La coherencia de un rebelde esperanzado: el recuerdo de Osvaldo Bayer

Murió Osvaldo Bayer. Tenía 91 años y recorrer su vida es una linda ilustración de lo que nos pasó como país y como sociedad. Si bien se lo conoce por su militancia en los Derechos Humanos y por muchos de sus libros, Bayer era una persona con una vida vasta, con una multiplicidad de intereses y compromisos, pero al ahondar en ellos y en él, te das cuenta que están entrelazados, que hay una coherencia común en toda su trayectoria.

29 de Diciembre de 2018 17:42

Lo primero que leí de su autoría fue La Patagonia Rebelde, inmensa obra editada en una colección de Hyspamérica en 1985. Recuerdo el impacto de su escritura así como el título del epílogo, Las tumbas sin cruces. Hablo de una historia con tono testimonial donde se hace justicia solo bajo la consigna de sacarlo a la luz, de darle difusión a aquellas atrocidades que aquejaban la historia. 

Por otro lado, lo último que leí de su mano fue Exilio, de 1984. Llegué muy tarde a él, pero fue otra experiencia distinta a la anterior. En esta obra encontramos un cruce  entre la poesía  de Juan Gelman y la prosa de Osvaldo Bayer, sobre el significado del exilio en los seres humanos. Cada uno con su estilo y su particular visión del mundo. Ambos coincidían en lo terrible del destierro y la necesidad urgente, por esa época, de hacer otra Argentina. Bayer logra en esos textos la mirada del extranjero sin ser extranjero, es decir un poder mirar desde afuera sin ser de afuera. En ese diálogo no sólo hay espacio para la reflexión sobre la Argentina atravesada por la dictadura, sino también para aquella Alemania de posguerra, muchas veces cómplice, que lo cobijó. 

No hace muchos meses, mayo exactamente, el periodista, escritor y docente, Germán Ferrari, presentó Osvaldo Bayer, El rebelde esperanzado. (SUDAMERICANA – 2018), una biografía de Bayer donde se destaca, a lo largo de toda su extensa vida, la coherencia con que vivió. En ese recorrido podemos reencontrarnos con la historia del país, de los derechos humanos, del cine, de la literatura y del periodismo entre otras facetas. Curiosos y atento observador de la realidad, siempre con los “anónimos” dentro de sus preocupaciones, “vivió toda su vida marcada por una coherencia”, sostiene Ferrari.

-¿En qué momento Osvaldo Bayer se convierte en Osvaldo Bayer?

-Básicamente, en materia de Derechos Humanos, en el exilio. Su partida a comienzo de la dictadura cívico militar, junio de 1976, forzadamente a Alemania, fue todo un inicio. Ese destierro se convirtió en trabajo constante para denunciar los crímenes de la dictadura. Sus trabajos eran publicados por todo el mundo, sus charlas y sus conferencias se hacían oír en distintas partes también y su relación con las Madres de Plaza de Mayo marcaron un camino que tenía como finalidad derrocar a la dictadura.

En el marco de esta decisión, a Bayer se le ocurrió venir a la Argentina en un avión, él y otros escritores e intelectuales, nacionales y del extranjero, para uno de los aniversarios del golpe de Estado, justo en el momento del traspaso de mando entre Videla y Viola. Quería intentar un golpe de efecto que despertara la atención de la sociedad nacional y de la internacional, sobre lo que pasaba en nuestro país. Finalmente no pudo ser como quería, pero su pensamiento estaba constantemente generando iniciativas que provocaran esos llamados de atención, esa voz de alerta que ayudara a reconocer a quienes teníamos adelante. 

Podemos ir más atrás en su vida para demostrar su compromiso y su coherencia. Ferrari destaca,  en este sentido, que “en otra época anterior y pensando en otros hechos, por ejemplo, podemos mencionar su defensa a los pueblos originarios, a fines de la década del 50,  cuando él se instala en Esquel y denuncia las atrocidades de los latifundistas y del poder en contra del pueblo  Mapuche. No hay lugar en la Patagonia donde no se lo reconozca”.

Lamentablemente la realidad tiene ese don de repetirse más allá del paso del tiempo. 

Osvaldo tenía un carácter y un sentido de las relaciones muy pedagógico. Esto se reflejaba en las muchas situaciones que protagonizaba constantemente con jóvenes, tanto del periodismo y del ámbito sindical como de las distintas escuelas a las que visitaba. Tenía un gran don de la sencillez y del compartir. “Esto viene de bien atrás. Siempre se juntaba con los más jóvenes en las redacciones o en los sindicatos, era algo raro, se daba un trato poco habitual para la época, para los años 50, 60, 70, donde la distancia entre un adulto y un muchacho o una muchacha, era más sideral, más marcada por el respeto y el miedo que estaba presente y esto marcaba distancia. Pero en Osvaldo en todo momento, en las redacciones o en los sindicatos, quedaba reflejada esa actitud pedagógica, de enseñanza y de aliento hacia el o la joven” dice Ferrari. 

Cuenta también que esa actitud casi paternal que tenía Bayer, “él mismo la comparó con la que recibió de Raúl Gonzales Tuñón. Él me contó  que ellos coincidían caminando hasta la redacción del diario Clarín, desde la estación Constitución. Para él era todo un descubrimiento de una época distinta. Y esa actitud de aliento permanente, de aquella época, él la continuó hasta último momento con los más jóvenes, reforzando esa generosidad que lo marcó toda su vida”.

Osvaldo Bayer: periodista, escritor, defensor de los Derechos Humanos, dirigente sindical, historiador, militante anarquista y bastante más. Sus preocupaciones siempre fueron las injusticias, los atropellos de las clases hegemónicas, el destino de los pueblos originarios. Se vinculó con muchos, desde el Che en Cuba, pasando por Osvaldo Soriano, los Gonzales Tuñón y hasta Rodolfo Walsh.

-¿Cómo era su relación con Rodolfo Walsh, pensando en sus diferencias ideológicas sobre algunos temas?

- Era una relación complicada porque ideológicamente no coincidían, pero él mantuvo esas diferencias,  sin embargo siempre en un grado de actitud y de relación entrañable. Osvaldo había empezado a escribir una novela, donde esas discusiones con Rodolfo Walsh y otros entonces militantes de la época estaban presentes, pero esa novela nunca llegó a terminarse. Pero siempre recuerda sus diferencias, sobre todo con el tema de la lucha armada por esa época. Diferencias que no hacían que estuviesen apartados, alejados, sino que tenían un debate rico y sustancioso. Era algo que no generaba distanciamientos, que dejaban de hablarse, sino que cada uno tenía su postura, pero esto no afectaba su amistad, cosa que le pasó con otros intelectuales también. 

Murió Osvaldo Bayer. En su última entrevista al diario Página 12 sostuvo, “Hay que seguir luchando por más democracia, denunciando los errores y los pasos atrás que el gobierno va a dar con respecto a la verdadera democracia. Voy a luchar para no perder ninguna de las ventajas democráticas que hemos obtenido durante tantos años de lucha. Tengo 89 años (la nota es de agosto de 2016) y nunca pensé que volvería a ver un gobierno de derecha. No hemos aprendido absolutamente nada, hemos tenido gobiernos de derecha hasta el hartazgo. Ahora volvimos a la década del 30 con un candidato de la llamada aristocracia de Recoleta, como teníamos antes del 45”.