La resurrección del MAS y la vuelta de la democracia en Bolivia

Las razones de la vuelta de MAS al poder. 

Luis Arce Catacora y David Choquehuanca.

20 de Octubre de 2020 08:22

El Movimiento al Socialismo (MAS) obtuvo una contundente victoria en la primera vuelta electoral del domingo y Luis Arce Catacora será el presidente después de  once meses de un gobierno no elegido por el voto popular. 

La primera palabra que aparece a la hora de encontrar las razones por la que el MAS logró semejante (y sorpresivo) triunfo es la resiliencia de una fuerza política que tuvo que recuperarse de un golpe de Estado violento que forzó al presidente, Evo Morales y a su vice, Alvaro García Linera, al exilio. Además, instauró un régimen que buscó disciplinar las movilizaciones populares a través de la represión de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional e inició un proceso de persecución a dirigentes del MAS con causas insólitas y  muchos de ellos fueron detenidos arbitrariamente y sometidos a linchamientos. 

Crónica de un retorno

Como sucede con fuerzas políticas reaccionarias que llegan al poder de forma antidemocrática lo primero que intentaron hacer fue construir una narrativa para legitimar un golpe mediante conceptos como "revolución" o "rebelión" y comenzaron un camino destinado a la destrucción de la identidad del MAS. Como podemos observar, fracasaron rotundamente. 

En diciembre, el MAS estaba destruido y desmoralizado. Los dirigentes territoriales no tenían directivas y los movimientos sociales estaban desconectados con la estructura de conducción. Nadie sabía que hacer ni a donde ir.

El tiempo fue ordenando la dispersión pero agudizó las internas. Por un lado, los leales a Evo Morales pretendían mantener la centralidad del mandatario depuesto desde Buenos Aires y, por el otro, dirigentes como Sergio Choque y Eva Copa, presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, quienes se manejaron con autonomía y abrieron un puente de diálogo con el nuevo gobierno.

La definición del binomio no fue fácil, ya que, mientras las bases proclamaban al excanciller y actual vicepresidente electo, David Choquehuanca, y el dirigente cocalero, Andrónico Rodríguez, Evo Morales puso en agenda el nombre de Luis Arce, su ministro de Economía durante los 14 años de gestión. 

Esas diferencias se suturaron y el MAS pudo hacer valer su mayoría parlamentaria para aprobar una ley que fijó fecha para las elecciones con el apoyo del Tribunal Supremo Electoral que dejó a Jeanine Añez prácticamente sin mas opciones que promulgar a pesar de la resistencia de su ala dura. 

La crisis economica y la pesima gestion de la pandemia de parte del gobierno de facto le permitió que el MAS diseñar una campaña con el binomio en el centro y Evo Morales formando parte de la estrategia pero resignando protagonismo.  Además, en el camino de la reconstrucción aparecieron dirigentes jóvenes que conformaron las listas y demostraron la variedad de cuadros que será parte de una necesaria renovación política. 

A tal punto fue la capacidad de construcción de unidad del MAS para encarar las elecciones que uno de los oradores del acto de campaña fue Juan Carlos Huarachi, secretario general de la Central Obrera de Bolivia que en las vísperas del golpe de noviembre había sugerido la renuncia de Evo para recuperar la paz social.

Las internas de la derecha

Las internas del frente que formó parte del derrocamiento de Morales impidió que puedan sostener su plan inicial. Aquí vemos dos motivos muy claros, por un lado, las diferencias en relación al perfil que debía adquirir el período postgolpe y, por un ende, un liderazgo capaz de articular al electorado de Oriente.

El extremismo de Luis Fernando Camacho, la moderación relativa de Carlos Mesa y las ambición de Jeanine Añez caminaron por senderos diferentes. Solo el MAS ha podido consolidar un proyecto plurinacional contra el resto de sus contrincantes que no pueden saltar la tranquera de las realidades regionales. 

Por el otro, el desmanejo de la pandemia y la crisis económica que deja Añez pusieron un contraste fenomenal respecto a las épocas de estabilidad y en el dilema entre voto útil y voto escondido se impuso este último. Arce tuvo la capacidad de mantener la base social indígena de Evo e incorporar electores de los centros urbanos que le fueron esquivos al MAS en las elecciones de octubre. 

