Curiosidades sobre escritores
Cada tanto aparece la discusión sobre el valor artístico de la vida de aquellos que crean personajes legendarios. Lo cierto es que en muchos casos sus días pasan como los de cualquier otra persona, pero en otros sus personajes los sobreviven con más reconocimiento popular.
1 Emily Dickinson, cuya poesía emociona ahora a millones de personas, dio vuelo a su imaginación en lo concerniente a la Tierra, el firmamento y el mismo cielo. Pero sólo abandonó Massachusetts, su estado natal, en una única ocasión para visitar a su padre en Washington, donde era diputado. Se convirtió en una auténtica reclusa que no permanecía en la misma habitación con sus visitas, si no que hablaba con ellos desde una habitación vecina.
2 Aunque no estaba ciego, pero tenía vista deficiente, Aldous Huxley, el autor de Un mundo Feliz (1932), aprendió braille para poder dar descanso a sus ojos doloridos sin tener que renunciar a la lectura de la que tanto disfrutaba. Una de las compensaciones, decía Huxley, era el placer de leer en la cama en la oscuridad, con el libro y las manos cómodamente bajo los cobertores.
3 No se preocupó mucho por sus estudios y en realidad jamás terminó la enseñanza secundaria. Como pasaba más tiempo leyendo y chismorreando con sus amigos que dedicado a su trabajo, perdió su puesto de administrador de correos de la comunidad. “Que me cuelguen” dijo tras perder su empleo “si intento estar a disposición de todo bribón ambulante que tenga dos centavos para invertir en un sello postal”. En 1949 se le otorgó el premio Nobel de Literatura. Era William Faulkner.
4 Lord Byron, el moreno y hermoso poeta romántico inglés, nació con un pie deforme, respecto del cual se ha escrito mucho. Pero ¿era el pie derecho o el izquierdo? Nadie está seguro; la información relativa al defecto físico es muy confusa.
5 Sherlock Holmes nació de la imaginación de un médico de provincia, Arthur Conan Doyle, que subsistía escribiendo pequeños relatos e intentando venderlos para llegar a fin de mes.
Con el tiempo, Sherlock Holmes no solo salvó de la ruina a su autor, sino que reanimó y fortaleció a sus coetáneos ingleses. Y tales fueron sus proezas que muchos llegaron a creer que sus hazañas eran reales y que él mismo, junto a Watson y otros, residían en Londres.
Pero ¿qué hace que este personaje se volviese real para muchos? Sostiene Jesús Urceloy que la sociedad victoriana de la época en que apareció Sherlock era una sociedad atrapada por la miseria, la hipocresía y la doble moral. A ellos estaba destinado el periódico popular Strand, donde aparecían las historias del detective. Así alcanza la etiqueta de héroe popular porque en él descubren a un protector que disuelve el miedo a través de la razón, con conciencia analítica, pero además, se pone del lado de los que sufren sea cual sea la clase social. Ese espíritu democrático, más su honradez, su sensatez y su complejo estado interior, lo acerca a la masa, que además tiene que enfrentarse día tras día para a salir adelante, igual que él.
Conan Doyle escribió 60 historias de Sherlock Holmes. Las narra el propio Watson, su compañero y biógrafo. Salvo en una ocasión cuando el propio Doyle es quien narra, por petición de Watson y dos de sus aventuras que son narradas por el propio Holmes.
Dentro de las historias tenemos: algunos relatos donde actúa en solitario, uno donde interviene su hermano (según él propio detective mucho más inteligente que él), algunos donde el detective fracasa, casos de habitaciones cerradas y casos con misterios sobrenaturales.
Sherlock Holmes llegó a recibir cartas en su domicilio en Londres. Llegó a opacar al propio Conan Doyle quien decidió acabarlo. Pero Sherlock ya era demasiado grande. Demasiado humano. Así como eran demasiadas las cartas que llegaban a Baker Street luego de la aventura en el abismo de Reichenbach, donde Sir Arthur Conan Doyle, cansado de escribir relatos sobre el más famoso detective de la historia, decidió que la más impactante de todas sus creaciones debería morir luchando contra su enemigo Moriarty.
Pero no fue tan fácil, el público se negaba a aceptar que Holmes muriera. Afirman que los seguidores de las aventuras paseaban frente a la casa del escritor con crespones negros en señal de protesta y luto por la muerte.
Así, Conan Doyle decidió revivirlo para gracia de sus seguidores y de los editores. Holmes, haciendo uso del arte marcial baritsu, lucha con Moriarty y lo vence, pero finge su muerte para poder combatir al resto de los malvados desde el anonimato. Sherlock se presenta, de esta manera, ante un sorprendido e inmensamente feliz doctor Watson en uno de los reencuentros más conmovedores de la historia de la literatura.
A veces los personajes tienen más vida que los propios autores.
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