Haroldo Conti y una obra que se conjuga con su propia vida

Emilio Teno y Mariano Taborda trabajan en una película documental sobre la vida y obra de Haroldo Conti. Hoy, el autor de La Balada del Álamo Carolina llegaría a sus cien años. Fue secuestrado y desaparecido por la última dictadura cívico militar. Su vida, su obra, su relación con el río y con Chacabuco.

Haroldo Conti y la pregunta sobre su obra.

25 de Mayo de 2025 10:56

"Su narrativa es lírica, acuarelada, enigmática a fuerza de simplicidad", afirmó César Aira sobre la delicada y profunda prosa de Haroldo Conti, sugiriendo una belleza que trasciende lo meramente descriptivo.

Así escribía Haroldo Conti, y así vivía también, anclado en una naturaleza que él reivindicaba en el río.

Haroldo Pedro Conti nació en Chacabuco el 25 de mayo de 1925. Fue escritor, periodista y docente argentino. El 5 de mayo de 1976, la última dictadura cívico-militar lo secuestró y desapareció en Buenos Aires.

Hoy, 25 de mayo de 2025, Haroldo Conti cumpliría 100 años.

Emilio Teno y Mariano Taborda llevaron a cabo, ayer en el Espacio Teatral Cuatro Elementos, un encuentro que titularon Geografía de una escritura. Fue un homenaje al autor de Sudeste o La Balada del Álamo Carolina, donde también presentaron el tráiler de su documental A Haroldo no lo conozco. Esta producción, en desarrollo desde 2019, cuenta con testimonios de familiares directos del escritor y material que nos permite apropiarnos de su obra y vida.

Emilio Teno y Mariano Taborda trabajan sobre la obra de Haroldo Conti.

–Luego de todas las entrevistas a familiares y conocidos de Haroldo que realizaron, ¿cómo lo ven ellos? ¿Cuál es la imagen que predomina? ¿La del escritor, la del familiar o amigo o la del desaparecido? ¿Hay muchos “Haroldos” dentro de la familia?

Emilio Teno: No es el mismo Haroldo para sus hijos que para su hermana. Ella tuvo una cercanía distinta, compartiendo la infancia, que, al parecer, no fue fácil, y después una relación muy cercana con él. De hecho, le pasó a máquina muchas de sus novelas y eran muy compinches.

Mariano Taborda: Claro, además tenían una ligazón con Chacabuco, con un Chacabuco mítico de la infancia que después recuperaría en uno de sus libros. Cada quien, me parece, tiene un vínculo personal y distinto. Alejandra, su hija, por ejemplo, es parte de Alrededor de la Jaula, y Marcelo, que luego tuvo una militancia política muy fuerte, siente debilidad por Mascaró porque recuerda la experiencia de cuando Haroldo estaba muy embalado con ese proyecto. Por otro lado, sin duda, la gente de Chacabuco siente un cariño especial por La Balada del Álamo Carolina. Para su prima, su cuento preferido es A la diestra, porque comienza con la mención a su madre. Cuando el narrador habla de Teresa Marino, se refiere a su propia tía. Los de Tigre, seguramente, tienen a Sudeste en primer orden. Y, después, está el caso muy particular de Ernesto, el hijo menor de Haroldo, quien prácticamente no lo conoció porque desapareció cuando él era un bebé. Ernesto tiene un vínculo más problemático, porque le cuesta mucho acercarse a su obra y lo dice explícitamente en el documental: no puede diferenciar al escritor, al padre y sus circunstancias. Así, cada uno recupera un Haroldo distinto, y eso, a modo de testimonio polifónico, es muy interesante para la película.

–Sí, tremendamente interesante. Aparte, me imagino que ustedes habrán ido descubriendo otros “Haroldos” que estaban fuera de su alcance.

Emilio Teno: Sí, la dimensión humana de Haroldo no la teníamos tan clara. Esta cuestión de la cercanía, cómo era como padre, como hermano, el vínculo que tuvo… Uno va notando, al leer sus novelas, cuánto de biográfico aparece. Uno ve En vida y esos dos hijos del personaje, Oreste Antonelli, que son alter egos de Marcelo y Alejandra. Entonces, uno empieza a encontrar una lógica que, solamente como lector, sin acceso a la familiaridad o a la intimidad de la familia, no podríamos comprender. Obviamente, nuestra forma de leer siempre es estructuralista y vamos al texto, pero estas ligazones con la vida, en el caso de Haroldo, son imposibles de ignorar, porque hay dos “Haroldos” bien marcados: uno de la década del 60 y otro de la década del 70. Son dos “Haroldos” totalmente diferentes.

