No nos perdamos a Vidal

Los bonaerenses dieron un mensaje. Con la herramienta más poderosa e inapelable que tiene el ciudadano expresaron lo que sienten que no está bien. Y el resultado electoral tuvo el peso incontratable de los hechos. Negarlo es una necedad, pretender que fue una equivocación es pecar de soberbia. Nadie mejor que los representados para definir quiénes deben ser sus representantes. Para gobernar hay que escuchar, porque la verdad está ahí. Encerrarse en la propia idea es el peor camino.  

Todos deberemos revisar lo que haya que revisar. Nadie le tiene miedo a eso. Porque interpretar un resultado implica la humildad de corregir lo que está equivocado. Pero también es fundamental mirar la película completa: María Eugenia representa mucho más que un gobierno, ella encarga valores que son fundamentales para todo el sistema. Ella hizo posible que la suerte no siempre estuviera echada en la Provincia de Buenos Aires; ella logró torcer una historia de resignación a ser siempre lo mismo; ella gobierna con coraje, con coherencia, mirando a los ojos, diciendo siempre la verdad, todos principios que no estaban en el centro de la escena en la Provincia.  

Estos también son hechos que tienen el mismo peso que el revés electoral del domingo. Todavía tenemos una oportunidad más de ratificar esos valores, y de exigir que, sin volver al pasado, el gobierno dé todas las respuestas que quienes no acompañaron en estas elecciones primarias están demandando, y que es absoluta responsabilidad de todos nosotros escuchar y atender. 

Sigo convencido que los bonaerenses no debemos perdernos a María Eugenia. Y eso no es negar los hechos, es proponer una interpretación. En estos tres años y medio también el peso incontrastable de los hechos ha dejado un mensaje muy claro: este gobierno logró cortar con una inercia que hacía débil a nuestro sistema político e institucional. 

María Eugenia Vidal es la primera figura que fue capaz de incorporar equilibrio de poder en un territorio en el que gobernó el mismo signo político casi tres décadas. Cambiemos primero, y Juntos por el Cambio después, son la oportunidad de conformar en la Provincia una alternativa republicana y sólida al Partido Justicialista. Y esto, siempre, y más allá de simpatías ideológicas, es bueno para la totalidad del sistema.  

Ese cambio que encarnó María Eugenia permitió reordenar el tablero de poder, y ese fue el primer paso para terminar con los privilegios de muchos, las reelecciones indefinidas de otros tantos, la pelea contra la impunidad de quienes exhibían obscenamente que se creían intocables. Eso también es Vidal y su gobierno. 

La lucha contra las mafias a las que nadie se enfrentó nunca también es una verdad objetiva. Hay presos, hay procesos judiciales, hay denuncias, no hay margen para la corrupción. En estos tres años y medio, se puso claridad y transparencia a todo el andamiaje del Estado que permaneció durante años en la oscuridad. 

Durante toda la campaña hablamos mucho sobre cómo se invirtieron los recursos de la Provincia en obras y políticas que apuntan a mejorar la calidad de vida de los bonaerenses, cómo en todos los casos son los vecinos los que están en el centro de la preocupación del gobierno. Se habló y se mostró cómo no hay corrupción en la obra pública, cómo lo que se empezó se terminó, cómo estamos dejando atrás una Provincia con una infraestructura lamentable para empezar el proceso de su reconstrucción. De todo eso hablamos mucho, pero no alcanzó. 

Sin duda, los problemas económicos llevaron al hartazgo a muchos de los que confiaron en este gobierno. Pero también habrá otras variables. Incluso, uno de los atributos más fuertes de esta gestión, que es estar cerca y escuchar, también se puso en debate, porque muchos sintieron que no los escuchamos. 

Deberemos esforzarnos más. Pero no nos perdamos la posibilidad de afianzar estos cambios tan profundos. No nos perdamos lo que logramos y parecía imposible, no nos perdamos la posibilidad de garantizar alternancia, competencia y debate político, más y mejor calidad democrática. No dejemos de lado valores que son tan fundamentales para la convivencia. Eso también es María Eugenia.