Atajo: un camino más corto para llegar a la justicia

Es un dispositivo del ministerio Público Fiscal que busca acercar las personas en condición de vulnerabilidad a la justicia. En Mar del Plata trabaja desde marzo en los barrios.

Pablo Carignano y Lucía Muraca son dos de los cuatro representantes de Atajo en Mar del Plata

16 de Agosto de 2015 09:53

Por Redacción 0223

PARA 0223

El Centro Integrador Comunitario del barrio (CIC) El Martillo es una ciudad aparte. Allí se puede aprender boxeo, música, mosaico, computación, terminar los estudios primarios y secundarios, hacer consultas médicas, o contar con la ayuda de profesionales del Sedronar, el organismo responsable de coordinar las políticas nacionales de lucha contra las adicciones. 

Apenas se entra, por la esquina de Gutemberg y Coronel Vidal un gran convenio de convivencia te recibe. Justo al lado,el Salón de Usos Múltiples se impone ante todos los que llegan por primera vez, es un espacio dedicado al esparcimiento y en el que también todos los jueves la Mesa de Gestión, compuesta por las instituciones que trabajan allí, define el futuro del lugar. A la izquierda, en un pasillo decorado con los mejores retratos de la historia del barrio, hay un atajo que te lleva al final, a esa mesa blanca del Ministerio Público Fiscal, en la que cuatro profesionales tratan de solucionar los problemas que los vecinos les hacen llegar.

Pablo Carignano es abogado, Juan Gelemur también. Gabriela Visciarelli es psicóloga. Y Lucía Muraca estudia arquitectura. Entre todos se dividen las tareas de esta Agencia Territorial de Acceso a la Justicia (Atajo) de Mar del Plata. Lesa humanidad, criminalidad económica, narcocriminalidad, trata, violencia institucional, género y corrupción son algunas de las áreas de su competencia.

Atajo es un dispositivo que depende de la Procuración General de la Nación, que tiene como principal objetivo facilitar el acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad y promover su participación en el sistema de administración  legal. Sus principales funciones se pueden resumir en:

  • Tener una presencia permanente en los barrios periféricos, con la posibilidad de recibir y derivar denuncias en torno a delitos de índole federal
  • Evacuar consultas y brindar acceso a información judicial
  • Facilitar la resolución alternativa de conflictos y generar mecanismos de prevención
  • Desarrollar acciones de promoción de derechos para fortalecer los vínculos comunitarios
  • Realizar acciones interinstitucionales con otros organismos públicos
  • Proponer a la Procuradora General de la Nación  acuerdos y convenios estratégicos
  • Diseñar y confeccionar Observatorios que identifiquen los problemas de acceso de los grupos vulnerables

“A veces es solo un asesoramiento para hacer algún trámite, otras veces es un seguimiento más extenso que termina en una denuncia o en una derivación a otra institución”, empieza a contar Pablo. Ellos pueden tomar una denuncia, pero sólo de casos de índole federal como problemáticas de trata, medio ambiente o drogas. De ser una cuestión que no pueda resolver la justicia federal, la derivación al ámbito provincial se hace de la “manera más práctica posible”,  es decir que por ejemplo se contacta con la otra institución que va a recibir a esa persona o se le explica cuál es la documentación que necesita llevar y debe tener preparada para el momento de la cita. Aunque, aclararon, “no puede hacerse en todos los casos”.

Para quienes viven en el centro pareciera que todo trámite es accesible. La Municipalidad cerca, centros de cobro por todos lados, las oficinas públicas al alcance de cualquier recorrido de colectivo. Pero para otros, muchas veces existen barreras que deben pasarse para poder llegar. “La económica es una traba importante, pero lo cultural también”, contó Lucía.

Esas dificultades no visibles, producen que por ejemplo una persona vaya a hacer un trámite y quien está del otro lado del mostrador no le entienda, porque maneja otros códigos. “Ir dos o tres veces y no tener una respuesta, es frustrante”, explicó Pablo. Entonces la persona termina “renunciando a ese derecho porque quizás ejercerlo significa un esfuerzo mayor y decide no reclamarlo”. Y es importante saber, que este conflicto social es algo que también ellos, los del barrio, pueden notar. “No me atendieron porque soy pobre” les contaron muchas veces los vecinos.
 

