“Repensar el mercado del libro hacia adelante” es la prioridad para Gastón Levin, director de FCE

Gastón Levin asumió frente a la editorial Fondo de Cultura Económica casi al mismo instante en que se anunciaba la cuarentena en nuestro país. Desafíos y temores de cara a lo que se viene es el motivo de la charla, la cual también deja ver como se piensa el mercado del libro más allá de los tiempos que corren.

10 de Mayo de 2020 09:27

Casi al mismo instante en que se declaraba el confinamiento en nuestro país, la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, anunciaba el nombre del nuevo director de su filial local.

Gastón Levin, quien se desempeña hace más de 30 años en la industria editorial, fue gerente de Alfaguara, fundó Obloshka Libros y dirigió librerías de Galerna, fue el elegido para "reordenar de forma paulatina el funcionamiento de esta editorial", según aseguraron desde el sello en un comunicado.  

Independientemente de las causas particulares que llevaron al cambio de autoridades, el contexto de pandemia (con sus librerías cerradas, ferias suspendidas y actividades trasladadas en el calendario) le daría al flamante director  el tiempo suficiente como para ponerse al día del estado de situación de la editorial. “La verdad es que Fondo de Cultura necesitaba una modificación en sus procesos y en sus políticas. De momento, estos días sirven para pensar  lo que viene de un modo más creativo;  por ahí es la oportunidad para reorganizar un montón de cosas”, dice el propio Levin  con respecto al tiempo en que le tocó asumir.

-¿Cuáles son las dos cosas a pensar en estos tiempos tan particulares?

- La verdad es que hay dos cosas: una es el mercado común, es decir, las ventas en las librerías. En eso todos tenemos una gran incertidumbre porque no tenemos a nadie que sepa en qué momento van a abrir las librerías y qué va a pasar el día después. Ahora nosotros tenemos la idea de estimular la venta de libros a través de canales como las páginas web, los deliverys, que están dando buenos resultados hoy en día.  La otra es repensar el mercado del libro hacia adelante con lo que tiene que ver con la producción de ebooks y de audiolibros. Es decir, una estimulación de canales que en nuestro país están poco desarrollados e, inclusive, marginales en algunos aspectos, pero que ya tienen un pie firme puesto aquí.

Con este marco temporal, la suerte de las editoriales, así como de las librerías, son materia de pensamiento y reflexión. La venta digital, la llegada de los audiolibros, los libros electrónicos, el sostenimiento financiero de las librerías son, sin dudas, tendencias hoy. Si uno recuerda aquellas predicciones que se hacían hace algunos años con respecto a la desaparición del libro por parte de su hermano digital, nos damos cuenta de que no tenían razón de ser.  ¿Hay que verlo como una competencia o como un complemento? Levin no duda: “Insisto, el enemigo de la lectura no es el libro digital  sino el teléfono con sus redes sociales, con los contenidos que aparecen: la gente que vos veías leyendo en un medio de transporte antes, ahora los ves con sus teléfonos”.

Desde el lector se entiende, pero ¿qué ocurre en el marco de las ventas y en el afán de sostener una librería? Es decir, el libro digital hoy ¿es un complemento en la librería o un producto en sí mismo?  “Hoy es un complemento. Incluso en los países donde el ebook está más desarrollado son ventas marginales en comparación con la estructura de una editorial. La verdad es que es complementario aún hoy. Las editoriales entendimos que el ebook es un método de lectura de libros que llegó para quedarse y que seguramente crecerá de la mano de las nuevas generaciones que están acostumbradas a leer en pantalla y en tecnologías que aún no conocemos y que seguro se desarrollaran dentro de poco. Ahí tenemos, todos, una tarea pendiente que es hacer lo mejor. Por otro lado, también todos entendemos que hoy está creciendo muchísimo en el mundo el tema del audiolibro y que es algo que nosotros hoy no tenemos ni idea y que va a tener un peso importante. Hay que prepararse”, dice el director de FCE.

-¿Cuánto puede influir el precio del libro en el auge del ebook?

- No sé, el ebook tiene hoy un precio que se establece entre un 40 y un 60 por ciento más barato que el precio de tapa de un libro que se consigue en librerías. Ya no es como en otras épocas donde el precio era mucho más bajo. Por supuesto que esto tiene que ver con el poder adquisitivo de cada uno y que, según las épocas, varía. Acá, en la época de inflación que vivimos el precio del libro también se licúa. Hoy, si lo comparamos con un almuerzo cualquiera (en CABA), los libros no están caros. Por supuesto que hay casos especiales, como los libros importados que siempre son algo más caro e inaccesibles. Entonces, por supuesto que el ebook ayuda bastante en eso, sobre todo para el que tiene cualquier dispositivo de lectura. Hoy podés leer en cualquier teléfono.

