El recuerdo de una caravana inolvidable para recibir a Alvarado tras el ascenso

Pasaron 8 años del ascenso y de uno de los recibimientos que más se recuerdan para un equipo de la ciudad. Una mañana helada no fue excusa para los hinchas del "torito" que le dieron el tributo que sus jugadores merecían. 

16 de Junio de 2020 19:30

Por Redacción 0223

PARA 0223

Ya habían pasado más de doce horas desde que Chiappa le detuviera el penal a Palomeque y Alvarado lograra el título del Torneo Argentino B y el tan preciado ascenso al Argentino A. Era domingo por la mañana, día del padre y el frío azotaba a Mar del Plata. Sin embargo, nada de eso le importó a los miles de hinchas del “Torito” que le brindaron el homenaje a sus “héroes”, a los que consiguieron lo que parecía imposible en Río Negro, los que soportaron la lesión de Colaneri por un proyectil lanzado desde la tribuna, que el partido se jugara igual y que el árbitro Salinas inclinara la cancha para Deportivo Roca. 

Por eso, el pueblo de Mataderos desató la fiesta en el recibimiento al plantel, que comenzó cuando recién empezaba a amanecer y terminó entrado el mediodía. Toda la madrugada se esperaron las noticias que llegaban desde la ruta. Los jugadores informaban mediante las redes sociales por dónde venían y cuál era la hora aproximada en la que estarían arribando al "Gaucho”, el lugar previsto para la recepción. Por eso, a las 8 ya eran muchos los que, termo en mano, se aferraban a banderas, camisetas, bufandas o cualquier prenda con los colores de su Alvarado. 

Otros tanto no aguantaron y decidieron salir ellos al cruce de los jugadores, por lo que se trasladaron hasta Batán, donde cambiaron del colectivo original a uno descapotable para recorrer las calles de Mar del Plata acompañados por su gente. Allí se largó la caravana interminable, con autos, motos, camionetas, bicicletas y cualquier vehículo que sirviera para seguir de cerca el micro. Más de media hora tardó, a paso de hombre, para llegar al tradicional monumento, lugar en el que se agolpó la mayor cantidad de hinchas. De todas maneras, el descapotable, ideado especialmente para este tipo de acontecimientos, no se detuvo. 

A ritmo lento, dobló por Juan B. Justo hasta Jara y ahí giró hacia la izquierda, para llegar a las puertas del club, donde otro grupo de simpatizantes ya había cortado las calles y los aguardaba con cotillón y fuegos artificiales. Durante todo el trayecto, los protagonistas cantaron al ritmo de la gente y se mostraron sumamente predispuestos a firmar las mil y un camisetas que les acercaron, además de sacarse fotos con todos los que querían el recuerdo del campeón. 

Uno de los primeros que recibió el grito de parte del plantel, encabezado por Gustavo Noto fue el “Negro San Martín", hombre del club si los hay, que no pudo ocultar las lágrimas, al ver a su gran amor otra vez en lo más alto. De a poco empezaron a bajar los jugadores. Las muestras de cansancio eran evidentes. Necesitaban ese abrazo, esas felicitaciones, ese gracias mutuo con sus afectos, con los hinchas, para un grupo que pasó muchas cosas en la temporada, que fue muy criticado y que recibió el apoyo incondicional de esas personas en todo momento. Gustavo Noto, sin dudas, de los más eufóricos, fue uno de los últimos en irse, no sin antes cumplir con cada pedido que le hicieron para firmar desde una bandera hasta una campera que ni siquiera tenía los colores de Alvarado, pero servía para inmortalizar el “gancho” del técnico campeón. Junior Ischia (acompañado por su padre Carlos) y Diego Galeano fueron los otros dos que parecían no querer moverse de la puerta del club. 

Pasaron 8 años. Hoy Alvarado está en la Primera Nacional. Pero el "torito" siempre ha luchado mucho, ha sufrido, ha pasado buenas y malas (y algunas muy malas), por eso, las que se disfrutaron no se olvidan, se recuerdan y celebran más allá del pasar de los años.