Dictadura y universidad: 40 años

24 de Marzo de 2016 11:54

Por Redacción 0223

PARA 0223

Por Enrique Andriotti Romanín

El retorno a la democracia en Argentina en 1983 trajo aparejados numerosos desafíos institucionales y colectivos que por entonces se sintetizaban en una pregunta: ¿cómo lidiar con el pasado de crímenes cometidos por el terrorismo de Estado? De un modo u otro, a los largo de estos años todas las instituciones de la sociedad construyeron distintas respuestas a esta pregunta. Una de las áreas donde esto se presentó de manera más intensa fue en las Universidades Nacionales.

Desde 1983 estas debieron enfrentar una realidad: en las universidades la persecución, la censura y la represión fueron perpetradas con anterioridad a 1976 por organizaciones paramilitares vinculadas al Estado y posteriormente, tras el golpe militar, por las Fuerzas Armadas. Asimismo, pudieron constatar lo que durante la dictadura era un secreto a voces: la represión tuvo como objetivo privilegiado a numerosos estudiantes, docentes y trabajadores no docentes quienes pasaron a engrosar las listas de desaparecidos y asesinados por la dictadura. Pero también debieron lidiar con otro aspecto: durante la dictadura  algunos integrantes de sus claustros colaboraron activamente con la represión y acompañaron activamente el proyecto de las Fuerzas Armadas.

Por ello, desde los primeros pasos de la transición, se produjeron en las universidades diferentes iniciativas realizadas por actores emprendedores pertenecientes a los distintos claustros tendientes a recuperar la vida institucional  democrática y, de manera efectiva, los principios que habían regulado a la universidad pública antes del golpe de 1976, pero debatiendo intensamente cómo hacerlo. Como resultado, en las universidades se procedió a reparar a los docentes que habían sido cesanteados, a purgar de sus filas a quienes habían colaborado activamente con la dictadura, a recordar a quienes habían sido secuestrados y desaparecidos y. especialmente, se avanzó fuertemente en recuperar el valor de una universidad pública democrática.

El accionar de estos emprendedores se produjo a lo largo y ancho del país durante estos 40 años, aunque no asumió la misma forma ni se desplegó de igual manera e intensidad en todas las universidades nacionales. Sin embargo, este accionar permitió ir saldando cuentas con el pasado dictatorial, lograr transmitir y preservar un conocimiento institucional acerca de lo ocurrido a las generaciones venideras  y, especialmente, volver efectiva la idea de una memoria institucional sobre los crímenes de Estado.

40 años después del golpe militar, los emprendimientos institucionales por saldar cuentas con el pasado no cesan y los debates tampoco. La puesta en marcha de un memorial en la Universidad Nacional de Mar del Plata que reconoce a las víctimas de los crímenes cometidas por la Concentración Nacional Universitaria como víctimas de terrorismo de Estado, la reciente separación del plantel docente de un profesor de la Universidad Nacional del Sur que participó de la represión dictatorial o la reparación de legajos de trabajadores docentes y no docentes en la Universidad Nacional de La Plata, son solo algunos ejemplos de cómo los trabajos de memoria acerca de los crímenes de Estado continúan y definen un rasgo distintivo de la universidad pública argentina: su capacidad de mirar el pasado, para proyectar sus valores hacia el futuro. Y eso merece ser destacado, sobre todo en estos tiempos donde algunos nostálgicos del pasado pretenden clausurar el debate acerca del pasado de terrorismo de Estado, porque es uno de los modos de volver efectiva una frase que desde hace tiempo le pertenece al pueblo argentino: NUNCA MÁS.