Pensando en el futuro y con estas dificultadas, la oposición entrará en un proceso de reconfiguración, probablemente con Camacho como figura de proyección, ya que, ya sea por perfil o como por edad, Carlos Mesa no parece ser la persona adecuada para las batallas que la derecha quiere dar. El caso de Añez podría desembarcar en alguna candidatura en su territorio, Beni, siempre y cuando la justicia no decida otra cosa cuando investigue su responsabilidad en las masacres de Sacaba y Senkata y las documentadas violaciones a los Derechos Humanos reflejadas en el informe de la Defensoría del Pueblo. 

El nuevo presidente 

¿Qué podemos esperar de Arce? El ex ministro de Economía tiene un desafío enorme en una Bolivia dividida y en crisis. El Bono contra el Hambre para contener las consecuencias sociales de la pandemia es una de las medidas  anunciadas en un listado que integran la inyección de 8.000 millones de dólares al estado que saldrían de créditos internacionales, negociar el no pago de la deuda externa anual, crear un impuesto a los mas ricos que representan al 1% de la población, y sustituir importaciones con producción nacional.

Arce representa un modelo económico exitoso con cifras de crecimiento de hasta 6% y una reducción de la pobreza del 60% al 37%, según datos oficiales. El mandatario deberá afrontar desafíos similares al 2005 pero en un contexto regional e internacional mucho más adverso que podría dificultar la reedición de su "milagro boliviano". 

En términos políticos, sobrevuelan tres hipótesis lógicas con la que Arce tendrá que lidiar hasta que defina su perfil. La primera es la que lo reduce a un representante de Evo Morales en el poder ejecutivo. La presencia del ex presidente en la centralidad de las decisiones podrían ser un problema para la construcción del necesario liderazgo del flamante jefe de estado tanto en las decisiones nacionales como internacionales.

La segunda es la que lo ubica como el equilibrio y síntesis de el ala ideológica y la base social campesina e indígena con electores moderados e inclusive representantes empresariales con quien deberán contar para transitar este momento convulsionado del mundo.

Y la última es el viraje y la traición al estilo Lenin Moreno, algo que parece muy poco probable debido a las características de la estructura del MAS y la base de sustento que lo depositó en el Palacio del Quemado pero nunca hay que descartar. 

Como sea, Arce tendrá que hacer culto de su capacidad técnica y moderación, un formula que sirve para ganar elecciones pero todavía es un signo de pregunta a la hora de gestionar y tendrá que demostrar que la transferencia de votos puede ser sinónimo de buena gestión. 

La mirada regional 

La victoria de Luis Arce es leída en términos regionales. Si bien es apresurado decir que Bolivia conformará un eje con Argentina, es claro que esa relación se verá fortalecida desde el punto de vista de la diplomacia presidencial pero también en términos económicos con posibilidad de desarrollo de iniciativas a base de litio y un posible ingreso del país del altiplano como miembro pleno del Mercosur. que permita una mayor articulación.  Por el momento, Argentina y Bolivia tendrán agendas comunes y funcionará como puntos de apoyo para equilibrar un tablero tiene mayoría de gobiernos conservadores.

A su vez, la victoria del MAS es un empujón para las elecciones en Ecuador en donde el correísmo competirá sin Rafael Correa en un contexto de crisis y una ofensiva contra sus dirigentes. Como Arce, candidato a presidente ecuatoriano Andrés Arauz es un economista con un perfil mas moderado que el del ex presidente y tiene la misión de ampliar la mayoría de apoyo para poder volver al gobierno en primera vuelta.

El efecto Arce también entusiasma a los chilenos que votarán este domingo a favor de la reforma constitucional que puede abrir un camino para un gobierno progresista en las elecciones de 2021 en el país cordillerano. 

 

Independientemente de la posibilidad de reconfigurar un bloque regional o que esos mismos vientos soplen en Ecuador y Chile, el aprendizaje que deja el retorno del MAS en Bolivia es que no hay que decretar fin de ciclo de forma apresurada. Los proyectos progresistas tiene un piso alto de apoyo que rápidamente pueden construir en mayorías cuando la derecha propone las mismas recetas que no satisfacen a la población. 

Finalmente, es importante destacar que el fracaso del golpe en Bolivia es un mensaje para los que quiere erosionar al democracia en América Latina y ven en el camino de la radicalización y la reacción antidemocrática las posibilidades de acceder al poder.