El álamo protagonista en el cuento y en su vida.

Según cuentan los autores de la investigación, el guion y los directores de la película: “En 2019, comenzamos con un primer seminario; en realidad, intentábamos analizar la obra, que era una suerte de continuación de un proyecto que habíamos iniciado el año anterior sobre el estudio de la obra de ficción de Rodolfo Walsh. Nos interesaba reflexionar sobre la obra de Conti porque es un escritor al que se podía ligar y que estaba bastante relegado. Y un poco la casualidad nos llevó también, porque parte de la investigación para leerlo y hacer solo un seminario para discutir la obra resultó insuficiente. A partir de unos contactos, de alguien que vivió en Chacabuco, de alguien que conoció a un familiar y demás, eso fue creciendo hasta que, de repente, nos enteramos de la existencia de ese homenaje en el Álamo y nos entusiasmamos mucho. Conseguimos equipos y demás, y, bueno, comenzamos esa aventura un poco inconsciente de viajar a Chacabuco con un coche lleno de equipos prestados, para ver qué había. Y ahí entendimos enseguida que había algo muy poderoso. Además, nuestra experiencia personal se enriqueció; imaginate, por ejemplo, que pudimos comer un locro hecho sobre la cocina económica que Haroldo toma como referencia para describir en Mi madre andaba en la luz. Ese tipo de referencias puntuales, así como poder ver la geografía, la idea de decir 'el álamo de la obra que leímos siempre', ver que es un árbol concreto y detenernos junto a él; todo eso se volvió muy poderoso”.

–¿Por qué el recurso audiovisual y no el escrito?

Mariano Taborda: Nosotros tenemos un trabajo escrito crítico de la obra que, de momento, no ha circulado, pero ya veremos de qué manera aparecerá; eso existe por un lado. Por el otro, viene lo audiovisual porque, justamente, podemos considerar que la obra de Conti es muy visual. Con todo eso, podemos pensar también por qué la obra dejó de interesar. Algunas razones pueden ser legítimas, como la época, no sé, pero es legítimo. Ahora, también es legítimo dar la discusión sobre si no nos estamos perdiendo algo interesante. Hay algo de la geografía, o de la zona, que quedó asociado a eso: a lo visual, a lo cinematográfico y al territorio. Si pensamos en la geografía, cuentos de La Balada y Sudeste son completamente visuales. Entonces, el hecho de haber podido estar en esos lugares nos llevó instintivamente a que el registro debía ser audiovisual. Había algo, justamente, de la mirada, de los colores, del territorio, de los pequeños movimientos casi imperceptibles de la naturaleza, como el movimiento del río, el cambio de las estaciones y de las hojas en un árbol, que iba muy íntimamente ligado con la obra de Conti. Además, él también estaba muy interesado en el cine y en lo audiovisual. De hecho, Sudeste la pensó primero como un guion para cine. Después, es claramente una novela, no hay duda de que es una novela, y sin ese dato tal vez nadie pensaría que es un guion de cine, pero bueno, lo visual es muy fuerte. Así que un poco se fue decantando solo; no es que dijimos: “Vamos a hacer una película y empezamos de cero”, sino que, un poco la casualidad y otro poco la investigación, que, si era para dar una conferencia, podemos decir que nos condujo a descubrir todo ese mundo.

–Les pido una definición a cada uno, desde la experiencia de haberlo visto, de haberlo vivido, y la experiencia de lectura también sobre la obra de Conti. Emilio, ¿qué era El Río? ¿Cómo leía el río Haroldo y qué impacto tuvo en vos eso?

Emilio Teno: Está bueno, porque yo entré por Sudeste y me acuerdo de la lectura que hice hace muchos años, que me fascinó la idea de que el protagonista de una novela es el río. Porque, más allá de Eduardo, el protagonista humano, lo que rige la vida es el río, y el río es el protagonista. Esa experiencia casi fascinante del hombre frente a la naturaleza es lo que me conmovió y me sigue conmoviendo. En Conti, me parece que está, y hay algo muy interesante que cuenta la hermana: dice que él era piloto civil y en uno de sus vuelos sobre el delta, vio eso y dijo: “Bueno, yo tengo que vivir ahí”. O sea, esa suerte de árbol acostado que es el delta, que también aparece en El Álamo Carolina; la idea de los brazos, un árbol abierto, vivo, que cambia, que muta todo el tiempo, que nunca es igual, que nunca es el mismo río; esa idea de la vida misma me parece fascinante.

