“El pasado tiene un misterio, un secreto que el lector intenta develar”
Aunque no es lo suficientemente valorada por el periodismo especializado, la novela romántica e histórica es en la actualidad el principal motor de la industria editorial.
Uno de los libros más buscados del verano es Amores prohibidos, las relaciones secretas de Manuel Belgrano (Planeta, 2013), un texto de Florencia Canale en el que se revelan los deseos más ocultos de una figura central de la historia nacional.
Otro es La dama de noche (Emecé, 2013) de la escritora cordobesa Viviana Rivero, que propone una historia de amor a comienzos del siglo veinte.
En su paso por Mar del Plata, donde participaron del ciclo Verano Planeta, las autoras conversaron con 0223 sobre el interés de los lectores por indagar en el pasado, un fenómeno que atrapa multitudes.
—Tenemos, por un lado, la vida amorosa y hasta ahora oculta de Manuel Belgrano y, por el otro, una historia de amor que se desarrolla a principios del siglo pasado. ¿Cómo se construyen estas historias?
Florencia Canale: —Se investiga, se lee mucho. En mi caso, fueron dos años viviendo suspendida en ese tiempo, con esos personajes que son héroes que existieron y que fueron muy importantes.
En mi caso, busco que el mayor rigor histórico y por eso trabajo con un historiador, con quien consulto todo y a quien recurro casi una especie de sabio absoluto porque soy un poco obsesiva con todo, no me quiero equivocar en nada.
No busco hablar sobre todos estos señores sobre los que hemos leído en el colegio, sino son cómo era esa ciudad en el tiempo que transcurre la historia; cómo se vestían las mujeres, qué comían; a qué jugaban los niños, el manejo social de otras mujeres. Me gusta reponer hasta el mínimo detalle de todo entonces es un trabajo de un goce superior porque me transformo casi en un detective. Me meto en ese personaje y trato de buscar hasta la última pista que me lleve al asesino, y el asesino es el libro terminado.
Por otra parte, mientras preparo ese libro, trato de leer solamente lo que tiene que ver con la época, con el personaje.
En el caso de Amores Prohibidos, sólo leía todo lo que tuviera que ver con Belgrano, su correspondencia. Además está la búsqueda de esos libros que están discontinuados o que ya no se encuentran y que para nosotros son tesoros. La búsqueda de esos libros, muchas veces, es una historia en sí.
Viviana Rivero: —En la novela romántica, uno puede tomarse licencias en la parte histórica, salirse un poco pero a mi me gusta atenerme cien por ciento a la historia, no quiero torcer las fechas; sino adecuarme a ellas.
En la confección de los personajes sí tengo más libertad, puedo inventar lo que se me dé la gana porque es ficción. Esto es muy apasionante porque uno tiene que llegar a conocerlos. A la mitad del libro uno ya sabe a qué es alérgico, qué tipo de ropa se pondría. A medida que todo avanza yo me transformo en cada uno de ellos.
—Al pensar en un libro que aborda la vida de Belgrano, uno se pregunta qué más se puede aportar sobre un personaje del que tanto se dijo.
FC: —Todo lo que se ha escrito sobre Belgrano es sobre su aspecto político pero se ha entrado poco en el ser humano, en su vida más íntima, más privada. Se ha dicho tanto, pero Belgrano tuvo hijos no reconocidos y criados por otros héroes importantísimos de la patria, tuvo mujeres, tuvo una vida amorosa muy intensa. Era un personaje digno de tener su historia contada. ¿Cómo no vamos a saber que este hombre que era tan seductor, tan guapo, tan adorado por las mujeres?
—¿Cómo se elige sobre qué escribir?
FC: —Yo elijo personajes con claroscuros. Si es una vida demasiada blanca y transparente, no tengo nada para contar. Si es una persona con contradicciones, con conflictos, entonces hay algo para contar.
Con Remedios y San Martín, me pareció que la historia de Remedios no había sido contada, que había sido un personaje bastante secundario pero yo quería transformarla en Remedios de Escalada, no en la mujer de San Martín. Me pareció que había sido una mujer bastante ignorada a pesar de que ella y su familia tenían algo para contar.
Belgrano había tenido dos hijos, de los cuales uno se lo había criado Rosas y él no lo había llegado a conocer; tuvo amores intempestivos y clandestinos, cosas que no se sabían demasiado. Se habla de él como el hombre más moral de la Argentina, pero ese hombre tan moral no se casó nunca y sobre él se hizo una construcción falsa sobre una identidad, sobre si es gay o no y toda esa pavada.
Saber de la vida privada de Belgrano agrega detalles a ese hombre que intentó lo que intentó y al que algunas cosas le salieron bien y otras mal.
