La historia de los tucumanos que se visten de robots y venden pizzas en Mar del Plata
Heraldo Romano tiene 42 años y junto a Ariel, su hijo de 18 años, se coloca sobre la Avenida Polonia y Ortiz de Zárate en las tardes marplatenses para realizar la novedosa iniciativa.
Por Redacción 0223
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Heraldo Romano tiene 42 años, cinco hijos y la ambición de no conformarse con la incomodidad. Sus raíces se remontan a Tucumán pero hace un año, por el hastío económico, decidió junto a su familia apostar por Mar del Plata para renovar los aires de su vida.
El hombre logró negociar con una familia que está en Buenos Aires el alquiler de una casa ubicada en el barrio San Antonio. Desde hace menos de un mes que vive en el hogar pero ya es conocido por todos en la zona. Es que todas las tardes, a las 20, acompañado por Ariel, su hijo de 18 años, se coloca sobre la Avenida Polonia y Ortiz de Zárate y ambos venden pizzas caseras frizadas vestidos de robots.
Y no son unos robots para nada improvisados: tienen un complejo armazón con luces de distintos colores que los vuelven un centro de atención indiscutible. "Nosotros vendemos para sacar una pequeña ganancia, obviamente, pero la verdad que nos volvemos con el corazón inflado por poder regalarle una pequeña sorpresa a la gente. Muchos nos paran para que sus chicos se puedan sacar una foto con nosotros. Es un verdadero placer", reconoce.
Las manos que tuvieron la responsabilidad de confeccionar los novedosos trajes luminosos fueron las del propio Heraldo, dado que su principal labor está ligada con la reparación de elementos electrónicos y de electricidad. La costumbre de vender pizzas en la calle es habitual en su provincia, según asegura, y su intención fue replicar la idea en la ciudad al no advertir este tipo de ofertas en la vía pública.
"Tucumán es bastante caro y tenés que rebuscártela como sea. Y cuando andás apretado del bolsillo, ahí se despierta el intelecto", argumenta el hombre, que vive con su pareja, la hacedora de las pizzas, y sus cinco hijos: Ariel, de 18, Noelia, de 14, Leandro, de 12, Luciano, de 11, y Esmerala, de 3 años.
Sin embargo, Heraldo no sólo utiliza los trajes para hacer una pequeña diferencia económica para su familia en las tardes marplatenses sino que también los aprovecha a beneficio de la comunidad para participar de acciones solidarias y divertir a los chicos que se encuentran en salitas, colegios, comedores o merenderos. "Siempre estamos atentos y colaboramos regalando este show y lo que podemos", afirma.
¿Por qué venir a Mar del Plata? Al explicar su decisión de mudarse a "La Feliz", el tucumano evoca las dificultades económicas que atravesaba en el día a día de su provincia y reconoce en esta ciudad una tierra con múltiples oportunidades. "Allá no nos alcanzaba la plata; nos costaba mucho vivir. Allá no vivía: sobrevivía. Pero acá, por suerte, con los eventos también tenemos trabajo todos los fines de semana y veo en Mar del Plata una tierra a la que le faltan ideas. Hay muchísimo por hacer", conclu
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