–Mariano, ¿qué te parece a vos qué era el álamo para Haroldo?

Mariano Taborda: El Álamo, el árbol y la obra, y todos esos cuentos, condensan mucho de lo más interesante de Haroldo. Es donde está su poética, que tiene que ver, sin duda, con ese escritor vitalista que va a crear textos muy vivos y que se relaciona con algo de los personajes menores u ordinarios, o situaciones pequeñas y cotidianas. Si tomamos esa obra, se trata de un árbol y un árbol es nada, o es igual que otro aparentemente; un río que corre parece ser lo mismo que cualquier otro. Pero me parece que la combinación de personajes cercanos, ordinarios o pequeños, y una lírica que tiene que ver con el enfoque y con una escritura —una lírica, justamente, de esos personajes menores, del mundo popular, aparentemente olvidables— es lo que hace una obra épica. Me parece que tiene esa combinación, es la que lo vuelve un territorio extraordinario y mítico también. Podríamos pensar que ese territorio era su lugar y que marca algo muy interesante que tiene que ver, justamente, con la lírica, algo menor que está asociado, justamente, a la épica, a la guerra, al viaje, a algo extraordinario, y acá él lo aplica a situaciones menores, a personajes mínimos.

–¿Dónde estaba la sensibilidad de Haroldo? ¿Estaba en el don de la mirada? ¿Estaba en su poder creativo? ¿Dónde creen ustedes que estaba?

Emilio Teno: Para mí está en la forma de mirar, sin duda. Un poco ahí, siguiendo lo que decía Mariano, hay como una idealización constante de las cosas, un suspender, digamos, la incredulidad, que es como lo primero que necesita un hombre para poder vivir, crear esa ficción, crear esa construcción ficcional que significa vivir enamorado de cosas que por ahí no tienen tanto sentido. Como decía Mariano, enamorarse de un árbol, de una idea, de la idea del pueblo mítico. ¿Chacabuco qué es? Chacabuco es nada, Chacabuco puede ser un pueblo cualquiera, pero ese Chacabuco de La Balada del Álamo Carolina se convierte en uno mítico. Y justamente es por la mirada, es por cómo mira. Está esa idea también, muy importante en Conti, que es la idea del viaje como una propuesta de cambio. El hombre que sale al camino y vuelve siendo otro: se fue de Chacabuco, fue a Tigre y volvió siendo otro, regresó a ese Chacabuco y lo convierte en un Chacabuco mítico. Eso tiene que ver mucho también con su formación cristiana.

El proyecto avanza. Falta poco, muchísimo menos que en 2019, cuando Taborda y Teno aún no imaginaban la posibilidad de acercar la obra y la vida de Haroldo Conti a quienes aún no lo conocen. “El financiamiento es clave para cerrar algunos aspectos técnicos: montaje, mezcla de sonido, ajustes de color… Son detalles esenciales que requieren tiempo y dedicación”, explican los directores. Y agregan: “Además, hay muchas horas de trabajo de edición involucradas. Definir la estrategia para cerrar el proceso también es un desafío. Estudiar la obra tiene su complejidad, pero se alinea con nuestro recorrido. En lo audiovisual aprendimos rodeándonos de especialistas; la producción, en cambio, es un territorio aún nuevo para nosotros, pero estamos explorando, sumando gente y evaluando caminos. Lo importante ahora es concretar el corte final, donde entran en juego el ajuste técnico, el sonido, el color y, sobre todo, el arduo trabajo de edición. El siguiente paso será definir su presentación, quizás a través de recorridos como Work in Progress”. En esa búsqueda estamos”.

“Nunca sé realmente lo que significan del todo cada una de mis obras. Nunca sé del todo lo que significa mi vida, lo cual es lo mismo. Quizá ese sea uno de los grandes temas, precisamente. Ahora, al cabo de un tiempo, encuentro ciertas constantes. No me las propuse, como no me propongo la vida. Pero, de hecho, están ahí. Se varían y cambian con cierta rigurosa inevitabilidad, y a esta altura me pregunto si vale la pena seguir hablando todo el tiempo de las mismas cosas”, dijo el propio Haroldo Conti en una de las tantas entrevistas que dio. Quizás él no sabía lo que significaban, pero hoy, todas y todos nosotros sabemos bien lo que significan para nuestras vidas, tanto sus escritos como su propia historia.