VR: —Para mi es distinto: empiezo por el alma del libro. Primero pienso de qué quiero hablar, cuál es el tema que me da vueltas en la cabeza aunque no necesariamente es el argumento. Después surgen los personajes. Por ejemplo, en La Dama de Noche yo quería hablar sobre la importancia de vivir en plenitud, sobre cómo la plenitud quita la medida del tiempo. Luego elegí una época que me pareció interesante y empecé a trabajar en los personajes.
Lo mismo me pasó con los otros libros. En Y ellos se fueron yo quería hablar de las segundas oportunidades. Yo quería decir: si somos lo suficientemente valientes, la vida nos da la revancha de ir por aquellas cosas que hemos perdido. En base a eso armé la historia de Isabel, de Paco y Antonio. Isabel, en un momento de su vida, se da cuenta de que no es completamente feliz y para ser feliz tiene que tirar a la basura mucho de lo que tiene en ese momento. Primero el tema, después época, después personajes.
—Ambos libros son éxitos editoriales, los más vendidos del verano. ¿Por qué la gente elige este tipo de lecturas?
FC: —Me parece que la gente está ávida de leer historias de amor, humanas, de personas de carne y hueso. Además creo que el pasado tiene un misterio, un secreto que el lector intenta develar, sobre el que necesita buscar respuestas. El pasado es convocante.
VR: —La novela histórica tiene un plus: transporta a otra época. Además hay mucha gente a la que le gusta aprender.
FC: —Es como estar en la máquina del tiempo. Aparte, nadie leería una manual de historia a la playa pero sí una novela, sobre todo si está entretejida a través de la historia. Es interesante. A veces la realidad es bastante hostil. Cuando yo estoy escribiendo, me cuesta mucho volver, yo me quisiera quedar allá.
—Felipe Pigna fue un precursor en este sentido.
FC: — Sin dudas. Abrió cantidad de puertas y empezó a contar los detalles que se habían perdido en las grandes historias, en los grandes relatos. Vino a contar lo más chiquito que es, en definitiva, lo que arma lo grande.
—Recién, Florencia, hablabas de Remedios de Escalada, un personaje secundario que vos decidiste que fuera protagonista. Si rápidamente nombramos mujeres importantes de nuestra historia se me ocurre Eva Perón y, más atrás, Juana Azurduy, que desde hace un tiempo empezó a ser reivindicada. Pero, ¿se nos hace justicia? ¿Qué lugar se nos deja ocupar a las mujeres en todo esto?
FC: —En general no se nos ha hecho justicia pero me parece que desde hace un tiempo a esta parte empezó a haber una reivindicación de los lugares de las mujeres. A mi me da una curiosidad inmensa la incursión de la mujer a través de la historia o cómo se ha terminado de construir la identidad femenina. Es algo que me interesa mucho. Por eso empecé con Remedios, porque sino era la historia de los hombres contada por hombres.
Las mujeres también han tenido un lugar. Por supuesto no el lugar de choque, de la acción, pero sí un rol importante. En Amores prohibidos descubrí que durante la Semana de Mayo, la mujer de Vieytes iba a la plaza vestida de hombre para poder estar. Esa, sin dudas, era la actitud de una mujer de avanzada.
VR: —Yo creo que la mujer ha ido ganando un reconocimiento a lo largo del tiempo; siempre hicieron las cosas, pero antes no eran tenidas en cuenta. Nosotras, en nuestros libros de historia, tenemos que contar qué pasaba en la trastienda que es, en general, donde actuaban las mujeres.
—Si bien cada vez más novelas románticas e históricas se han ido transformando en best seller, ¿son lo suficientemente reconocidas por el periodismo cultural o especializado? ¿Cuánto hay de prejuicio?
FC: —A mi me parece que es un género muchas veces ignorado porque pareciera que hablar de un “fenómeno” bastardea el gesto de la lectura. Yo no creo en los géneros buenos o malos, lindos o feos. Creo en la buena o mala literatura en sí, entonces me parece que ignorar las y los cientos de miles de lectores ávidos de leer novela histórica es ser bastante necio.
El policial y la ciencia ficción fueron literatura menor durante mucho tiempo y después pasó a ser casi literatura de elite. Me parece que con la novela histórica ha pasado lo mismo.
VR: —Creo que hay una apertura y que no se puede seguir ignorando algo que mueve masas.
Luego de que se supiera que con uno de mis libros se iba a hacer una miniserie en España, me hicieron por primera vez un reportaje en una revista cien por ciento intelectual que en su momento no me había prestado atención. Es inevitable no mirar qué pasa con esto.
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