La desconocida historia de la pelota de los primeros goles de Maradona

El arquero Rubén Lucangioli sufrió la goleada propiciada por un juvenil Diego Maradona, pero como un gran visionario, guardó durante 20 años aquella pelota, hasta que sucedió un hecho insólito. El recuerdo de su familia con 0223.

Santiago (nieto), Angélica (esposa), Milagros (nieta) y Fabián (hijo), la familia de Rubén Lucangioli, 40 años después en la vieja puerta del estadio San Martín (Foto: 0223).

14 de Noviembre de 2016 00:38

Es una buena historia dentro de la gran historia. Nunca contada, nunca profundizada. Y que la excusa del perfecto calendario que marca que se cumplen 40 años de los primeros goles de Diego Armando Maradona en el profesionalismo, aparece como una gran oportunidad para sacarla a la luz de los lectores. ¿Qué sucedió con la pelota de ese partido que se jugó en Mar del Plata y con la que el ex campeón del mundo con el seleccionado anotó los primeros goles de su carrera?. 

Rubén Alberto Lucangioli fue el arquero que "sufrió" la goleada de Argentinos Juniors ante San Lorenzo de Mar del Plata. Y pese a una trayectoria que comenzó en Estudiantes de su La Plata natal y que lo tuvo durante 12 años consecutivos disputando los Torneos Nacionales -también para Kimberley y Aldosivi-, quedó marcado a fuego por ese partido. Visionario, sorprendido como sus compañeros por la magnífica actuación de ese pibe de 16 años, y pese a la bronca lógica de la derrota, se llevó la pelota de recuerdo y la guardó durante 20 años.

Fabián Lucangioli, el mayor de sus tres hijos, se reunió con 0223 para repasar la desconocida historia de aquel esférico de cuero y, lógicamente, recordar a ese gran padre que falleció el 30 de marzo de 2005 pero que dejó una inmensa familia que lo tiene siempre presente. Él, con 13 años, estuvo en la tribuna de avenida Champagnat en aquella tarde donde Maradona venció a su "viejo".

"Habitualmente en casa se armaban tertulias futboleras, viendo partidos o recordando su trayectoria. Entonces, un día a mediados de los noventa, empezamos a discutir por una nota que la revista El Gráfico le había puesto a él, en un partido donde con San Lorenzo de Mar del Plata le atajó un penal al ´Gringo´ Scotta de su homónimo de Boedo. Le habían puesto un 10, pero él decía que era un 9. Mi viejo tenía en un altillo trofeos, fotos, y cajas con recortes de diarios de todos los partidos que jugaba, archivados por mamá, entonces subí a buscar aquella revista...", comienza a relatar Fabián a 0223, a modo de introducción.

Todo sucedió en la casa familiar de los Lucangioli en el barrio Florida. Una duda estadística derivó en un redescubrimiento. "En ese altillo había de todo. Hasta un wincofón. Resulta que observo una gran bolsa con un cartel y me pregunto, ´¿Qué hace esto acá?´". Al bajar a la planta baja, Fabián recibe un grito de su padre: "¡No, eso no me lo toquen que es sagrado! Es la pelota de los goles de Maradona".

Los guantes que Rubén Lucangioli usó aquella tarde de los goles de Maradona.

"Yo sabía que la tenía pero no en dónde. Estaba bien guardada. Una bolsa adentro de otra bolsa, y adentro de otra bolsa. Y al final, la pelota a medio inflar, cuarteada por el paso de los años y con los dos guantes que usó ese día", describió Lucangioli hijo. Y añadió: "Papá me dice ´eso lo voy a guardar de por vida, igual que los guantes. Fijate que en las fotos de los goles se certifica que son. Esto dentro de 50 años va a valer una fortuna´". Pero la pelota no tuvo destino de pieza de museo ni mucho menos.

Fueron varios los llamados que Rubén Lucangioli recibió en su casa de coleccionistas y fanáticos hasta de Nápoles ofreciendo lo que sea por obtener esa pelota. Pero él siempre se negó rotundamente. "Lo llamaron mucho después del Mundial de 1986", apunta su hijo. Lo que siguió de inmediato al redescubrimiento de aquel balón guardado durante dos décadas, fue increíble. "Mi hijo Santiago tenía dos años y estaba con nosotros. Mientras hablaba con mi viejo de todo, en minutos, la pelota desapareció. El nene salió afuera a patearla y jugar. Pero una perra que teníamos la olfateó y la empezó a morder y correr con ella. No la podíamos parar. La destrozó. Imagínense, pelota de cuero, con un fuerte olor, era un manjar para un perro". 

Una anécdota increíble para un tesoro tan preciado. Lo cierto es que en su bronca, Rubén Lucangioli terminó tirando la pelota a la basura. 

"Cuando Maradona regresó a Argentina para jugar en Boca, lo cruzaron con mi viejo por radio. Diego le dice ´maestro, todavía me acuerdo de usted, le pido perdón´. Y papá, medio nervioso, le responde ´está todo bien, yo tenía un gran recuerdo hasta el año pasado pero me lo comió el perro. Pero conservo los dos guantes que no pudieron atajar esos goles´", rememoró Fabián Lucangioli sobre el inédito reencuentro entre los protagonistas. 

"Para mi viejo era grato haber sido el arquero que sufrió esos goles de Diego. Fue un recuerdo muy sano, no un dolor. Siempre decía que si bien fue algo no muy bueno desde lo deportivo, los recordaba con mucho cariño", finalizó. 

Un arquero experimentado marcado para siempre. Un juvenil de 16 años que luego fue figura mundial. Una pelota. Y cuatro décadas que 0223 intentó unificar en este recuerdo especial para la posteridad.