-¿La venta por delivery ha sido una salida valedera de esta situación? ¿Se llega a compensar algo?

- Los delivery están funcionando muy bien, sorpresivamente,  en todas las librerías. En algunos casos que conozco están vendiendo casi la misma cantidad de ejemplares que cuando vendían físicos, casi la misma cantidad diaria.

- Es decir que se compensa…

- En algunos casos sí. En librerías pequeñas o medianas, aquellas con su público cautivo, con ofertas, más. Eso quizás haya venido para quedarse. Por supuesto que el ver,  tocar y leer el libro es siempre importante para muchos. En términos de venta eso, quizás, te da un mayor  grado de ventas. Pero aquel que compra libros los va a comprar por cualquier canal, por internet, por las librerías de afuera o las de acá. Lo que le da dimensión al mercado del libro es el público ocasional, es aquel que pasa por una vidriera y entra a comprar un libro porque alguien se lo contó o recomendó, es decir aquel que compra por impulso. Eso es quizás lo que todos tal vez estamos añorando, pero el resto suma.

La crisis pone a todas las partes ante el desafío de pensar y pensarse en los tiempos que vienen.  Pensar, por ejemplo, modos nuevos de vender y de llegar al lector, de distribuir, de compensar al lector. Así como ponerse de frente con las estructuras  de ventas del libro en general: quiénes compran, por qué compran, dónde, cuál es el precio de los libros, qué libros se van a editar y qué cantidad, por ejemplo.

Para Fondo de Cultura Económica será un año de mucha incertidumbre, como para muchos, pero también de aires nuevos. Según dicen, la intención es, cuando el contexto lo permita, volver a publicar a autores locales; poner a disposición de los lectores títulos que estuvieron faltando los últimos años y relanzar la Librería del Fondo y Centro Cultural Arnaldo Orfila Reynal, ubicada en PalermoEl lugar que ocupen los autores nacionales será muy importante en esta nueva etapa.  También volverán a comprar derechos desde la filial argentina, una tradición que se había pedido y que ubicó en su tiempo a FCE en el lugar que tiene hoy. “Nos sentimos preparados para eso y contamos con el aval de la casa central en México”, refuerza Levin, y agrega: “Fondo es muy importante.  Ya tiene su peso, su estructura de venta, sus editores. Solo hay que potenciar y reorganizar y todo eso es una tarea que ya estamos haciendo y que se va a empezar a notar cuando todo esto se normalice”.

-¿Cuál es el temor de las editoriales o son desafíos ante lo que vendrá?

- Las dos cosas: Hay un nuevo paradigma y todos tenemos que hacer cosas distintas o hacerlas mejor. Hay una preocupación porque hay una cadena de pagos que se cortó y que generará consecuencias feas, sobre todo si esto se extiende. Pero también quedará para pensar cómo es la comercialización del libro. Esto es algo que el público no conoce pero que merecería conocer. Es decir, tiene que ver con maneras de vender las editoriales a las librerías, formas de pago, distribución; van a darse consecuencias feas para muchas librerías pequeñas  porque no pueden tener cuatro meses las librerías cerradas. La idea de la editorial, junto con otras con quienes he conversado, es ayudarlas  para que tengan herramientas y así pasar esta época. No sé si alcanza pero esa es la idea que tenemos. Por otro lado, las grandes cadenas también tendrán sus problemas. La mayoría están en los shopping y quién va a ir a los shopping luego de que abran, sin saber aun cuando van a abrir. Esto va a afectar a todos. Vale destacar que desde el Estado están creando herramientas para ayudar y dar apoyo en función de esta situación también.

Difícil trazar un pronóstico sobre lo que vendrá para el sector. Editores, imprenteros, libreros, lectores, todos miran con entusiasmo los días por venir, pero con las reservas del caso. De todo se aprende, sin dudas. Lo ocurrido cuenta con muy pocos antecedentes, si es que los tiene en esta magnitud. Lo cierto es que la crisis pone al sector de frente a nuevos desafíos. Si el mundo cambia o no, si se acaba el capitalismo o se transforma, si el virus genera una revolución o no  son ideas que hoy abundan. Pero la mejor forma de pensar “eso” que vendrá  es la de contar con los libros y sus historias. Finalmente se trata solo de eso: de narrar historias en todos estos buenos y malos tiempos que nos tocan cruzar.