El “error” de fomentar la especulación financiera

Las estrellas del gobierno macrista han sido en primera instancia las LEBACs; y luego las LELIQs. Estos instrumentos financieros han tomado notoriedad debido a las exorbitantes tasas de interés que ofrecen como retorno a los inversores. Hoy en día las Leliqs ofrecen alrededor de un 63% de rentabilidad anual (en los últimos 4 meses su tasa osciló entre 65% - 72%).

Las Letras del Banco Central (Lebac) son deudas que emite la entidad monetaria nacional a corto plazo, de 36 a 252 días (un poco más de ocho meses), generalmente en pesos. Los objetivos de este instrumento son, entre otros, contraer la demanda de dólares y, por ende, su cotización, ya que si ofrece una tasa de interés atractiva en pesos se genera mayor incentivo a comprar Lebacs que dólares. También busca bajar la inflación, ya que quienes compran las Letras entregan pesos al Banco Central y de esta manera quedan menos pesos circulando en la plaza. En teoría esto debería bajar la inflación, mientras se enfría la economía.

Las Leliqs por su parte, son instrumentos similares a las Lebacs, pero que sólo los bancos comerciales pueden adquirir, y son de plazos más cortos (7 días). De esta manera, el gobierno intentó reducir el riesgo, ya que son ahora sólo los bancos comerciales los tenedores de estos instrumentos y se puede tener un mejor control de los mismos.

Es correcto decir que el gobierno no pudo cumplir ninguno de los objetivos que se planteaba al emitir estos dos instrumentos. Por un lado, consiguió tener la inflación más alta de los últimos 27 años, alcanzando una tasa del 57% para los últimos doce meses, impulsada por los tarifazos y la megadevaluación (inflación de oferta).

Por otro lado, tampoco pudieron contener la disparada del dólar, pues durante el gobierno de Mauricio Macri, la moneda nacional se depreció un 252%. Aunque hoy existan quienes nos digan que se estabilizó la moneda, el daño ya se hizo. Cuando la moneda se devalúa los precios suben, pero cuando la moneda se revalúa, los precios lamentablemente no bajan. Hoy tenemos un dólar a $44 y con la incertidumbre de no saber qué va a pasar cuándo se desarmen las LELIQs, tema que abordaré a continuación. Lo que también es correcto decir es que estas altas tasas (cercanas al 65%) han propiciado la especulación financiera, dejando de lado a la economía real. Una alta tasa de interés frena la inversión, fomenta el desempleo, destruye la iniciativa empresarial y baja la actividad económica. Esto es exactamente lo que ha sucedido en Argentina y quedó demostrado en los últimos índices de caída del producto e incremento de la pobreza. Como contraparte a la caída de la economía real, vemos una masiva fuga de dólares que ronda los 100 mil millones, sostenida en gran parte con los préstamos del FMI.

En la actualidad existe aproximadamente $ 1.4 billón de Letras de liquidez. Este monto equivale a una base monetaria paralela en letras del tesoro, situación gravemente riesgosa para el futuro del país. ¿Qué pasaría si los tenedores de estas letras decidieran no renovar sus colocaciones y se volcarán masivamente a comprar dólares? ¿Podría el Banco Central hacer frente a una demanda de semejante magnitud? ¿Vale la pena endeudarnos durante generaciones para hacer frente a esta demanda especulativa propiciada por el gobierno? ¿Tiene el gobierno un plan al respecto? ¿Desencadenaría esta situación otro proceso de devaluación e inflación? ¿En qué medida?.

Son demasiadas las dudas que surgen respecto a esta cuestión que en algún momento alguien deberá desarticular, caso contrario tendrá consecuencias gravosas para la economía del país.

Personalmente, creo que la autoridad monetaria generó un círculo vicioso del que no saben cómo salir, pues en las muchas entrevistas que le hacen a los economistas del gobierno, nadie aborda este tema con seriedad. Seguir endeudándonos para sostener las corridas no parece un plan muy astuto ni que beneficie a los argentinos. Los inversores no parecen confiar en nuestra economía pues cada vez que pueden vuelcan sus posiciones a dólares (fuga de divisas). Las altas tasas sumadas a la inflación que se genera mes a mes da como resultado el proceso de estanflación que estamos viviendo, y en términos menos técnicos, no conduce a otro destino, más que el incremento de la pobreza en Argentina, mientras unos pocos se enriquecen especulando.

Quién escribe los informes del Banco Central, evidentemente tiene muy claro los daños que produce la inflación y la fuga de divisas, y sabe que no deberían generarse situaciones que propicien la misma. La entidad dice:

“Con inflación baja y estable, las entidades financieras pueden estimar mejor sus riesgos, lo que asegura una mayor estabilidad financiera. Con inflación baja y estable, los productores y empleadores tienen más previsibilidad para inventar, emprender, producir y contratar, lo que promueve la inversión y el empleo. Con inflación baja y estable, las familias de menor poder adquisitivo pueden preservar el valor de sus ingresos y sus ahorros, lo que hace posible el desarrollo económico con equidad social. La contribución de una inflación baja y estable a estos objetivos nunca se hace tan evidente como cuando no existe: la huida de la moneda puede desestabilizar al sistema financiero y desembocar en crisis, la destrucción del sistema de precios complica la productividad y la generación de empleo genuino, el impuesto inflacionario golpea a las familias más vulnerables y propicia redistribuciones de riqueza en favor de las más pudientes. Una inflación baja y estable previene todo esto.”

Esta política económica del gobierno de propiciar la especulación financiera va en contra de los objetivos del Banco Central, de acuerdo a lo expuesto anteriormente. Por el contrario, los resultados han sido: corridas financieras, fuga de dólares, devaluación del peso, inflación, desempleo y pobreza. Esto es innegable y ni 50 editoriales de La Nación ó Clarín me harán cambiar de opinión. El fomento de la especulación financiera, en contraposición a un fomento de la inversión productiva, no tiene otro destino más que desequilibrios externos y daños internos. Seguir tomando deuda externa para bancar la fuga no es una solución, sino el problema. Y este problema fue generado 100% por el gobierno actual. Es un parche para demorar un final inevitable. Está encrucijada, que incluye la terrible deuda externa tomada por Mauricio Macri será la verdadera “pesada herencia” que deberá gestionar un futuro gobierno.

Mi duda es si estos “errores” fueron realmente errores, o fue una política del gobierno deliberada. No son pocos los economistas que denuncian que todo fue un plan premeditado para fugar miles de millones de dólares, a costa de incrementar la pobreza en nuestro país.