En Mar del Plata

Desde noviembre del año pasado existe este programa en la ciudad. Lo que primero se hizo fue una recorrida institucional para ver con qué otros organismos estatales se iba a trabajar. Después se buscó en qué territorios se iban a asentar. Y en marzo se empezó con la atención al público en los tres lugares definidos como de mayor vulnerabilidad.

En el CIC de El Martillo la presencia es permanente de lunes a viernes, en el barrio Malvinas Argentinas se atiende sólo los días martes, y se completa el despliegue territorial en el barrio Las Heras, más precisamente en el Hogar Nuestra Señora de Luján (coordinado por la hermana Marta), los miércoles de 10 a 14.

Esta decisión de estar todos los días en el Martillo le permite a Atajo “ser parte de la comunidad”. Los cuatro encargados de este programa ya se transformaron en caras visibles y conocidas por todos los del barrio. “El que viene a boxeo o a la escuela, te vé en los pasillos, y eso te permite generar otro vínculo y una identidad también  de la que somos parte”, opinó Lucía.

Derecho de familia, documentación y seguridad social son las cuestiones que más se han percibido en casi 500 casos durante estos cinco meses que trabaja esta agencia en Mar del Plata. Pero la idea siempre es tratar de ver los problemas de una manera integral, con las otras instituciones ya instalas en los barrios.

Lo que se busca es generar un rol activo en el consultante,  que esa persona tenga ella misma las herramientas de solución. Porque el acompañamiento es lo principal y la tarea de la psicóloga, fundamental.  No es lo mismo hacerlo solo.

"Una persona que es víctima de violencia intrafamiliar -contó Pablo- quizás no se da cuenta de que la sufre, entonces desde Atajo tratan de abrir juntos los ojos para empezar a desarmar ese ovillo de problemas enredados. “Una gimnasia que fuimos aprendiendo a media que pasó el tiempo es que una persona llega angustiada con lo que ella considera un gran problema y en realidad es la sumatoria de varios, entonces nuestro trabajo tiene que ver con ordenar un poco esos problemas, organizarlos e ir atacándolos de a uno”, explicaron.

Otra de las funciones es la promoción difusión de derechos. Talleres de violencia institucional, derechos de los niños, adicciones, trata, drogas, problemáticas de los jóvenes, son algunas de las temáticas que tratan de trabajar y difundir. Es por eso que una de las próximas tareas serán charlas en las escuelas de los barrios. “Saber que existe el dispositivo, que hay una justicia que no es un ideal o algo alejado, sino que está Atajo para acercar, es también es objetivo”, afirmó Pablo.
 

Tres historias

El hijo estaba detenido con prisión preventiva y  su mamá todas las semanas iba desde su casa en un barrio alejado, al  juzgado del centro para ver cómo progresaba la causa. Hasta que conoció Atajo y todos los viernes se transformaron en la visita al CIC para saber cómo seguía su hijo. Un día al chico le dictaron prisión domiciliaria, lo que su madre tanto buscaba, y la alegría que esa mujer sintió fue inexplicable.

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Una mujer hizo varias denuncias por violencia de parte de su expareja, pero no obtenía ninguna respuesta. El hombre, había llegado a juicio pero tenía una pena en suspenso y debía comportarse según determinadas condiciones: tenia una restricción de acercamiento. Pero que las agresiones continuaron. Ante eso, la victima recurrió a la fiscalia federal, y a través de Atajo se le recibió una nueva declaración. Luego, la justicia provincial revocó el beneficio.

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Silvana tiene 55 años. Nació en Uruguay, pero desde muy chica viven en Argentina sin un documento de identidad que la reconozca. Por esa situación irregular, nunca pudo acceder a un subsidio para sus siete hijos, ni votar, ni ser elegida para un cargo local. Su vida era como ese ovillo con una punta imposible de visualizar para empezar a desarmar. En varias oportunidades, quiso empezar el trámite, pero tras muchos requerimientos y formularidades que no pudo entender, desistió. Y así llegó, en busca de una solución que pudo encontrar ella sola con la ayuda de Atajo.

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