacaron el 26 de enero del año siguiente”, recuerda Gastón Cuesta.

Las familias se alojan en Base Esperanza. Solo aquellos que ya han estado dos o tres veces solos en el lugar pueden solicitar ser acompañados por su familia. Es decir, tienen que tener experiencia en el lugar para poder ir acompañado. Estos grupos van rotando, lo que genera que los números de familias y personas varíe en la Base Esperanza. En el resto de las bases hay un número fijo que va entre 16 y 20 miembros por cada una de ellas.

Base Esperanza es la más grande de todas. Cuenta con una escuela, la N°38, que depende de la gobernación de Tierra del Fuego. Gastón cuenta que “Normalmente piden matrimonios de docentes, así ellos van en grupo también. Realmente es una experiencia muy enriquecedora”.

- ¿Esas bases están cerca entre sí? ¿Hay movimiento entre ellas?

- Una vez que llegás allá decís: “De acá no me muevo más”. La verdad es que depende mucho de la época. Es muy difícil moverse entre base y base, salvo que esté el rompehielos ARA Almirante Irízar. Este recorre las bases en verano, que es cuando no está congelado el mar, durante dos períodos para llevar combustible, correos, recargas, insumos y materiales. La distancia entre bases es mucha, pero se acorta por el tema del barco o por los helicópteros.

- ¿Cómo es la imagen, la fotografía que se ve, por ejemplo, desde un helicóptero?

- En la Antártida todo es muy raro. Nunca coincide la idea con que vas con lo que te encontrás. Nosotros, desde la agrupación, tratamos de trasmitir todo eso, pero a veces lo cuenta alguien que anduvo con trineos de perros y es completamente distinta al que pasó por el mismo lugar volando. Son experiencias totalmente diferentes. Se suele pensar que es un desierto blanco, que no hay nada, y cuando llegás allá te encontrás con montañas, animales, mares congelados, el mar que se quiebra y quedan los cubos gigantes sobre la costa y después la marea se los va llevando y te queda el mar limpio para ver. Tenés tantas experiencias que no te alcanza para contar todo. Además, los animales son increíbles, no te das una idea de la cantidad de animales que hay: aves, mamíferos, peces, caracoles...

- La verdad es que nunca hubiese pensado en caracoles. Y el silencio ¿Cómo es? ¿Cómo se escucha?

- El silencio es aturdidor. Sabés, todas las bases tienen motores gigantes con generadores. Vos a la noche escuchás esos zumbidos y durante el día también te acompañan, entonces el silencio total no se nota. Pero cuando cambian los motores por control o se apagan a veces, pedimos que eso tarde una hora, una hora y media, para sentir ese silencio que te queda. Es increíble, en ningún lado encontrás un silencio así. Nada, no escuchas nada más que tu corazón, como cuando te tapas los oídos estando afuera.

- Encima, acompañado por un paisaje donde no ves más que horizonte blanco...

- Tal cual, es así. Yo estuve en una base más o menos cerca del polo sur y te sentabas a tomar mate y mirabas por la ventana y veías cómo el horizonte se iba moviendo, no hay palabras. Lo más lindo de donde estuve yo es que vos mirabas para un lado, mirabas para el otro y veías solo blanco y para el otro
lado y también blanco. Estás en el medio de la nada.

Gastón Cuesta estuvo en una base cercana al polo Sur. Hablamos de Base Belgrano II, a 1.300 kilómetros del polo sur, siendo la tercera más austral del planeta. “En realidad, estaba ahí nomás, pero no se dio para ir y llegar porque cambiaron mucho las ubicaciones de las grietas. La gente del ejército sí hace patrullas, sale en grupos de motos y vehículos y hace un recorrido que dura un par de semanas y vuelve. Pero va alrededor, no sé si llegan hasta el polo”, cuenta.

Justo en el polo hay una base estadounidense. En el lugar hay un hotel y un aeropuerto internacional. El Polo Sur Ceremonial está dentro del área en la Base Amundsen-Scott. Ahí se puede encontrar una esfera metálica en un pedestal rodeado con banderas de firmantes del Tratado Antártico. Se localiza a
pocos metros del polo sur geográfico, que está marcado solamente por una señal y una estaca. La razón es que la capa de hielo se mueve 10 metros por año. La estaca se cambia de lugar cada año en Año Nuevo.

- ¿Para el movimiento diario se respeta los horarios del continente?

- Sí, la idea es mantener el ritmo de trabajo normal en el continente. Levantarse temprano, trabajar hasta el mediodía, después siesta o no, depende de la época del año, pero se respetan los horarios. Más que nada para no perder la cordura. Pensá que en el verano allá tenés el sol girando arriba tuyo todo el tiempo durante cuatro meses. Y después otros cuatro meses completamente de noche. En el intermedio hay como una penumbra hasta que sale el sol de nuevo. Meteorólogos siempre somos dos. Así que hacíamos 24 por 24.

- ¿Y el día de franco qué hacías?

- Te juntás con los chicos de la DNA, el Departamento Antártico Nacional, que son los científicos del lugar, y coordinás con ellos para salir a caminar, a recorrer un poco, pero sin alejarte por las grietas, Recorrés o te ponés a cocinar, ayudás al cocinero, los días que tenés libres aprendés carpintería, aprendés a soldar, mecánica, te relacionás con todos y aprendés a hacer de todo. Yo apredí a tallar, a trabajar la madera, allá todo es de madera. En Base Esperanza es todo de madera y todo se construye ahí mismo. Cada persona va con una función específica que debe cumplir y los ratos libres jugamos al fútbol, hacemos competencia de jueguitos en la compu. Se lleva de todo para hacer, se festejan todos los cumpleaños de todos, es una excusa para encontrarnos todos y festejar. 

A Gastón le gusta la fotografía (suyas son las fotos que ilustran la nota). Por eso, más que un diario de su paso por la Antártida, lo que logró fue una recopilación de experiencias a través de imágenes. Se podría decir que lo vivido no hará honor a las imágenes, las que de por sí son fantásticas, pero él mismo asegura que: “Todas las experiencias las vivís a pleno allá. Uno tiene que ir con la idea de que no tiene que improvisar, pero es muy cierto que te van a pasar cosas para las que no estás preparado.

Muchas veces no estás preparado, pero sabés con qué te podés encontrar, entonces te das cuenta de que mentalmente estás preparado. Yo sabía de los fuertes vientos, de la oscuridad, de las auroras, pero estar allá y vivirlo es otra locura que se anexa. Allá tenés que ir a aplicar todo lo que ya has aprendido”.

A la Antártida muchos la llaman desierto blanco. Es el cuarto continente más grande que cuenta con 14 millones de kilómetros cuadrados. Es un continente de extremos, de viento, frío y animales. Paisajes que enfrentan al ser humano con su propia trascendencia y donde todo se confunde. Cierra Gastón Cuesta: “Un pedazo de todo eso es nuestro. Nosotros creamos la Agrupación Antárticos para difundir nuestras experiencias allá. Darla a conocer. Porque si no se conoce es imposible quererla y defenderla”.

(*) En el marco de las actividades del Mes Antártico la Agrupación Antárticos Mar del Plata invita a la primera edición del Café Antártico. El anfitrión será el Dr. en Geología Daniel Martinioni, miembro del Cadic Conicet, quién presentará su último libro Antártida. Una mirada argentina desde la perspectiva fueguina. Martes 12 de marzo en el café del Hotel Tierra del Fuego, Entre Ríos 1525, a las 17 horas. Es una actividad libre y gratuita con una consumición mínima obligatoria.