El día que Francisco pisó Mar del Plata: la anécdota de su viaje en colectivo y los mates con Moyano

Fue una de las principales figuras que convocó la "Semana Social" a fines junio de 2007. Allí, le dedicó una frase histórica a los sindicalistas cuando les pidió que se pongan el "overol".

Foto: Iglesia Mar del Plata

22 de Septiembre de 2019 11:01

Por Redacción 0223

PARA 0223

Bajó del micro en la Terminal de Mar del Plata, la de la icónica estructura de Alberti y Sarmiento, como si se tratara de un ciudadano más. Sabía que no lo era: como pastor, supo descubrir un camino que lo llevó a ocupar un rol preponderante en las más altas esferas de la Iglesia católica en el país y se hizo reconocer con una voz no menos escuchada y molesta para la dirigencia política. Pero lo que no sabía ese hombre, que aún recorría los 70 años y que solamente se acompañaba de un termo y un mate, era su destino final como máximo referente del cristianismo en todo el mundo.

La última travesía de Jorge Bergoglio en la ciudad data de mediados de 2007, cuando era arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. El cardenal había sido convocado por la Comisión Episcopal de la Pastoral Social para participar de la "Semana Social", el espacio que tradicionalmente tiene como epicentro el hotel 13 de julio de Mar del Plata para promover la discusión de ideas, experiencias y reflexiones sobre el rumbo político, económico, social y cultural del país.

La edición de aquel año se desarrolló bajo el slogan "Ser ciudadano" y, en la previa, la presencia del referente religioso en Mar del Plata ya encendía fuertes expectativas porque también se había confirmado la asistencia de uno de los principales líderes sindicales del país: Hugo Moyano, el dirigente camionero que por ese entonces estaba al frente de la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Roberto Benzo, involucrado durante 15 años con el accionar de la Pastoral Social y un actor clave en la organización del evento que tuvo lugar hace 12 años, destacó los "gestos de humildad permanente" del Sumo Pontífice al confiar algunas intimidades de lo que fue su último paso por "La Feliz". "Como para demostrar esto, recuerdo que la última vez que estuvo la ciudad vino en el colectivo de línea que correspondía y después se fue a la madrugada, cuando lo liberamos en la vieja Terminal, para que llegara a las 4 a Buenos Aires", rememoró.

Bajo este mismo tenor, el actual director de Cáritas insistió en resaltar la "austeridad total" de Francisco I y consideró que su impronta "social" aparece como un "dato absolutamente relevante" en sus seis años de papado. "Él se resume en tierra, techo y trabajo, que son los derechos que considera básicos para los pueblos y que los predica en todo el mundo. El Papa está siempre visitando la periferia", sostuvo al respecto, en un mano a mano en los estudios de 0223 Radio.

El trabajo, precisamente, había ocupado uno de los ejes de la ponencia que hizo Bergoglio en la "Semana Social" de 2007 bajo el rótulo "El desafío de ser ciudadano". Frente a casi 250 participantes, el cardenal había hecho énfasis en su crítica por la falta de "cultura de trabajo" que advertía en el país. "Estamos frente a la segunda generación que no vio trabajar a sus padres", aseveró.

En este aspecto, el representante de la Iglesia aportó un mensaje similar al que antes había brindado Hugo Moyano en la mesa "Ciudadanía y mundo del trabajo", en la que se afirmó que había "desaparecido la cultura del trabajo" en Argentina. No sería la única coincidencia con la principal figura que tenía la central obrera: durante la jornada también se mostraron juntos y, sin evitar las cámaras y las fotos, tomaron unos mates cebados por el propio prelado, después de que el sindicalista, entre risas, le hiciera un reproche porque no le había convidado antes.

Sin embargo, el tono de Bergoglio no había sonado tan amistoso para con la dirigencia gremial cuando tomó la palabra en la mesa de debate. En su oratoria, insistió con que "la queja no construye si no se convierte en lucha" y llamó a los sindicalistas a "ponerse el overol" y pelear por mejores salarios para los trabajadores que representan, hilvanando así una frase que quedó para la historia.

El "terrorismo demográfico"

Las palabras que dedicó el arzobispo de Buenos Aires en aquella Semana Social tocaron un debate que, lejos de perder vigencia, hoy está instalado más que nunca en la sociedad argentina: la legalización del aborto. "Hay miles de madres que matan a sus hijos", había enfatizado, en referencia a la interrupción de embarazos que ya había encontrado legalidad en parlamentos de distintos países del mundo.

Manteniendo una acérrimo rechazo a iniciativas de estas características, el purpurado porteño también dejó una advertencia a futuro en el auditorio de hotel céntrico de la ciudad: "Descuiden, que dentro de unos años van a aprobar la libertad de los hijos para que puedan matar a sus padres".

Dentro del denominado "terrorismo demográfico" Bergoglio también denunció la vigencia de una suerte de "eutanasia encubierta" que aseguraba ver reflejada en institutos geriátricos, a los que catalogó como "lugares de descarte", y en las obras sociales que cortaban los aportes de sus afiliados de edad avanzada y con graves problemas de salud. "Lo que menos vale es la vida", lamentó.

"Para qué gastar medicamentos sofisticados en estos viejos", graficó el prelado para reflejar el pensamiento que decía ver entre los responsables del sector, y al mismo tiempo ponía como ejemplo el panorama de las zonas más pobres de Africa, en donde se multiplicaban mes a mes los fallecimientos de portadores de VIH - Sida: "Están condenados a muerte".