Tres perros mitológicos

Los perros han sido compañeros del ser humano desde tiempos inmemoriales. Ya en los registros más antiguos se figura su presencia junto a la humanidad. En la Grecia mítica, por supuesto, aparecen de diversas formas.

Cerbero es el perro más reconocido de los mitos griegos.

16 de Junio de 2024 09:20

Cuentan que hace más de 30 mil años los humanos buscaron domesticar a los lobos para hacerlos sus compañeros. A lo largo del tiempo, devenidos en una especie nueva, los perros fueron inseparables de la raza humana.

En muchas culturas antiguas, los perros eran considerados fieles compañeros, cazadores, guardianes y guías espirituales. Se consideraban parte de la familia y partícipes de una relación especial. Por ejemplo, en la épica mesopotámica, la época del rey Gilgamesh, los perros acompañaban a la diosa Innana (Ishtar) en sus viajes y en Israel se han encontrado tumbas de ancianos sepultados con sus cachorros que datan de 12 mil años.

Para los antiguos griegos, los mitos y las historias de Homero o Hesíodo eran fiel a su pasado. En sus historias, por supuesto, los perros tienen también su lugar.

Muchos dicen que Argos, el perro de Odiseo, es el primer perro de la historia. En realidad, los perros ya aparecen en la Ilíada. Apolo provoca una peste maligna sobre los griegos y quedan los cuerpos como presas de perros y aves de rapiña: “… y dio al Hades las almas de muchos intrépidos héroes cuyos cuerpos sirvieron de presa a los perros y pájaros de los cielos”. Por lo que se podría decir que Argos es, en realidad, el primer perro nombrado de la Grecia antigua.

Representación del encuentro entre Argos y Odiseo.

Odiseo, una vez terminada la guerra de Troya, demora 10 años en volver a su amada Ítaca para reencontrarse con Penélope. Pero al llegar, se encuentra con los pretendientes de su esposa y de su reino, por lo que decide ingresar disfrazado para evitar que lo maten y recuperar lo suyo. Solo uno lo reconoce, a pesar de todo. Solo Argos, su perro fiel, supo que él había regresado. Lo reconoce, pero Odiseo no puede devolverle el gesto para no ser descubierto y luego muere: “… Un perro, tumbado allí, alzó la cabeza y las orejas. Era Argos, el perro del valeroso Odiseo, al que él mismo crió, pero no pudo disfrutar de él, ya que partió pronto hacia Troya. Antaño lo llevaban a cazar los jóvenes perseguidores de cabras agrestes, ciervos y liebres. Pero ahora, en ausencia de su dueño, yacía arrinconado sobre un montón de estiércol de mulos y de vacas, que ante las puertas estaba echado en abundancia hasta que se lo llevaran los esclavos para abonar el vasto campo de Odiseo. Allí estaba tumbado el perro Argos cubierto de garrapatas. Entonces, cuando vio a Odiseo que se acercaba, movió alegre el rabo y dobló las orejas, pero no pudo ya raudo correr junto a su amo. Éste, al verlo a distancia, se enjugó una lágrima, sin que lo notara Eumeo…”.

¿De qué raza sería Argos? José Juan Picos en su libro Animales divinos (Siruela – 2023) se responde: “(Odiseo) vivía en una isla pequeña y rocosa donde no abundaban los buenos prados ni las llanuras para criar vacas o caballos; los únicos rebaños de Ítaca eran de cabras y ovejas. Eso quiere decir que Argos ayudaría a pastorearlos. También cazaría las presas que suele haber en una isla de veinticinco kilómetros de largo por diez de ancho y llena de matorrales… Con las características físicas y el temperamento que hemos descrito nos podemos fijar en una raza canina de otra isla griega, la de Creta. Allí vive todavía uno de los perros más antiguos de Europa, quizá importado del Egipto de los faraones y las pirámides, el podenco cretense, cuyos antepasados se remontan a cuatro mil años de antigüedad; la Odisea no llega a los tres mil, así que Homero se pudo inspirar en ellos.

Lelape y la zorra Teumesia.

Otro ejemplo es el Can Cerbero, el guardián del Hades. Homero lo describe como terrible, suelen atribuirle tres cabezas, Hesíodo afirma que tenía cincuenta. Describen a sus ladridos como de bronce, es decir, como si una campana resonase. Su saliva era venenosa y en lugar de cola tenía una serpiente. Hesíodo también cuenta que, al llegar un alma al Hades, Cerbero advertía que su función era evitar que ellas salieran y que ingresaran los vivos. Pero hubo varios casos que lograron evitarlo: Orfeo, quien fue al Hades a rescatar a su amada Eurídice y utilizó su música para encantarlo y así poder ingresar.

Otros que pudieron evitarlo fueron Teseo, Eneas, la ninfa Psique y Hércules, quien lo saca del Hades. Según se cuenta, en su último trabajo Hércules ingresa por una puerta secreta al Inframundo y le anuncia al mismísimo Hades que se llevara a Cerbero. Este se opone y Hércules logra acertarle con sus flechas empapadas en el veneno de la Hidra. El dios debe ir al Olimpo a curarse y, en ese momento, Hércules enfrenta a Cerbero y logra vencerlo agotándolo en una feroz pelea. Es así que lo entrega al rey Euristeo y completa todos sus trabajos.

Portada de Animales divinos. Fauna mitológica de la antigua Grecia de José Juan Picos.

El último ejemplo es un perro autómata. Hefesto, el dios de la forja y el fuego, también el de los inventos, crea para Zeus tres regalos que le permitirán que su amada Europa no sea arrebatada por ningún otro dios o humano. Es así que Hefesto le ofrece al gigante autómata de bronce Talos, una jabalina que siempre da en el blanco y un perro de caza infalible. Este último se llamaba Lélape. Picos asegura que, “(…) también era un robot, pero de oro, y cuyo nombre significaba viento de tormenta (…) Tras muchas peripecias y cambios de dueño, terminó en Tebas, la patria de Hércules. Los tebanos vivían angustiados por culpa de la zorra de Teumeso, una bestia gigantesca que no se alimentaba de gallinas, sino de seres humanos. En cuanto la vio, Lélape corrió a cazarla, pero si él era un perro de caza robótico que nunca perdía una presa, la zorra era un animal imposible de cazar. Es lo que se conoce como una paradoja, es decir, un hecho ilógico y contradictorio. Como era lógico en un dios griego, a Zeus le pareció que aquella persecución era un espectáculo muy entretenido y digno de verse. Pero pasaban las horas y los días, y pasaron los meses, y el perro de caza infalible no atrapaba a la zorra inalcanzable. Aburrido, el rey del Olimpo los convirtió en piedra”.

Muchos otros animales han compartido historias con la humanidad a lo largo de su existencia, muchos otros, inclusive, han sorteado cambios significativos en el lugar que ocupaban. Pero el perro se ha mantenido como compañero constante y la literatura, desde siempre, lo ha reflejado de esa manera.