No fue un cheque en blanco

El domingo nuevamente  y gracias al sistema democrático que supimos conseguir los argentinos volvimos a expresar nuestra opinión sobre el momento actual que atraviesa nuestro país. 

Las opciones que se presentaban eran fundamentalmente tres a saber: 1ro volver al pasado, respaldando masivamente la candidatura de CFK; 2do mirar para el futuro y votar a la alianza gobernante de manera explicita a lo largo y ancho del país 3ro encontrar una tercera vía, largamente buscada, que algunos llamaron la amplia avenida del medio y que permitiera que no se volviese para atrás y no convalidara a su vez, los criterios egoístas que a lo largo de dos años de gobierno el oficialismo supo mostrar.

Abrumadoramente  y en situaciones provinciales inéditas, caso La Rioja, el pueblo se expresó mayoritariamente por no volver atrás y respaldar la opción oficialista. El gobierno de los amarillos se impuso sin contemplaciones en más de 15 distritos electorales y sobretodo en la Provincia de Buenos Aires donde un ignoto Bullrich aventajó por más de 400.000 votos a la ex presidenta Cristina Fernández.

Una vez más la conciencia de los argentinos, en su mayoría, optó por el sentimiento reactivo del voto y condenó al gobierno de hace dos años atrás a un no retorno inmediato. Prevaleció lo que en sentimientos se llama repudio, odio, hacia un candidato, en este caso candidata, y en base a ese sentimiento las urnas nos dijeron que el país quiere seguir adelante premiando, quizás en exceso, al gobierno actual. Era el precio que se tuvo que pagar y los argentinos en general lo asumieron como un costo a sobrellevar.

Nuevamente las mayorías nos dieron un panorama que difícilmente pueda ser evaluado como un asentimiento a las distintas políticas que lleva el oficialismo y si claramente puede significar un rechazo a las formas y políticas del gobierno K.

Ya en ocasión de la elección que consagró a Menem como presidente de la Nación por segunda vez, éste logró su reelección diciendo que los jubilados no tendrían su 82 %, que el ajuste a sobrevenir seria drástico y les pidió a los argentinos de entonces que se ajustaran el cinturón como nunca.

Fue sincero Menem como hoy lo fue Mauricio Macri quien anunció y cumplió diciendo que pocas horas después de la elección, sobrevendría un aumento importante de naftas y una alocada actualización de las tarifas de servicios públicos. Sin embargo, tanto a Menem como a Macri el respaldo que recibieron de las urnas los hizo pensar equivocadamente que las mayorías acompañaban las privatizaciones, ajustes o rebajas en haberes jubilatorios.

Es, sin embargo, el voto reactivo, el voto castigo a una gestión lo que a nuestro criterio prevaleció en la elección pasada. No fueron los desacertados tarifazos ni las dudosas medidas judiciales tomadas por Macri las que pesaron en el animo de los argentinos en el momento de votar, fueron en su mayoría votos destinados a expresar un rechazo hacia la gestión anterior y un decir a la ex presidenta que sus días como líder política de los argentinos – al menos de la mayoría- estaban acabados. 

En síntesis, se votó en contra de CFK aunque dicho voto terminase siendo a favor de Mauricio Macri. Y esto quiere decir que no se le dio al gobierno actual un cheque en blanco para que pueda disponer de las instituciones y de la economía de manera arbitraria, inconsulta y unilateral. 

Terminar con los péndulos, cerrar la grieta y planificar un país de acá a 20 años deberían ser los objetivos prioritarios de esta etapa institucional. Terminar con la inflación, achicar la pobreza y generar instituciones sólidas serán los instrumentos que nos dirán si efectivamente se va en ese camino o si lamentablemente los argentinos estamos expuestos a surgir una nueva decepción.