No-cosas, el nuevo libro de Byung–Chul Han

La digitalización desmaterializa, vivimos en la era de las no-cosas. Perdemos hasta los recuerdos, hasta la verdad. ¿Dónde estamos parados hoy?

Byung-Chul Han nos invita a pensar lo que está pasando, no lo que va a pasar.

12 de Diciembre de 2021 11:30

Lo interesante de Byung-Chul Han es que él describe lo que está pasando, no lo que va a pasar (y eso lo hace mucho más inquietante). Han, a través de sus breves libros, va diciéndonos lo que ya sabemos o creemos saber, pero que de tanto saberlo dejamos de pensarlo y de pensarnos. Por eso me gusta mucho lo del filósofo coreano, porque logra que nos reencontremos en lo que nos rodea hoy.

No-cosas. Quiebres del mundo de hoy (Taurus – 2021) es su nuevo libro. Y no es la excepción. Desde una perspectiva heideggeriana (otro punto a su favor) Byung-Chul Han nos hace pensar sobre cómo “El mundo se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeíza. Los medios digitales sustituyen a la memoria, sin violencia ni demasiado esfuerzo. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero esta no dura mucho”.

En el texto se afirma que no importan ya las cosas. Hoy importan las no-cosas y lo que estas hacen con y de nosotros. Nos replantea por qué no cuestionamos, ni nos cuestionamos, esa naturalidad con que nos dejamos dominar por lo tecnológico y por la información.

Hoy perdemos la relación directa con las personas, dice Han, y así desnaturalizamos las cosas, los sentimientos y los afectos. Solo nos mueven estímulos vacíos y efímeros, convirtiéndonos en sujetos de observación como sin voluntad.

Los estímulos vienen en ese frenesí de información que nos rodea y que hace desaparecer las cosas. La digitalización desmaterializa el mundo y con la cosas se van nuestros recuerdos, logrando que en lugar de guardar recuerdos terminemos almacenando datos.

No-cosas. Quiebres del mundo de hoy, el nuevo libro de Byung–Chul Han.

Otra de las consecuencias, según el filósofo,  es que el orden digital pone fin a la era de la verdad (porque esta es fáctica). La información dejó de ser informativa, hoy es deformativa. Falsedad y verdad se igualan dejando el lugar a las fake-news que son más fuertes que los hechos porque lo que se busca hoy es el efecto más que la verdad.

“En el pasado, los japoneses solían despedirse de la cosas que habían tenido un uso personal durante mucho tiempo, como las gafas o los pinceles para escribir, con una ceremonia en el templo. Hoy, quizás sean pocas las cosas a las que daríamos una digna despedida. Ahora las cosas están muertas. No se utilizan, sino que se consumen. Solo el uso prolongado da un alma a las cosas. Solo las cosas queridas están animadas” sostiene Chul Han.

Es así que los recuerdos pierden valor y nos separamos de las cosas queridas. Hoy ya no hay  posibilidades de vínculos. El nuevo ser humano quiere “acceder a”, no “poseer”.

Siguiendo a Heidegger, diagnostica que la cada vez mayor presencia técnica profundiza el olvido del ser. Hoy encontramos amigos y seguidores sin encontrar al otro. No formamos comunidad. Hoy consumimos cada vez más objetos, hasta llegar al paroxismo de que el mismo ser humano se convierte en uno. Para poder consumir el ser humano se autoexplota y cree, y quiere convencerse (ya no se necesita que alguien lo haga)  que está realizándose.

Como ejemplo toma el teléfono inteligente y su injerencia en nuestras vidas. Señala a los teléfonos inteligentes como algo igual a un instrumento de dominación. Vivimos regidos por un capitalismo del “Me gusta”. Hoy el ser humano se convierte, o ya se convirtió, en un Homo Ludens. Ya no usa sus manos, todo lo hace algún aparato tecnológico. Solo utiliza sus dedos para jugar o “hacer como”. Han habla de un “Phono Sapiens” que juega.

Nicolás Mavrakis, autor de Byung-Chul Han y lo político (Prometeo, 2021)  dijo en una entrevista a Página 12 hace algunos días que, “Han no está contra de los teléfonos inteligentes por lo que son, sino por lo que hacen y representan. Lo dice con claridad: el teléfono profundiza el cautiverio en un sistema que solo nos da libertad para optar entre elecciones preestablecidas y consumos, pero empantana toda acción concreta. Gran parte de lo que consideramos ‘activismo político’ no es más que una inútil ‘indignación digital’. Pero Han dice algo más: lo único ‘inteligente’ del teléfono inteligente es que gracias a la complacencia narcisista con la que nos nutre cada interacción digital, este capitalismo del Me gusta no tiene que temer ninguna resistencia. Es la permisividad del ‘capitalismo del Me gusta’ lo que anula cualquier confrontación”.

Mucha de su obra está traducida al español.

Pero el filósofo no trae estos temas por simple melancolía. Como dije al principio, los trae por su preocupación de pensar la vida de hoy y por nuestro desinterés de pensarla.

Estamos comenzando a relacionarnos con plataformas online y no con cosas ni personas. Preferimos el fetichismo de los datos, de la información. Ahí mostramos y presentamos nuestra mejor versión de nuestras vidas, aquella que pude tener aceptación. Pasar del mundo de las cosas al de las no-cosas y el mundo se vuelve intangible. Vivimos sin memoria.

En épocas de redes sociales y tanto avance tecnológico es difícil considerar al  “otro” como se hacía hace algún tiempo. Hoy el “otro” es impersonalizado, es un contacto, es un seguidor. También es una utilidad: es el que hace tal cosa, el que me aporta tal otra, el que me sirve. En este  mundo de uno, el “otro” debe pensarse como complemento, como plenitud, como límite.

Somos otros muchos antes que uno solo. “Soy un campo de batalla. Acá dentro habitan muchos” decía Nietzsche. “Otros” que puedan enfrentarse y verse. Sentirse y vivirse. Al decir del propio Byung-Chul Han “El corazón late ante el otro. También encontramos al otro en las cosas queridas. A menudo son un regalo de otro. Hoy no tenemos tiempo para el otro. El tiempo del yo nos hace ciegos para el otro. Solo el tiempo del otro crea lazos fuertes, la amistad y hasta la comunidad. Es el tiempo bueno”.