Lula y un nuevo round por la libertad

El Supremo Tribunal Federal debatirá en septiembre la parcialidad de Sergio Moro en el proceso contra Lula. Los motivos que nos permiten pensar en una posible liberación.

3 de Septiembre de 2019 08:13

Septiembre puede convertirse en un mes decisivo para el futuro del expresidente Luiz Inacio Lula Da Silva. El líder del Partido de los Trabajadores está detenido desde el 7 de abril del 2018 y espera que el Supremo Tribunal Federal discuta el Habeas Corpus presentado por la defensa en el que acusa por falta de parcialidad  a la investigación del exjuez y actual ministro de Seguridad y Justicia, Sergio Moro

El pedido de los abogados de Lula no es nuevo, ya que, desde que la detención se materializó las acusaciones sobre Moro y su intencionalidad estuvieron presentes pero el escenario político actual nos permite pensar en un giro favorable en la causa.

La prisión de Lula es política y como tal, los cambios en este contexto responden a la correlación de fuerzas que puedan inclinar la cancha para un lado o el otro. De esta manera, se observan algunos elementos que puede ser claves en el futuro cercano.

Caso Bendine

Gilmar Mendes, magistrado del STF, es uno de los más críticos sobre la detención de Lula. En una entrevista reciente a la agencia Reuters dijo que  "Lula merece un nuevo juicio" especialmente a partir de la contundencia de las filtraciones de conversaciones de Telegram que expuso la connivencia ilegal entre Moro y los fiscales que estuvieron a cargo de la denominada "Operación Lava Jato". Para Mendes el Lava Jato fue un éxito en combatir con la “metástasis de corrupción” pero se politizó y los fiscales fueron muy lejos.

 “Lava Jato se convirtió en una suerte de Santa Trinidad: Ellos investigaron, ellos juzgaron, condenaron e hicieron las leyes”, aseguró el juez. Este punto puede ser determinante a la hora de la definición final. Mendes también le dio un reportaje ayer a un medio brasileño y disparó: "El Lava Jato construyó un Estado paralelo que integraba un proyecto de poder". 

Pero, como dijimos al principio, no se trata solo de la falta de debido proceso sino de las grietas dentro de un sistema de poder que fue clave para generar las condiciones para el arribo de Bolsonaro al gobierno. 

La interna con los jueces de Curitiba que trabajaron con Moro y fueron vinculados en las maniobras del funcionario de Bolsonaro contra Lula existen desde hace tiempo. La autonomía de Curitiba es un problema para el STF y la intención traslado del líder petista a una cárcel común de San Pablo impedida por el máximo tribunal es una demostración de ello. 

El pasado 27 de agosto, el STF anuló el proceso que condenó a 11 años de prisión al ex presidente de Petrobras, Adelmir Bendine. Dicha decisión fue tomada por Sergio Moro en julio del 2017 en el marco de una presunta coima recibida por Bendine de parte de la empresa constructora  Odebretch. En abril de este año, el directivo de la petrolera estatal fue liberado por no estar confirmada en primera instancia .

Independientemente de los pasos procesales, lo que hizo el poder supremo es enviar un mensaje, ya que, buena parte de los detenidos del Lava Jato está con sentencia en primera o segunda instancia sobre la base de declaraciones de arrepentidos, entre ellos Lula.

Es claro que la anulacion de esta condena, que volverá a ser juzgada en primera instancia, tiene muchas similitudes con los planteos del ex presidente, y avanzar en este sentido significaría una herida de muerte en las investigaciones que le permitieron a Moro saltar a la fama.

Contexto político

Los ocho meses de Jair Bolsonaro han sido tumultuosos y erráticos. El gobierno tiene poco para mostrar y su imagen está en picada. Una encuesta publicada por Datafolha demuestra que la valoración ha mermado tanto en los estratos mas acaudalados (los que cobran más de 10 salarios mínimos) como en los de menos recursos (cobran mas de dos salarios), los jóvenes entre 16 y 24 años y los que tienen educación básica

Esto puede explicarse por el perfil confortativo del presidente, los nulos resultados en materia económica y la crisis en el Amazonas en la que demostró su subordinación a las empresas interesadas en la desfortestación, su falta de empatía  y su inexplicable falta de inteligencia y pragmatismo en el terreno global. 

A su vez, las diferencia dentro de su alianza de gobierno está cada vez más expuestas, especialmente con el ala militar que pasó de jugar su prestigio para defender su gestión a reclamar falta de recursos  y funcionar como dique de contención de algunas de las intenciones privatistas de Paulo Guedes y el antiglobalismo hiperideologizado de Eduardo Bolsonaro, el Canciller Ernesto Araujo y Olavo de Carvalho que lo acerca a Estados Unidos y genera tensión con China y la región. 

En ese sentido, como escribió la periodista de Folha de Sao Paulo Mónica Bergamo, “los militares comienzan nauturalizar una posible liberación de Lula. Esto es clave, ya que, fue el propio General Vila Boas el que presionó desde su cuenta de Twitter a los jueces de la Corte días antes de la votación que habilitó la prisión de Lula.

Una fuente que está en contacto directo con la defensa del ex jefe de estado consultado para esta columna aseguró que la cúpula militar ya no cree que una eventual liberación genere un caos social. Además, esta misma fuente planteó que el debate en el STF no pasa de septiembre y las posibilidades de un fallo favorable son concretos. 

Del lado del Partido de los Trabajadores son más cautelosos y señalan que “por ahora son fuertes rumores, no hay nada más”. Las expectativas generadas en sesiones anteriores grafican la mesura pietista. 

Como dijo el presidente del Instituto Lula, Paulo Okamoto, en diálogo con Resumen del Sur, llas decisiones judiciales están directamente relacionados con el impacto que estos generan sobre la opinión pública. Si el caso Bendine sirviera como prueba piloto, el resultado solo fue la indignación de los militantes de Bolsonaro en redes sociales y el hashtag que no llegó a ser tendencia ni en Brasil.

El panorama es diferente al del 2018, con un Bolsonaro es apoyado por una minoría intensa que se moviliza cada vez menos, la prensa se encuentra dividida por las revelaciones de The intercept, la mitad de la población considera que Lula está injustamente preso y los militares jugando otro rol, las posibilidades para Lula crecen tanto para la liberación como la de un régimen semi-abierto o domiciliario. 

El escenario político es que el definirá el futuro inmediato y ante la fragmentación del sistema político los militares terminan siendo los responsables de ordenar un país que perdió el rumbo. En definitva, inmolarse por Bolsonaro y Moro no son razones suficientes como para que militares, jueces y medios de comunicación pierdan lo que les queda de reputación. Lula, acostumbrado a dar pelea, tendrá que hacer frente a un nuevo round para recuperar su libertad.