El increíble camino del tortugo Jorge: cuarenta años de cautiverio y tres meses para volver a casa
Jorge cumple tres meses en libertad y ya superó los 3 mil kilómetros. Por estos días se encuentra camino a una colonia nidatoria en Brasil. Cómo es el seguimiento que le realizan y hasta cuándo tendremos noticias del tortugo que se convirtió en estrella.
Cien kilos, más de tres mil kilómetros, 60 años, 20 viviendo en libertad y 40 de cautiverio que finalizaron hace tres meses en Mar del Plata cuando Jorge, el tortugo que se convirtió en una celebrity, volvió a su hábitat natural y pudo volver a desarrollarse en comunidades nidatorias de la costa brasilera, donde se encuentra actualmente.
En diálogo con 0223, las biólogas Mariela Dassis y Sofia Terleski relataron el camino recorrido por Jorge hasta la actualidad y analizaron los factores que pueden ser los que originen su popularidad.
“Jorge es un caso único en el mundo, no solo por el tiempo que pasó en cautiverio sino por la adaptación que tuvo que realmente nos sorprende”, aseguran. Es que la historia de Jorge se remonta a 1984, cuando quedó atrapado en una red de pesca en Bahia Blanca. Los pescadores que lo encontraron lesionado e hipotérmico dieron aviso a las autoridades, que lo trasladaron en una caja de madera al zoológico de Mendoza, donde alojado en una piscina de 45 cms de profundidad y 20 mil litros de agua se convirtió de inmediato en una celebrity.
En aquel entonces, la rehabilitación y reintroducción de tortugas marinas no era una opción y parecía que Jorge iba a finalizar sus días como una atracción exclusiva que cada fin de semana generaba miles de visitas. Pero, el 2021 la presión para que Jorge vuelva a su hábitat natural fue tal que comenzó a pensarse un proyecto para reinsertar en aguas saladas.
“Hace tres años, cuando Jorge iba a venir a Mar del Plata se hablaba de liberarlo. Lo conoci ni bien llegó y no bien lo vimos supimos que teníamos que ponerle un telemetro para su seguimiento”, dice Mariela Dassis. Por su parte, Sofía recuerda que con Jorge tuvo un “amor a primera vista”, al punto que tras su liberación decidió tatuarse al tortugo y llevarlo para siempre con ella. “De Jorge me enteré porque escribí al instituto para empezar una práctica profesional, Jorge fue mi tesis, y me dijeron que no había en ese momento mamíferos disponibles, pero tenían un tortugo, asi que fui a conocerlo y me enamoré, dije Sí, estoy y empezamos a trabajar”, cuenta.
Lo primero que hicieron fue llevarlo al Aquarium a una piscina de tres metros de profundidad y 150 mil litros de agua que salinización de a poco y llevaron a los 24°C. En agosto del año pasado empezó formalmente el trabajo ambiental. “Cambiamos su alimentación de a poco, le fuimos poniendo cangrejos y presas vivas para que él las pueda cazar, le pusimos cuevas dentro de la pileta y, después para que vuelva a desarrollar el instinto de caza y lucha por el alimento, pusimos chuchos dentro de la pileta, con los que el competía para poder cazar”, cuenta Sofía.
A medida que pasaban los meses y veían que Jorge respondía bien a todos los estímulos, la idea de su liberación comenzó a tomar fuerza. Entonces colocaron en el caparazón de Jorge el telémetro. “El dispositivo fue donado por Diego Rodríguez, los costos los financió el veterinario del Aquarium y el satélite también fue financiado por la Unmdp”, explica Dassias que recuerda que la noche que implantaron el dispositivo en Jorge no pudo dormir, porque el tortugo no salía del agua y por lo tanto el dispositivo no emitía señal.
Finalmente, el 11 de abril comenzó una nueva etapa para Jorge: aquel mediodía, el tortugo fue liberado y a las 11:05 de la mañana el satélite empezó a emitir señal mostrando la ubicación del tortugo.
“Desde entonces generamos mapas todo el tiempo”, explican mientras agregan que, la señal es captada cada vez que Jorge sale a la superficie a respirar y hace una comba con su caparazón que permite que el dispositivo se seque. Consultadas sobre si durante estos tres meses hubo algún momento crítico, ambas coinciden en señalar que si bien Jorge recuperó su comportamiento natural, hubo dos momentos muy marcados. El primero de ellos fue en Uruguay cuando el tortugo quedó muy cerca de barcos pesqueros y no notaban movimiento. “Cuando volvió a transmitir apareció cerca de la costa, nos contactamos con personal de la costa nos confirmó que había una colonia que había estado comiendo. Lo mismo pasó en el sur de Brasil”, dicen.
Sabemos que Jorge ya pasó por una colonia nidatoria así que es muy probable que haya tenido actividad reproductiva y ahora está camino a otro lugar donde hay una colonia nidatoria así que es probable que esté buscando novia. Es un macho en edad reproductiva, tiene 60 años y convengamos que cuando lo atraparon tenía 20 años, es decir que estaba entrando a la juventud, por lo tanto nunca tuvo lo que vulgarmente se llama un celo”, explican.
Por último, consultadas sobre la vida útil del dispositivo que le implantaron a Jorge, ambas aseguran que puede llegar a transmitir durante un año. “Con estos tres meses hemos superado las expectativas… puede durar hasta un año aunque el promedio es de seis meses”, sostienen. Por su parte Dassias agrega: “No espero que se complete el año, ya es un montón ya hemos sacado todas las dudas de cómo le fue y que ya puede vivir bien en su hábitat”, dice.
Cada semana las biólogas hacen un reporte en la cuenta de Instagram Mamíferos Marinos con los avances de Jorge y las alojan en historias destacadas. Además, explican que continúan solicitando que si alguien viaja a Brasil y ve a una tortuga Careta Careta con una atena egada en el caparazón, le tomen una foto para ver cómo se encuentra el animal.
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