Tomás Abraham: “La revalorización de la revolución se basa en mitos y leyendas”

Tomás Abraham presentará este sábado su último libro. Foto: Infobae.

29 de Septiembre de 2017 18:51

Por Redacción 0223

PARA 0223

El filósofo Tomás Abraham llega este sábado a Mar del Plata para presentar su último libro “El deseo de revolución”, desde las 19 en el Hotel Costa Galana.

¿De dónde surge este libro? En una charla con 0223,  Abraham explicó que surgió de lo mucho que se habló de la década del ’70 en los últimos años en la Argentina, donde “se reivindicaron los ideales revolucionarios de aquella época”.

A su vez, aprovechó las investigaciones que había realizado sobre los filósofos franceses, quienes crearon la idea de la revolución como deseo. “Ahí fui transitando un camino fundamentalmente desde la Segunda Guerra hasta hoy, donde la idea de revolución y el deseo de revolución es elaborado y reelaborado por filósofos franceses. Es un deseo que dominó todo el Siglo XX”, contó Abraham.

En ese contexto, el autor señala que en los últimos años en la Argentina el término revolución “fue recuperado por una prédica que vino desde los aparatos de Estados y los dispositivos culturales durante el kirchnerismo”.

“Fue recuperado como tal por eso se habló de juventud maravillosa en la década del '70, fue recuperado por el chavismo, por las visitas de Fidel, por tantas cosas. Fue revalorizado, fue recuperado y enaltecido para las nuevas generaciones”, enumeró.

Sin embargo, para Abraham, “el problema es que corresponde a otra época, a otro mundo”. Y añadió: “Aquel mundo tenía la confianza en un saber. El marxismo operaba como una ciencia, la academia nacional de la URSS y los partidos comunistas, transmitían mediante un aparato educativo y cultural desde la niñez las verdades del marxismo. Estas verdades ya no están más. Entonces, los revestimientos que adopta el deseo de revolución se basan en mitos, leyendas y oportunismos”.

-¿Es imposible pensar en la revolución en los tiempos actuales?

-Ese tipo de revolución es muy difícil volverla a instalar como tuvo vigencia y fuerza durante tantos años de nuestra contemporaneidad. Es muy difícil, pero eso no implica que nadie quiera cambiar nada y todo el mundo esté conforme con el mundo tal cual es. Eso no significa que no haya denuncias, indignación, que no haya injusticia y que no existan poderes que oprimen. Lo que pasa es que ya ese modo de combatirlo no puede basarse en los mismos parámetros en que se basaba antes, tenemos que pensar nuevamente la política, hacerla distinta, inventarla, tener otro tipo de creatividad.

La última etapa del ideal revolucionario de acuerdo a ese deseo era la guerra civil. Tenemos que pensar las políticas como una alternativa a la guerra civil. No jugar con el amigo - enemigo. La grieta, que todos la denunciamos, pero vivimos de eso.